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La hemorragia (sangrado) nasal es mucho más común en los niños que en los adultos; a más de uno en cada cuatro niños le sangrará la nariz en algún momento. Los niños que tienen un trastorno hemorrágico podrían requerir un tratamiento especial.
El interior de la nariz contiene varias arterias y venas, cuyo riego sanguíneo sirve para calentar y humidificar el aire antes de que llegue a los pulmones. En los niños, la membrana fina que recubre estos vasos sanguíneos es muy delicada y puede sangrar fácilmente.
La mayor parte de las hemorragias nasales ocurre en la parte anterior (delantera) de la nariz, ya que ésta contiene más vasos sanguíneos.
Entre las causas del sangrado nasal figuran las siguientes:
Llame a la clínica si:
Es posible que el hematólogo le recete el concentrado de factor, Amicar® (ácido aminocaproico), Nosebleed QR® o DDAVP (desmopresina).
24 horas después de tener una hemorragia nasal, hay que evitar:
La nariz puede tardar entre 7 y 10 días en cicatrizar después de que el sangrado haya parado. Durante este período, hay que tener cuidado al sonarse o frotarse la nariz.
Mantenga la nariz húmeda con:
Este folleto no es específico para su hijo; solo ofrece información general. Si tiene alguna pregunta, llame a la clínica. Si desea obtener más información acerca de los trastornos hemorrágicos, diríjase a las siguientes páginas web:
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This page is not specific to your child, but provides general information on the topic above. If you have any questions, please call your clinic. For more reading material about this and other health topics, please call or visit Children’s Minnesota Family Resource Center library, or visit www.childrensmn.org/educationmaterials.
© 2022 Children’s Minnesota
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Indice
Los bebés se resfrían mucho más que los adultos puesto su sistema inmunitario es más débil y tienden a llevarse todo a la boca, por lo que la transmisión de virus entre bebés es más sencilla. Por eso, es normal que un bebé sufra de 8 a 12 resfriados al año, pero normalmente estos no revisten gravedad y se curan solos en unos cuantos días.
Los síntomas principales de los resfriados son congestión nasal, mucosidad, tos, dolor de garganta y, en algunos casos, fiebre baja. Como los resfriados están causados por virus, los antibióticos no son efectivos, por lo que el tratamiento en caso de resfriado en un bebé está destinado a aliviar y mejorar los síntomas. Se puede recetar paracetamol para el dolor o la fiebre si la hubiera y medidas como darle más a menudo el pecho u ofrecerle más líquidos si ya toma alimentos sólidos, hacerle lavados nasales con suero o aspirar los mocos si no puede respirar, elevar la parte superior del cuerpo para dormir para facilitar la respiración, etc.
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Al aumentar la mucosidad, es normal que te encuentres mocos con sangre debido a que los capilares sanguíneos de los bebés son más finitos y, por lo tanto, se rompen con más facilidad y pueden sangrar. En este caso la sangre será escasa y no durará mucho tiempo.
También es posible que le rompas tú un capilar al introducir el suero o el aspirador, por eso debes limpiar su nariz con cuidado, consiguiendo que no se mueva mientras lo haces. No introduzcas mucho el aspirador ni la cánula del suero ni le hagas demasiados lavados. El aspirador debe usarse solo cuando el bebé no pueda respirar ni comer, nunca a menudo. De hecho, actualmente la mayoría de los pediatras desaconseja el uso de los aspiradores nasales ya que pueden resecar más las membranas nasales. Si usas el aspirador a menudo o lo haces de manera brusca puedes romper los capilares y hacer que los mocos salgan con sangre, así que evita el uso de este y potencia los lavados con suero.
O es posible que el niño se haga sangre al meterse los dedos en la nariz, ya sabemos cuánto les gusta hurgar en ella.
Por otro lado, la sequedad del ambiente a causa de la calefacción o del aire acondicionado puede resecar la nariz y las membranas nasales, haciendo que estas se inflamen y aumente la mucosidad, lo que puede provocar también sangre en los mocos.
Sin embargo, los mocos con sangre también pueden ser indicativo de otras enfermedades más serias:
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1- Gripe: La gripe está también causada por un virus como el resfriado, pero provoca síntomas más serios y puede complicarse en personas con afecciones respiratorias previas, ancianos, prematuros o menores de 2 años. Los síntomas principales de la gripe son fiebre alta, escalofríos, cansancio y dolor muscular, tos seca, vómitos, malestar general, dolor de cabeza. En bebés, es normal que estén apáticos, irritables, sin hambre y cansados.
La gripe también puede ir acompañada de mucosidad abundante, por lo que es posible que los capilares de la nariz de tu bebé se rompan al limpiarla y sangre. En este caso la sangre también será escasa y cesará pronto.
2- Bronquitis: La bronquitis es una enfermedad vírica infecciosa bastante común en bebés. Provoca la inflamación de los bronquios y suele estar causada por un resfriado o una gripe mal curados.
Los síntomas principales son molestia en el pecho, tos que produce moco, fatiga, fiebre alta, dificultad respiratoria, sibilancias.
También puede provocar sangre en los mocos que puede deberse a la congestión nasal que inflama las membranas nasales, aunque esta sangre también puede provenir de la infección de los bronquios. Si tu hijo tiene problemas para respirar y sibilancias y expulsa mocos con sangre al toser acude de inmediato al médico, puesto que puede tratarse de un caso urgente.
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La bronquitis no se trata con antibióticos ya que también está causada por un virus. Se recomienda ofrecer muchos líquidos al bebé, usar un humidificador y, si no puede respirar, un inhalador para abrir las vías respiratorias. Si la infección está causada por bacterias sí serán necesarios los antibióticos.
3- Neumonía: La neumonía es una afección de las vías respiratorias de origen bacteriano que causa la inflamación del pulmón. Existen dos tipos de neumonía producidas por el Streptococos pneumoniae, conocido como neumococo: la bacteriémica y la no bacteriémica. La primera es hasta tres veces más grave. La buena noticia es que existen vacunas que impiden el contagio de esta enfermedad, por lo que en países con una buena sanidad es una enfermedad poco habitual.
Por lo tanto, es menos común que la bronquitis en niños y hace que el tejido pulmonar se enrojezca e inflame provocando problemas para respirar. Puede ser una enfermedad muy grave si no se trata a tiempo.
Los síntomas principales en este caso son fiebre muy alta, mal estado general, tos persistente, respiración agitada o problemas para respirar, las costillas se notan al inhalar, escalofríos, dolor en el pecho o abdominal, vómitos, decaimiento, inapetencia e incluso, en ocasiones, pueden presentar un color azulado o gris en los labios y uñas (cianosis). Al igual que en las enfermedades anteriores, puede provocar la presencia de sangre en los mocos, aunque en este caso generalmente se debe a la infección.