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El reflujo gastroesofágico (GER, por sus siglas en inglés) es el ascenso de contenido gástrico (estomacal) al esófago.
El reflujo gastroesofágico se debe a la debilidad del músculo del esfínter que conecta el esófago con el estómago. Todos los bebés tienen reflujo, en mayor o menor medida, y suele causarles molestias y diversos problemas. La mayoría lo supera entre los seis y doce meses de edad, pero en algunos casos les toma más tiempo.
A la mayoría de los bebés con reflujo gastroesofágico se les diagnostica con base en los síntomas clínicos descritos anteriormente. En algunos casos, se pueden hacer algunas pruebas para diagnosticarlo. Las siguientes son algunas de las pruebas que se pueden llevar a cabo:
Estudio del conducto gastrointestinal superior o esofagrama (ingesta de bario) – En este estudio, se llena el estómago del niño con bario (un líquido espeso con poco sabor) y se toma una radiografía del tubo digestivo para medir la frecuencia e intensidad del reflujo.
Escintigrafía gastroesofágica – El niño ingiere un líquido que contiene contraste y se toma una radiografía del estómago para medir el tiempo que tarda en vaciarse y para evaluar el reflujo gastroesofágico. Los resultados están disponibles en 24 horas.
Monitoreo del pH esofágico – Se introduce una sonda pequeña y flexible a través de la nariz hasta el esófago, a fin de medir la frecuencia con que los ácidos estomacales regresan al esófago. El tubo se deja hasta por un lapso de 24 horas.
Endoscopia – Después de anestesiar al niño, el médico utiliza un tubo flexible con una luz en el extremo para examinar el esófago, el estómago o la primera sección del intestino delgado.
Broncoscopía – Después de anestesiar al niño, y generalmente al mismo tiempo que se hace una endoscopia, el médico utiliza otro tubo flexible con una luz en el extremo para ver si hay aspiración (presencia de contenido estomacal en los pulmones).
Puesto que el reflujo gastroesofágico puede crear problemas para comer, respirar o subir de peso cuando ocurre con frecuencia, por lo general se recomienda que el bebé reciba un tratamiento. Existen varias opciones, por ejemplo, técnicas para darle de comer y sacarle los gases, posiciones para sostenerlo, sentarlo y acostarlo y también medicinas. En casos extremos, hay que operar.
Cuando le dé de comer, ya sea pecho o biberón, cargue al bebé erguido. Si usa biberón, sosténgalo de manera que la tetilla (chupón) esté siempre llena. Nunca deje al bebé solo con el biberón en la boca apoyado sobre algo.
No le dé demasiada leche; es mejor darle cantidades pequeñas con mayor frecuencia. El médico puede hacerle recomendaciones más específicas sobre la mejor forma de alimentarlo.
Haga que el bebé eructe con frecuencia (de 2 a 5 veces cada vez que le dé pecho y después de haber tomado de ½ a 2 onzas si le da biberón), o según las indicaciones específicas que le haya dado el médico. La diferencia dependerá del tamaño del bebé y de la cantidad de leche que suela tomar.
Para hacerlo eructar, enderécelo y recárguelo sobre su hombro o póngalo boca abajo sobre sus piernas, con la cabeza más alta que las caderas. No lo siente sobre sus piernas para sacarle los gases, ya que esta posición causa presión en el estómago.
Mantenga al bebé lo más erguido posible (es decir, con el torso más elevado que las caderas) durante un mínimo de 30 minutos después de darle de comer. Evite sentarlo después de comer, ya que esta posición causa presión en el estómago.
Algunos bebés también necesitan dormir en posición erguida. Si levanta la cabecera de la cuna para ponerlo en esta posición, será necesario utilizar un Danny Sling® que evite que el bebé se deslice mientras duerme. Es necesario que el médico lo recete para obtener uno.
Evite ponerle pañales muy apretados o ropa que le apriete el estómago, la presión puede agravar los síntomas del reflujo gastroesofágico.
Es posible que el médico le recete un medicamento para reducir la producción de ácidos estomacales o hacer que el estómago se vacíe más rápidamente.
El bebé debe estar erguido el mayor tiempo posible. Los portabebés tipo cangurera, como los de la marca Snugglies®, funcionan muy bien para este propósito. Mantenga la cabeza del bebé apoyada en todo momento y no utilice ningún tipo de almohada ni soporte blando para mantenerlo erguido.
Por lo general no se recomienda el uso de asientos ni columpios de plástico porque presionan el estómago y pueden causar reflujo gastroesofágico. Los asientos de tela (refiérase al dibujo) son muy útiles para mantener al bebé reclinado a 30° con las caderas extendidas. Este tipo de asiento se puede comprar en una tienda que venda artículos para bebés.
Para promover el desarrollo normal del bebé, permítale jugar, tanto boca arriba como boca abajo, en el suelo o en un corral, pero observe si regurgita la leche. Conviene ponerlo a jugar justo antes de darle de comer o 2 horas después. No permita que el bebé se duerma cuando está boca abajo.
Evite hacer presión sobre el abdomen del bebé al cargarlo y al cambiarle el pañal trate de ponerlo de lado en vez de levantarle las piernas.
Si necesita llevar al bebé en automóvil, espere al menos media hora después de darle de comer. Utilice un asiento de bebé que permita ponerlo tan erguido como sea posible, sin que la barbilla se apoye en el pecho.
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Este folleto sólo provee información general. Si tiene alguna pregunta, llame al médico.
Última revisión 4/2022
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Cuando un niño se está asfixiando, significa que un objeto, generalmente un alimento o un juguete, se ha quedado alojado en su tráquea (la vía respiratoria). Cuando esto ocurre, impide que el aire pase con normalidad hacia y desde los pulmones, por lo que el niño no puede respirar bien.
La tráquea suele estar protegida por un pequeño pliegue de tejido llamado epiglotis. La tráquea y el esófago comparten un orificio común en la parte posterior de la garganta. La epiglotis actúa como si fuera una tapa, cerrándose sobre la tráquea cada vez que la persona traga. Esto permite que los alimentos bajen por el esófago e impide que bajen por la tráquea.
Pero, de vez en cuando, la epiglotis no se cierra lo bastante deprisa y un objeto se puede colar hacia la tráquea. Esto es lo que ocurre cuando alguien dice que algo “se le ha ido por el otro lado”.
La mayoría de las veces, el alimento u objeto solo obstruye la tráquea parcialmente, se expulsa tosiendo, y la respiración vuelve a la normalidad rápidamente. Los niños que se atragantan, parece que están empezando a asfixiarse y tosen pero siguen siendo capaces de respirar y de hablar, se suelen recuperar sin ayuda. Puede ser molesto e incómodo y hasta les puede llegar a asustar, pero se suelen encontrar bien al cabo de pocos segundos.
Algunas veces, un objeto puede entrar en la tráquea y obstruir completamente el paso del aire. Si el paso del aire hacia y desde los pulmones queda obstruido y el cerebro deja de recibir oxígeno, el atragantamiento se convierte en un episodio de asfixia por aspiración, lo que puede ser una emergencia médica de riesgo vital.
Un niño que se atraganta puede estar asfixiándose y necesitar ayuda inmediata si:
En estos casos, inicie inmediatamente las compresiones abdominales (también conocidos como “maniobra de Heimlich”), el procedimiento estándar de rescate en los casos de asfixia por aspiración, siempre que disponga de la formación necesaria para hacerlos.
Si usted tiene hijos, es importante que reciba formación sobre las técnicas de la reanimación cardiopulmonar (o RCP) y de las compresiones abdominales (o maniobra de Heimlich). Incluso aunque no tenga hijos, dominar estos procedimientos de primeros auxilios le permitirá prestar ayuda a cualquier persona que se esté asfixiando.
Cuando una persona hace las compresiones abdominales, un flujo forzado y repentino de aire sale hacia arriba por la tráquea y desde el diafragma, lo que hará que un objeto extraño alojado en el interior de la tráquea salga volando hasta llegar a la boca (o incluso al exterior).
Aunque la técnica es bastante sencilla, debe hacerse con precaución, sobre todo en los niños pequeños. Es más segura cuando la lleva a cabo una persona que se ha entrenado en esta técnica. Si se hace mal, la persona que se está asfixiando, sobre todo si se trata de un bebé o de un niño pequeño, podría salir lesionada. Hay una versión especial de la maniobra de Heimlich para bebés que está pensada para reducir el riesgo de provocar lesiones en unos cuerpos de tamaño tan reducido.
Las técnicas de la maniobra de Heimlich y de la RCP se suelen enseñar en cursos básicos de primeros auxilios, que ofrecen los centros de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés), los hospitales y las delegaciones locales de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) y de la Cruz Roja Americana.
Llame al 911 en cualquier situación crítica de asfixia.
He aquí algunas de las posibles situaciones en las que usted se podría encontrar y algunos consejos sobre cómo abordarlas:
Si un niño se está asfixiando y tosiendo pero puede hablar y respirar:
Si un niño está consciente pero no puede respirar, hablar ni emitir sonidos o se está poniendo azul:
Si el niño que se estaba asfixiando está ahora inconsciente y ha dejado de respirar:
Lleve a su hijo a un servicio de urgencias médicas después de cualquier episodio de asfixia importante.
Acuda también a un servicio de urgencias médicas si:
Si su hijo ha tenido un episodio en que parecía que se iba a asfixiar pero se ha recuperado por completo después de un ataque de tos, no habrá necesidad de que reciba atención médica inmediata, pero usted debería llamar a su médico.
Todos los niños se exponen al riesgo de asfixiarse después de atragantarse con algo, pero los que aún no han cumplido tres años son los más vulnerables. Los niños pequeños tienden a meterse cosas en la boca, tienen las vías respiratorias más estrechas, por lo que se obstruyen con mayor facilidad, y no tienen mucha experiencia en masticar; por eso, tienden a tragarse los alimentos enteros.
Para ayudar a proteger a los niños pequeños: