Si tu bebé no quiere comer lo más importante es mantener la tranquilidad, no alarmarte y valorar si existen factores externos, como un viaje, un cambio de residencia o ruidos no habituales, que puedan influir en que tu bebe no quiera comer. También puede ser una de las crisis que acompañan las etapas del desarrollo infantil habitual. En este post te contamos qué puedes hacer ante un bebé que no quiere comer, en cada una de las etapas de crecimiento.
Lo principal es que observes y confíes en tu intuición. Tú conoces a tu bebé mejor que nadie. Si, además de la falta de hambre, observas en tu bebé otras señales, como fiebre, reacciones dérmicas, cambio en el tono de su piel… acude a tu pediatra de confianza y consulta tus dudas, para que pueda valorar el conjunto de síntomas.
Si, por el contrario, tu bebé está como siempre pero ha perdido el interés por la comida, lo más probable es que esté viviendo una crisis de crecimiento.
Ciertamente, si el bebé no quiere comer puede inquietar mucho, llegando incluso a agobiarnos, pero es importante recordar que el desarrollo de los bebés no es lineal, sino que pasa por diversas etapas y ciclos, que varían según la edad.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que, para un buen desarrollo del bebé, la Lactancia Materna Exclusiva (LME) se prolongue durante los seis primeros meses de vida, pues se trata del alimento más completo y personal para cada bebé. Al alcanzar los seis meses de vida se pueden empezar a introducir diferentes alimentos, según las necesidades nutritivas, con un amplio abanico de ingredientes.
Durante los primeros meses se dan varias crisis de crecimiento, o fases, en las que el bebé parece no comer, o está inquieto:
Los primeros días de vida suelen ser bastante regulares en los ciclos de dormir y comer. Tras la tercera semana, los bebés experimentan la primera crisis y su comportamiento cambia: quieren mamar más, lloran si no están al pecho, y regurgitan leche pero quieren seguir mamando.
Esto sucede porque necesitan aumentar la producción de leche, por lo que durante dos o tres días están más “enganchados” al pecho. Transcurridos estos días, se retoma su curso habitual de demanda.
Aproximadamente al mes y medio el bebé pasa por otra gran crisis de lactancia, porque de nuevo necesita más producción de leche: aumenta la demanda y está más nervioso en las tomas (da tirones, llora mamando…).
En esta fase también se produce un cambio en el sabor de la leche, pasando a ser más salada, y a algunos bebés esto no les gusta. Igual que en la crisis anterior, tras unos días el bebé vuelve a su patrón previo.
Esta es la crisis más delicada, pues tarda un mes en superarse. Además, suele coincidir con la proximidad al fin de la baja materna, lo que incrementa el estrés, ya que empieza la preparación para el proceso de separación que se acerca.
Con tres meses tu bebé ya sabe succionar muy bien, por lo que ya no pide pecho tan a menudo. Además, notarás los pechos más blandos, lo que puede llevarte a pensar que no estás produciendo suficiente leche.
En esta fase, el bebé se distrae más estando al pecho, y mama mejor en penumbra, en un ambiente tranquilo. El bebé engorda menos, por lo que puede dar la sensación de que pasa hambre. Pero todas estas situaciones son perfectamente normales, si entendemos qué está pasando.
A los tres meses se modifica el sistema de producción de la leche, y pasa de acumularse en los pechos, a ser capaz de producir la cantidad necesaria en el momento de la succión. Este cambio implica que el bebé debe mamar, esperar y volver a mamar. La leche no está acumulada y dispuesta, por lo que el bebé debe esperar, lo que no le gusta. Esta es la razón por la que esta crisis puede durar un mes.
Es una etapa delicada porque, con el estrés del momento, muchas madres recurren a la lactancia artificial, dando paso al destete, cuando, si se entiende esta fase, muchas mujeres no abandonarán la lactancia materna precozmente, con la sensación equivocada de que les falta leche o de rechazo por parte del bebe.
A esta edad tu bebé empieza la introducción de la alimentación complementaria. Es una etapa totalmente nueva para la familia. El bebé entra en una etapa de descubrimiento y experimentación, momento que puedes aprovechar para que tenga una relación sana con la comida.
Frutas y verduras, crudas y en grandes trozos, para conocer chupando y mordiendo, o trituradas y cocidas, carnes, pescados y hortalizas… Cuanta más variedad ofrezcas a tu bebé mejor os conoceréis.
Muy importante: ten paciencia. Habrá alimentos que resultarán más sencillos que otros de introducir. Puedes incluso optar por alimentos que no estén en tu dieta habitual.
A los 6 meses la dieta aún se basa en leche. Al empezar con la complementaria verás que no come grandes cantidades: más bien descubre. Algunos bebés muestran gran interés por los nuevos sabores y puede que con 7 meses reduzcan su interés por la leche. Sigue tu intuición y observa a tu bebe.
Al año se produce una desaceleración en su crecimiento. Esto suele provocar una menor necesidad calórica, y además se vuelven más selectivos con los alimentos. Normalmente la demanda de leche se mantiene, o incluso aumenta.
Además de estas crisis o fases, los bebés pueden pasar unos días de enfermedad o dolencia, lo que hará que aumente su inapetencia.
En definitiva, si tu bebé no quiere comer, ofrécele variedad de ingredientes y preparaciones. Puede que prefiera la fruta en compota en lugar de fresca, o las verduras salteadas en lugar de en puré. Prueba y observa, y si ves que este comportamiento se alarga no dudes en consultar a tu pediatra de confianza para que valore la situación.
Cuando el bebé cumple tres meses de vida, a menudo se produce una pequeña crisis en torno a la lactancia: de pronto, las tomas se hacen caóticas, el niño parece rechazarlas y los pechos de la madre están más blandos, como si les faltara leche. Es la llamada “crisis de los tres meses”. Muchas mujeres creen que su hijo se queda con hambre e introducen el biberón. Sin embargo, estas situaciones son normales y no representan problema alguno. A continuación se explica en qué consiste esta crisis, sus síntomas, sus causas reales y qué hacer para superarla.
Así como la leche materna va modificando su composición para adaptarse a las necesidades de las distintas etapas del bebé, también el proceso de la lactancia materna tiene sus etapas. Cuando el niño llega a su primer trimestre de vida, se produce una de las más difíciles, que en muchos casos termina en la introdución del biberón y un prematuro destete: la llamada «crisis de los tres meses».
¿En qué consiste? Se caracteriza por varios signos. Uno de los más visibles, tal como describe la asociación Alba Lactancia Materna, es que el bebé pide el pecho con una frecuencia menor. Por lo general, esto es interpretado por las madres de diversas formas, pero casi siempre como un problema: que el pequeño no tiene hambre, no quiere comer o rechaza la leche materna.
Sin embargo, según el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en ocasiones también ocurre lo contrario: el bebé reclama mamar más a menudo, «lo que la madre interpreta como que tiene hambre». Esta idea enseguida se asocia a la supuesta falta de satisfacción obtenida con la lactancia.
Tanto en este último caso como en el anterior, muchas veces se recurre a la solución que se presenta como más sencilla, el biberón. Y como consecuencia, se priva al niño, sin necesidad, de la leche materna, el mejor alimento que existe para él en esa etapa.
Otro síntoma es que la madre nota sus pechos más blandos y, por lo tanto, con menos leche. En muchos casos, la conclusión que se deriva de ello es que su producción de leche es insuficiente, lo cual también alimenta la idea de que hace falta complementar la alimentación con el biberón.
Imagen: solovyova
Por otra parte, las tomas -que hasta este momento eran prolongadas y tranquilas- se hacen más breves y caóticas: el bebé se mueve, agarra el pecho, se estira, lo suelta, se distrae, llora, etc. «Solo parece mamar bien y tranquilo cuando está dormido», apunta la asociación Alba.
También ocurre que el pequeño engorda menos y se mete el dedo (o toda la mano) en la boca, dos hechos que en ocasiones también se toman como señales de que está «pasando hambre».
A veces, todo esto coincide con el periodo de las llamadas deposiciones escasas del bebé amamantado, una breve temporada durante la cual el niño hace menos caca. Los especialistas aún no saben del todo por qué se produce, pero suponen que el motivo es que la leche materna se adapta tan bien a las necesidades del bebé que casi no genera residuos. El problema es que el descenso en la frecuencia de sus heces también se interpreta como el resultado de una ingesta insuficiente de leche.
En la mayoría de los casos, ninguno de esos síntomas indica en realidad un problema. Son situaciones normales en esta época, que se pueden superar con un poco de paciencia y sin que haga falta complementar la alimentación del bebé con leche de fórmula. Pero entonces, ¿a qué se deben estos signos?
Por un lado, a los tres meses de vida el niño ha aprendido la técnica de la succión. Por eso, las tomas son más breves, ya que necesita menos tiempo para extraer toda la leche que necesita.
Del mismo modo, a estas alturas el cuerpo de la madre ha modificado «el sistema de producción de leche para optimizar el proceso«, indica la asociación Alba. En lugar de que los pechos estén llenos de leche todo el tiempo, la glándula mamaria la produce en el momento en que el bebé la requiere. De ahí que los pechos estén más blandos y también de que, a veces, los niños se irriten un poco al principio de la toma. Y es que mientras antes obtenían la leche al comenzar a mamar, ahora deben succionar durante un par de minutos para obtenerla. Pero, después del disgusto inicial, aprenden enseguida el nuevo mecanismo.
Y si las tomas son más caóticas, se debe a que, a estas alturas, la vista y el oído del pequeño alcanzan un grado de desarrollo que le permiten percibir mucho mejor el mundo que le rodea. De manera que, si antes solo veía la cara de su madre, a partir de los tres meses se distrae ante cualquier objeto o sonido que le llame la atención. Es decir, es parte del desarrollo normal del bebé.
¿Qué hacer ante la crisis de los tres meses?
Ante la crisis de los tres meses “lo adecuado es intentar adaptarse al bebé”, explica el Comité de Lactancia Materna de la AEP. La asociación Alba, por su parte, advierte de que hace falta “paciencia, mucha paciencia”, pero que “tal como ha llegado, la crisis se irá”. Ambos organismos ofrecen algunos consejos: