Chicos descalzos: Niños descalzos, más inteligentes (y sobre todo, más felices)

Chicos descalzos: Niños descalzos, más inteligentes (y sobre todo, más felices)

Niños descalzos, más inteligentes (y sobre todo, más felices)

Hace un tiempo ya os explicamos cuáles eran las posibles razones de que los niños se descalzaran tan a menudo. A pesar de ello, los padres muchas veces insistimos en ponerles los zapatos, incluso cuando no los necesitan, porque no caminan.

Sabíamos lo cómodos y felices que están los niños explorando sus pies descalzos. Ahora, un estudio señala que la costumbre de calzar precozmente a los bebés y los niños puede afectar negativamente a su desarrollo y que, por contra, los niños descalzos desarrollan mejor su inteligencia:

En la actualidad hay una tendencia a calzar a los niños precozmente. Existen calzados denominados calzado para preandantes y calzado para gateo. En este artículo se pretende ofrecer argumentos científicos que justifiquen la necesidad de dejar descalzos los pies de los bebés no andantes.

Como método se ha utilizado el análisis y lectura crítica de distintas fuentes bibliográficas en relación al desarrollo psicomotriz del niño, tratados de neurología y las principales Teorías sobre el desarrollo de la inteligencia en el niño. Encontramos que el movimiento físico y el estímulo sensorial del bebé a través de los pies descalzos es factor de aceleración de maduración, del desarrollo propioceptivo y del desarrollo intelectual del niño.

Así comienza el estudio, titulado “Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes“, elaborado por Isabel Gentil García, Profesora de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid.

En él, se hace una crítica a la profusión de publicidad y comercios de calzado para “preandantes”, así como a la excesiva recomendación pediátrica de calzar a los bebés. En su opinión, este acto solo debería ser necesario con el fin de abrigar los pies, y como demostración ofrece argumentos científicos que justifican la necesidad de dejar descalzos los pies de los bebés no andantes, a través de un enfoque interdisciplinar.

Desde el punto de vista del desarrollo neurológio y de la sensibilidad táctil, los pies del recién nacido tiene una sensibilidad mucho más fina que la de la mano hasta los ocho o nueve meses.

Por ello en los primeros meses los pies tienen una función esencial: informar del mundo exterior al bebé, que toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas sensitivas son mayores. A partir de esta edad el pie de forma gradual pierde este tipo de sensibilidad.

El hecho de calzar continuamente a los bebés que no caminan les priva de información táctil y la percepción de la posición y movimiento de los pies en relación con el espacio, que juegan un papel importante en el sistema nervioso central. Por ello para la maduración de las habilidades motoras son necesarios el desarrollo de la coordinación visual manual y la adquisición de estas informaciones táctiles y perceptivas.

El estudio además se basa en las etapas de Piaget de desarrollo de la inteligencia, centrándose en la primera, en la etapa sensomotriz (desde el nacimiento a los dos años), cuando son importantes la manipulación, el movimiento y aprender a organizar de forma hábil la información sensorial. Se adquiere la primera noción del yo, del espacio, del tiempo y la idea de causalidad.

Sin duda los pies, como receptores privilegiados, contribuirían a un mejor desarrollo de la inteligencia del bebé, y ello es así porque la inteligencia se desarrolla mediante:

  • La maduración del sistema nervioso, esto es la capacidad de diferenciar y discriminar cada vez un mayor número de estímulos y tiene que ver con la diferenciación de las células nerviosas.
  • La experiencia de interacción con el mundo físico, esto es la manipulación, el manejo de los objetos. Significa conocer el funcionamiento de los objetos a través de manipular con ellos. El desarrollo de la inteligencia no sería posible sin esa manipulación, pues la maduración del sistema nervioso no es independiente de la experiencia. Junto a las manos y la boca, los pies también tienen un papel fundamental.
  • La necesidad de aprender. La mente humana tiende al equilibrio cognitivo. Cada vez que hay un estímulo exterior que no comprendemos tendemos a comprender. El sistema cognitivo tiende a buscar nueva información para reequilibrar, por eso el interés por aprender tiene que ver con buscar estructuras de conocimiento cada vez más complejas y estables.

Además de Piaget la autora se centra en otros autores para demostrar su teoría, y es que al final todos coinciden que el desarrollo es fruto de una compleja interacción entre el ambiente y el organismo y que uno de los factores ambientales que más interviene en su desarrollo es el propio cuerpo y su autoconocimiento.

Una de las imágenes más graciosas que descubrimos del bebé hacia los tres meses es que se mira y se toca las manos y los pies con curiosidad. Empieza a descubrir su cuerpo, y los zapatos en buena medida le restan sensibilidad, movimiento… A partir de los seis-siete meses, los bebés se suelen llevar los pies a la boca en ese proceso de autoconocimiento y aportando nuevas sensaciones y experiencias motoras que contribuyen al desarrollo de su inteligencia.

