Mi bebe de repente no quiere comer: ¿Por qué mi bebé no quiere comer?

Mi bebe de repente no quiere comer: ¿Por qué mi bebé no quiere comer?

17 motivos por los que un niño no quiere comer

Cuando los niños llegan al año de edad experimentan muchos cambios y uno de ellos sucede en la alimentación. Muchas veces las madres piensan que se trata de necesidad de vitaminas o que necesita ser desparasitado, siendo la inapetencia muchas veces parte del desarrollo del niño. ¿Qué motivos llevan a un niño a no querer comer en las distintas etapas de su infancia y/o adolescencia?

Una vez que cumplen el año de edad, el hambre tiende a disminuir debido a muchos factores entre los cuales están causas fisiológicas (normal, esperadas para la edad y el desarrollo), entre ellas están:

Disminución de la velocidad de crecimiento: una vez llegan al año de vida experimentan cambios físicos y nutricionales como lo es la disminución de la velocidad de crecimiento, trayendo como consecuencia  a su vez disminución del apetito, porque serían menos las necesidades energéticas al ralentizar el crecimiento.

Cambios emocionales y sociales: debido a su desarrollo tienen más interés por explorar y descubrir, empiezan a caminar y se ven más interesados por el medio que les rodea. El juego se vuelve prioritario para ellos; además se distraen, se entretienen y socializan mucho más.

Selectividad alimentaria: si antes comían todo, ahora se limitan a unos pocos alimentos o rechazan aquellos que anteriormente les gustaba mucho.

Ahora bien, hay otros factores que deben ser tomados en cuenta cuando se hace más marcada la inapetencia y persiste por mucho tiempo el ‘deseo’ de no querer comer, siendo importante tomar en cuenta si existe:

1. Hábitos alimenticios no adecuados: consumo de alimentos procesados como galletas, bollería, dulces, bebidas achocolatadas, golosinas, frituras… Todo esto hace que el niño se llene fácilmente (son alimentos altos en calorías), no quiera comer más, pero en ningún caso se está ofreciendo ningún tipo de nutriente (se están desplazando alimentos que sí son realmente nutritivos).

2. Monotonía en la alimentación: la falta de variedad en texturas, preparaciones o combinaciones de alimentos hace que el niño rechace la comida o coma poco.

3. Padres muy exigentes o sobreprotectores: padres que son muy rigurosos con los horarios de las comidas, porciones ofrecidas, cantidades estrictas para comer; asimismo padres que son sobreprotectores o complacientes, que suelen presentar un ‘menú a la carta’ cuando el niño rechaza alimentos y son totalmente manipulados por los niños a la hora de la comida.

4. Cambios en la rutina: Reinicio laboral de mamá o papá, nacimiento de un hermanito, inicio de la escuela infantil o cambio de escuela, cambio de cuidadores, mudanza de país o de domicilio, fallecimiento de un familiar muy allegado y querido… Todo esto hace que el niño disminuya su apetito de manera parcial o total.

5. El famoso síndrome del plato limpio: padres que si no ven el plato vacío, no son felices, y realmente hay que respetar que el niño coma según el mecanismo hambre-saciedad.

6. Excesiva ingesta de lácteos: la leche y derivados no deben ofrecerse en exceso, debido a que hacen que el niño se llene rápido y no quiera comer otros alimentos; además de ello, si se consume en exceso puede contribuir al riesgo de obesidad, estreñimiento y anemia por falta de hierro.

7. Uso de pantallas electrónicas a la hora de la comida, lo que hace que se entretenga y el niño no perciba cuando tiene hambre, o por el contrario, exige tener pantallas electrónicas para comer.

8. Situaciones familiares particulares: maltrato, padres en conflicto por divorcio.

9. Ausencia de uno de los padres bien sea por fallecimiento reciente o vida fuera del núcleo familiar por distintas razones, por ejemplo, trabajo excesivo, incluso que estén en casa y no suelan pasar tiempo con el.

10. Uso de la fuerza física: obligando al niño a comer, lo que hace el efecto contrario, que el niño rechace de la comida.

11. Enfermedad aguda: gripes o infecciones de cualquier tipo hacen disminuir el apetito y es normal.

12. Bullying: niños que se sienten mal por el desprecio o burla de amigos o compañeros de clase, siendo una de las causas que hay que investigar bien, sobre todo porque por miedo, muchas veces no lo exponen.

[Leer más: Sara, la coja. Cuento infantil sobre el acoso escolar]

13. Déficit de nutrientes: anemia (que es la causa más común sobre todo en Latinoamérica).

14. Alergia alimentaria, ciertos tipos de alergia alimentaria cursan con falta de apetito del niño.

15. Uso de medicamentos o antibióticos, anticonvulsivantes.

16. Cambios bruscos en la alimentación.

17. Enfermedades crónicas: tumores, enfermedad cancerígena, enfermedades digestivas, endocrinas o neurológicas.

Es importante determinar si el niño está siendo afectado por situaciones que pueden ser corregidas a tiempo, para evitar repercusiones graves en la salud; sin embargo, es fundamental que el pediatra oriente a los padres hasta qué punto la inapetencia es considerada normal para un niño. En caso de que una de las causas anteriores esté presente, al identificarla y tratarla el apetito mejora.

También es importante tomar en cuenta que en la mayoría de los casos no es necesario el uso de vitaminas para despertar el apetito, eso es un mito, y por supuesto, como has visto, son muchos los aspectos que deben interrogarse para poder determinar qué puede estar ocurriendo.

Como pautas a seguir en casa, desde la Sociedad de Pediatría de Atención Primaria de Extremadura (España), nos dan los siguientes consejos:

– Haz que el momento de sentaros a comer en familia sea algo agradable y apetecible emocionalmente hablando.

– Favorece el hecho de que comáis los mayores con el niño. Recuerda que ellos siempre aprenden por imitación.

– Fija un tiempo (el que tú consideres con un mínimo y un máximo) para estar alrededor de la mesa sin levantarse.

– Establece un menú y, sobre todo, un orden y no varíes. Nada de cambiar el segundo por el primero.

– Enséñale a tu hijo normas de cortesía en la mesa: uso de servilletas, empleo de cada cubierto, cómo sentarse. ..

– Muéstrale de forma atractiva alimentos nuevos, así le entrarán ganas de probarlos.

– Por último, negocia con antelación una cantidad mínima (sobre todo, de aquellos alimentos rechazados por el niño) e ir ampliando la cantidad poco a poco.

Puedes leer más artículos similares a 17 motivos por los que un niño no quiere comer, en la categoría de Trastornos alimenticios en Guiainfantil.com.

Mi bebé no quiere comer

Las causas más frecuentes por las que un bebe no quiere comer. Cómo saber si come lo suficiente o tiene algún problema.

Como pediatra y como padre sé que una de las principales preocupaciones cuando estás criando un bebé es que se alimente bien. Cuando un bebé no quiere comer suenan todas las alarmas. Sabes que es una necesidad básica y que si no se alimenta bien va a afectar a su salud, a su crecimiento…

En la consulta soléis expresarlo tal cual: «Mi bebé no quiere comer».

Si ya me conocéis sabréis que para mí lo útil son los matices. Que son los detalles que diferencian cada caso los que pueden llevarnos a soluciones concretas y útiles. Así que voy a ir desgranando las variantes que veo en esa frase.

La primera distinción importante es el tiempo. ¿Tienes la sensación de que tu bebé come poco o rechaza la comida desde siempre o es algo nuevo que ocurre hace poco tiempo?

Esta distinción es esencial, porque cuando es desde siempre es el resultado de un problema crónico o parte de su forma de ser, mientras que si ocurre desde hace poco es fruto de un problema nuevo o una variante normal en los seres vivos.

Vamos a tratar cada uno de los casos.

Mi bebé no quiere comer desde nunca

Hay problemas crónicos que pueden hacer que un niño sea mal comedor durante años. Voy a poner un ejemplo que me gusta: El niño que tuvo cólico.

Seguramente sabrás que el Cólico del Lactante es un tema que me encanta. Básicamente hablamos de él en bebés que durante los primeros meses de vida lloran de forma inconsolable sin que haya un problema identificado que lo justifique.

En mi experiencia eso no existe. Todo bebé que llora lo hace para comunicar que no estamos cubriendo adecuadamente sus necesidades o que tiene molestias.

En los primeros meses de vida el bebé debe adaptarse a un montón de cambios. Algunos los lleva mejor y otros peor. Entre los problemas que pueden causar esas molestias que llamamos cólico están alergias e intolerancias alimentarias, reflujo ácido y otras cuantas más.

Primer ejemplo, lo rechaza todo: el Reflujo Ácido

Cuando un bebé nace casi no produce ácido en su estómago. Pero va a ir aumentando esa producción en las primeras semanas de vida.

Esto lo notamos porque cuando al principio echa alguna bocanada de leche, sale tal cual, sin cortar. Pero llega un momento en que si echa sale cortada. Huele a agrio y vemos como líquido transparente con grumitos blancos. Eso es leche cortada por el ácido del estómago.

El problema viene cuando se produce demasiado. Si esto ocurre aparecen las molestias. Lo más típico es que un bebé que antes comía tranquilo empiece a interrumpir las tomas llorando de dolor y arqueándose hacia atrás una y otra vez. Una toma tras otra.

Hay veces en que estos bebés no echan bocanadas y a pesar de todo ganan peso. Si esto ocurre puede que el Reflujo no se diagnostique. Y sin tratamiento este problema puede prolongarse durante meses. Suele acabar revirtiendo por sí solo, pero a veces tras más de un año de molestias en cada comida.

Esto puede marcar la relación del niño con la comida durante años. Que cada vez que comes acabes con dolor es la mejor forma de generarte un rechazo por el alimento. Son niños que por ser catalogados como cólico no resolvieron un problema que ha prolongado su efecto durante mucho más de los «para los 3 meses dicen que se quita».

Segundo ejemplo: Rechaza la leche, acepta queso y yogur

Algo similar puede ocurrir en las intolerancias o alergia alimentarias, en las que la molestia aparece tras tomar el alimento que se tolera mal. El más típico en nuestro medio son los niños que rechazan la leche líquida, pero aceptan el yogur o el queso. ¿Cuál es el motivo? ¿Qué diferencia hay entre una forma y otra de lácteos?

Pues la Lactosa. Yogur y queso son lácteos fermentados. Esto significa que la lactosa ha sido transformada en ácido láctico por los gérmenes que hacen el yogur o el queso. Por tanto son alimentos en los que la lactosa es casi inexistente.

La lactosa es un azúcar que no podemos absorber sin romperla. Para hacerlo producimos un enzima en nuestro intestino, la lactasa.

Pero hay gente que no produce cantidad suficiente. El resultado es que cuando toman cantidades importantes de lactosa (leche líquida) no la absorben. Queda en el intestino, donde algunas bacterias la aprovechan para alimentarse y generan gases y algunas sustancias que irritan el intestino.

Entonces ocurre que cada vez que el niño toma leche líquida tiene molestias al poco rato. Una y otra vez. Acaba relacionando la leche líquida con dolor y llega un momento que la rechaza.

Tercer ejemplo: Poco interés y se enfada si le insisto pero no para

Este grupo es importante. De hecho es el más frecuente en la consulta.

