Bajar piel prepucio bebe: ¿Cómo evitar la fimosis en bebés? Síntomas y tratamiento

Bajar piel prepucio bebe: ¿Cómo evitar la fimosis en bebés? Síntomas y tratamiento

¿Cómo evitar la fimosis en bebés? Síntomas y tratamiento

  • ¿Qué es la fimosis?
  • ¿Qué síntomas y complicaciones conlleva?
  • ¿Se puede tratar?

La fimosis es una situación normal en un niño recién nacido.

¿Qué es la fimosis?

El extremo del pene está formado por una cabeza cónica, llamada glande, y la piel que la recubre y protege, que denominamos prepucio. Generalmente, este puede retraerse hasta dejar el glande al descubierto por completo, pero no siempre es posible: en ocasiones, la abertura del prepucio es tan estrecha que impide esta retracción. En este caso, estaríamos hablando de un diagnóstico de fimosis.

Al nacer, el glande y el prepucio suelen estar unidos por un fino tejido fibroso -conocido como adherencias balanoprepuciales-, que también impide la retracción, y muchos recién nacidos presentan además una fimosis fisiológica. Pero ello no debe constituir un motivo de alarma entre los padres, pues se trata de una condición habitual en ellos.

Con el paso del tiempo, tanto las adherencias como la fimosis se resuelven de manera espontánea en la mayoría de los casos: según la “Guía Clínica sobre Urología pediátrica” de la Asociación Europea de Urología, el 50% de los niños no pueden retraer el prepucio al nacer, pero este porcentaje desciende al 11% a los 3 años, al 8% a los 6-7 años y a solo el 1% entre los 16 y 18 años. Si no desaparece con la edad, provoca al niño molestias serias o se producen complicaciones, sí será preciso tratarla.

La fimosis puede ser fisiológica -de origen natural y, por tanto, primaria- u originarse debido a una cicatrización(secundaria o patológica). Por ejemplo, ya en la edad adulta, la fimosis puede ser consecuencia de inflamaciones sucesivas del glande y del prepucio, que pueden estar causadas por infecciones (balanitis recurrente y/o balanitis xerosa obliterante) traumatismos en el pene, una pobre higiene o el uso de jabones o geles demasiado agresivos.


¿Qué síntomas y complicaciones conlleva?

Puede considerarse que hay fimosis si, a partir de los tres años, el niño continúa sin poder bajar su prepucio por completo, lo cual, además, le puede producir un dolor de leve a intenso. Otro síntoma es que el prepucio se abulte cuando orina y, en los casos más extremos, que la micción sea difícil o imposible.

La fimosis también puede provocar dolor cuando se tienen erecciones si son niños ya más mayores o adolescentes que mantienen relaciones sexuales. En otras ocasiones, el prepucio sólo puede retraerse cuando el pene no está erecto. En pacientes predispuestos puede favorecer la aparición de infecciones de orina, o a menudo, dificultar una higiene correcta, así como, en algunas ocasiones, que se origine un cáncer de pene.

Por ello, es muy importante que quienes sufren fimosis extremen la higiene de su glande y prepucio y lo laven cada día con agua y un jabón adecuado. En caso de bebés y niños pequeños, los padres deben cambiarle, además, el pañal con frecuencia.

Otra posible complicación es la parafimosis, que se produce cuando el prepucio se encuentra retraído por detrás del glande, pero no puede volver a su posición inicial. Si esto sucede, se debe buscar de inmediato atención médica, ya que el prepucio comprime el pene e impide que circule la sangre.


¿Cómo se puede tratar?

En los bebés y niños pequeños, el prepucio no debe forzarse para bajar la piel, ya que este gesto puede causar pequeñas lesiones o cicatrices fibrosas que, en el futuro, originen una de verdad una fimosis. En su lugar, conviene recordar que el tiempo es nuestro aliado, pues, con el crecimiento y desarrollo del varón, las adherencias irán desapareciendo por sí solas, el prepucio comenzará a despegarse del glande y su abertura se irá volviendo más elástica.

El tratamiento habitual para la fimosis es la aplicación de una crema de corticoides.

Si esto no ocurre por sí solo, el prepucio sigue sin bajar completamente, el niño tiene dificultad para miccionar o sufre muchas infecciones de orina, es necesario tratamiento. Normalmente, este consistirá en la aplicación en el prepucio y el glande de una crema de corticoides hasta dos veces al día durante varias semanas. Ello se acompaña de un estiramiento suave y progresivo del prepucio, que es recomendable que realice el propio niño, ya que ellos mismos son capaces de controlar no hacerse daño al hacerlo. No obstante, como padres, siempre se debe vigilar que al finalizar los estiramientos, el niño deje al prepucio en situación de no retracción (cubriendo el glande) para evitar una parafimosis.

Este tratamiento suele ser eficaz, pero, si el prepucio continúa sin dilatarse, la forma de fimosis es muy severa o existen complicaciones, habrá de recurrirse a la cirugía, habitualmente con anestesia local. Las técnicas son variadas: en función de la edad del varón y sus síntomas, se le extirpará la piel del prepucio del todo o en parte o, lo que es lo mismo, se le realizará una circuncisión. También es posible una intervención más sencilla que consiste en ensanchar o cortar el anillo estrecho que provoca la fimosis sin quitar la piel.

¿Hay que bajarle a los bebés la piel del prepucio para que no tengan fimosis?

Una de las grandes dudas de las madres y los padres cuando tienen un bebé varón es si tienen que bajar la piel del prepucio para que no tenga fimosis.

A la mayoría de adultos, que yo sepa, nadie nos hacía nada especial, por lo que la mayoría deberíamos pensar que no hay que hacer mucha cosa al respecto. Sin embargo, muchos pediatras suelen recomendar que se vaya bajando el prepucio del bebé cada vez más, para ir haciéndolo más elástico.

Algunos incluso bajan el prepucio a la fuerza, produciendo dolor y algunas heridas que luego cicatrizan espontáneamente, porque “de no habérselo hecho ahora le tendríamos que operar más adelante”.

Yo no estoy de acuerdo con esta práctica y, de hecho, debo ser uno de los padres que menos toca el pene de sus hijos. Os voy a explicar por qué y además vamos a ver qué es realmente lo más recomendable.

Los bebés tienen adherencias prepuciales hasta los 12 meses

Cuando los bebés nacen, el prepucio (la piel de la parte final del pene que cubre el glande) protege el glande de manera tan intensa que viene de serie adherido al mismo. Hasta el año las adherencias son tan evidentes que lo raro es poder bajar la piel del prepucio, por lo que hasta ese momento es un poco absurdo pretender que se movilice y deslice hacia abajo mostrando el glande.

Son muchos los bebés que se han ido a casa llorando y con heridas en el prepucio porque un pediatra (o una pediatra), a los seis meses de vida (mes arriba, mes abajo) ha considerado que lo tenía muy cerrado.

Esta maniobra está desaconsejada por dos motivos muy evidentes: en primer lugar, porque como hemos dicho no tiene sentido. El prepucio y el glande están adheridos y eso no es un problema, es algo normal. En segundo lugar, porque lo último que se recomienda hacer si lo que se pretende es que una piel sea elástica es herirla, porque las heridas producen cicatrices y las cicatrices tienen siempre menos elasticidad que la piel sana e intacta.

A partir de los 12 meses las adherencias empiezan a desaparecer

A partir del año, poco a poco, las adherencias van desapareciendo paulatinamente, pero no es una cosa que suceda en unas semanas o meses. Es algo que va sucediendo en los siguientes años (sí, he dicho años).

Por poner un ejemplo, en la revisión de 2 años de mis hijos el pediatra le bajó el prepucio para valorar la fimosis y dijo “muy bien, ya veo que le vais bajando el prepucio cada día”. La realidad es que, como he dicho al principio, nos felicitó por algo que no hacemos, porque lo único que hago es bajar un poquito de vez en cuando para que entre un poco de agua y jabón, vamos, por higiene.

De esto se deduce (no por el caso de mis hijos, sino porque sucede en la gran mayoría de los niños) que si no haces nada las adherencias van desapareciendo poco a poco.

Los niños son los primeros “agentes antifimosis”

Muchas madres se sorprenden cuando les digo que no tienen que hacer nada que no sea abrir un poquito el prepucio por higiene, siempre sin forzar (si tu hijo pone cara de “¡Ay!”, es que te has pasado bajando). Es como si sintieran que no están haciendo nada por sus hijos, cuando podrían estar ayudándoles.

Es bueno saber, si alguna madre se queda con la sensación de que no está haciendo nada por su hijo, que los niños son los primeros “agentes antifimosis” y que además lo hacen de maravilla.

En el momento en que les quitas el pañal empiezan a cogerse la piel del pene y a tirar hacia afuera, hacia el lado, a estirar, a toquetear, a meter el dedo por el agujerillo y a hacer cosas que cualquier padre seguramente no se haría a sí mismo para evitar el dolor posterior.

Con todas esas manipulaciones, y sobretodo la que consiste en estirar el prepucio hacia afuera (y no hacia adentro), van eliminando adherencias y van solucionando la fimosis basada en las adherencias.

¿Hasta cuándo es normal que tengan adherencias?

Depende un poco de las consideraciones de cada médico. Si tienes uno de esos pediatras a los que le gusta dar un tirón antes del año, seguramente te dirá que es normal hasta los 5-6 meses. Si tienes un pediatra que basa su trabajo en la evidencia científica, te dirá que a los doce meses la mayoría de los niños tiene fimosis fisiológica y que hacia los tres o cuatro años las adherencias van desapareciendo.

Hacia los 5-7 años aún queda un porcentaje (cercano al 10%) de niños que tiene adherencias (al 90% restante se le resuelve sin hacer nada especial) y hacia los 8-11 años es un 6% de los niños. Pues bien, aún en ese momento se considera que es posible que la fimosis se resuelva espontáneamente.

Entonces, ¿qué hacer cuando un niño tiene fimosis?

Después de lo dicho, repito, hasta los 3 años es normal que los niños tengan adherencias y no se pueda bajar la piel del prepucio. Hasta esa edad no se hace nada a no ser que haya complicaciones como infecciones o molestias porque la piel no se desliza por el glande.

Lo único que hay que hacer, por higiene, es retraer un poco el prepucio, sin forzar, para que entre un poco de agua y jabón.

A partir de los tres años se puede seguir simplemente esperando, porque lo más seguro es que se resuelva sin hacer nada especial, aunque existe la posibilidad de hacer un tratamiento con una crema de corticoides de media o baja potencia, que se ha demostrado muy eficaz.

En el centro en el que trabajo esta crema no se utiliza hasta los cinco o seis años, aunque hay pediatras que, como digo, empiezan a hacer uso de ella a los tres. Dicha crema hace que las adherencias vayan desapareciendo, evitando en muchos casos la intervención quirúrgica.

Si hubiera que operar, ¿cuándo se haría la intervención?

La mayoría de especialistas recomiendan no operar hasta que el niño tenga 5 ó 6 años, aunque visto lo visto, si el niño no tiene síntomas, aún se podría esperar un poco más porque podría resolverse espontáneamente más adelante.

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