Hay bebés cuyas madres dicen que come mal, pero que no tienen molestias como los casos anteriores. Son bebés que están alegres, sanos y muy activos. Pero llega la comida y la liamos…

Incluso muchas madres me hacen una descripción pormenorizada de las cantidades que toma en el día y objetivamente son escasas comparado con la mayoría de bebés de su edad o peso.

Pero ellos están bien. Son activos, no paran y a excepción de las comidas, en las que el niño se pone a la defensiva y no paramos de pelear, el bebé está contento y sin molestias.

¿Qué ocurre? Pues que hay un problema. Pero no es del bebé, es nuestro. Tenemos unas expectativas sobre la cantidad que debería comer que superan lo que él necesita. Y el problema es nuestro, no suyo. Porque si realmente no estuviese cubriendo sus necesidades sería imposible que estuviese bien, activo y sano.

Yo suelo decir en broma que hay niños «diesel de bajo consumo».

Lo malo es que ante eso hacemos cosas que sí generan problemas reales con la comida.

Los dos errores más frecuentes que cometemos en esta situación son:
  • Pelear con el niño para que coma un poco más. Hacer esto de forma habitual no va a hacer que el niño coma más. En la práctica lo único que logramos es que la comida sea una experiencia desagradable para él. Un día tras otro, durante años.
  • Escoger para ofrecerle al niño aquellos alimentos que sabemos que toma con más facilidad. Cuando lo hacemos estamos empobreciendo la dieta del niño.

Ambas reacciones por nuestra parte empeoran realmente la alimentación del niño y generan problemas reales por no entender que cada niño tiene sus propias necesidades.

Mi bebé no quiere comer desde hace x días

El apetito es algo que puede variar mucho de un día a otro. De hecho es algo que se afecta con facilidad en cuanto un niño no está bien.

Sea porque se sienta triste, porque esté muy entretenido o porque tenga alguna enfermedad, comer es una necesidad que puede evitarse.

Cuando un niño está enfermo es habitual que pierda las ganas de comer momentáneamente. Pero no es ninguna catástrofe. Es normal que en esta situación puedan perder algo de peso. Pero una vez curados se recuperan con mucha facilidad.

Primer ejemplo: Tiene diarrea y mi bebé no quiere comer

Cuando un niño sufre una infección de barriga el intestino intenta expulsarla moviéndose con más rapidez de lo normal. Esto hace que aparezca la diarrea.

Es normal que un niño con diarrea, a pesar de tener hambre no sea capaz de comer la cantidad de comida que suele tomar cuando está bien. Suelen comer más veces, pero cantidades pequeñas. La razón es que el intestino se mueve cuando se llega. Cuando tienen diarrea el movimiento es más intenso aún llenándolo muy poco. Con lo que en cuanto toman una cantidad pequeña aparecen los retortijones. El niño siente molestia y evita comer.

En realidad es lo que tiene que hacer, cuando el intestino está mal pierde capacidad para digerir los alimentos y sólo lo tolera si las cantidades son pequeñas.

Por lo que cuando hay diarrea lo recomendable es ofrecer alimentos y bebidas fraccionando las tomas. Muchas veces, cantidades pequeñas. El niño hace de forma instintiva lo adecuado.

Si en esa situación le forzamos a comer más a pesar de los retortijones suele acabar en expulsión en forma de vómito o diarrea.

Segundo ejemplo: Mi bebé no quiere comer cuando toma antibióticos

Esto suele hacerme gracia. Tengo otro artículo en el que hablo de cuándo es adecuado dar antibióticos y cuándo no a un niño.

Hay madres que suelen decirme que no les gusta darle el antibiótico al niño aunque sea necesario porque cuando lo toman no comen nada.

Algunos de estos medicamentos pueden afectar al apetito. Pero en la mayoría de los casos no es el antibiótico el causante de la falta de hambre: La razón real es que siempre que lo toma es porque está enfermo. Y es la propia enfermedad la que le hace comer menos.

Como en el caso anterior no te preocupes.

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