Además, el hecho de apoyar el pie descalzo en todo tipo de superficies, también irregulares, contribuye al desarrollo muscular. El calzado denominado preandante o el calzado para el gateo impide recibir sensaciones, además añade un peso excesivo a los pies impidiendo que se muevan libremente. Todo ello explica por qué los niños, cuando tienen un mayor control de su cuerpo, se quitan los zapatos continuamente.

Unos calcetines valdrían para que no tuvieran frío, aunque si los bebés se suelen llevar los pies a la boca no son convenientes, y de todas formas aprenden muy rápidamente a quitárselos también. Y, como comenté hace tiempo, considero que los zapatitos para bebés son muy bonitos pero poco útiles, mis hijas los llevaron realmente poco, también por el tema del precio: probablemente sean las prendas más caras en relación a su tamaño.

En definitiva, el estudio concluye que calzar a los más pequeños cuando aún no saben caminar puede perjudicar su desarrollo, y que esos zapatos “preandantes” no tienen justificación. Parece esta una nueva razón para dejar que los niños, si no hace frío, vayan descalzos por casa, aunque nos bastaba con ver lo cómodos y lo contentos que estaban explorando los pies, ¿no os parece?

Fotos | iStockphoto y nichole en Flickr-CC
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tranquilos, no se van a resfriar por ello

Aunque durante muchos años se nos dijo a los padres que el mejor modo de que los pies de los niños se desarrollaran era con unos zapatos rígidos, a poder ser botas, que les cogieran el tobillo y les permitiera poca libertad la realidad es muy diferente. Vamos, que lo mejor es todo lo contrario, que vayan descalzos tanto como sea posible y que cuando haya que calzarles sea con zapatitos livianos que permitan que sus tobillos tengan total libertad de movimientos.

El motivo es que descalzos los pies se desarrollan mucho mejor, más fuertes, con un puente más elevado y un mejor aprovechamiento de las estructuras del pie. Descalzos, incluso en casa. ¿Que si no se van a resfriar? No, tranquilos, no se van a resfriar por ello.

El mejor desarrollo del pie por ir descalzos

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, cada uno de los pies de nuestros hijos tiene 26 huesos, 33 articulaciones y más de 100 tendones, músculos y ligamentos. Esto nos hace ver que nuestros pies son una auténtica obra de “ingeniería evolutiva” diseñada para caminar por los terrenos más insospechados, actualmente completamente desaprovechados.

Están preparados para que podamos caminar por la montaña, entre piedras, zonas sinuosas, trepar árboles, etc., pues todas sus estructuras nos permitirían adaptarnos a todo tipo de terrenos. Sin embargo, desde pequeños los tapamos y aislamos con zapatillas con una cierta amortiguación, cerradas, o zapatos, y entonces no les dejamos que se ejerciten lo suficiente.

Fijaos hasta qué punto el mejor o peor desarrollo de los pies es determinante que, en Kenia, el país que forma a los mejores corredores de élite, los niños que ganan las carreras no son los que llevan zapatillas, sino los que van descalzos.

“Me da miedo que se resfríen”

Lo saben. Muchas madres saben que es mejor que los niños vayan descalzos por casa y sin embargo lo evitan. Les da miedo que el contacto de su piel con el suelo frío les vaya a provocar un resfriado por un viejo mito de la salud que dice que “los resfriados entran por los pies”.

Pero no, los resfriados no entran por los pies, y los virus tampoco, así que los niños pueden ir perfectamente descalzos y no resfriarse.

¿No tiene sentido para vosotros? Pues ahora mismo lo explicamos: tal y como explica la pediatra Gloria Colli en su página web, los resfriados suceden por dos razones que deben darse a la vez: virus y frío.

Virus hay por todas partes todo el año. Pasan del tracto respiratorio de una persona al de otra persona de manera directa (al hablar, estornudar, toser, etc.) o de manera indirecta, a través de las manos, si tocamos superficies donde están los virus y nos las llevamos a la boca o la nariz. Esos virus se quedan en nuestras mucosas y, dependiendo de cómo responda el cuerpo, nos provocarán un resfriado o no.

Esto quiere decir que no siempre que un virus entra en nuestro cuerpo nos provoca infección. Si así fuera, estaríamos siempre enfermos.

¿Cuándo enfermamos con más facilidad? Pues cuando hace frío porque es más fácil que nos contagiemos en los lugares que hace más calor (salimos menos a la calle, estamos en sitios cerrados porque fuera hace frío y los virus aprovechan el calor y la falta de ventilación y renovación del aire para hacer de las suyas).

Luego salimos a la calle, con el virus en nuestra nariz y el frío hace de complemento perfecto: el frío provoca vasoconstricción en la mucosa de la nariz, habiendo una menor presencia de leucocitos (defensas), y provoca también un menor movimiento de los cilios, que hacen de barrera para disminuir el paso de gérmenes al tracto respiratorio. Por eso en invierno es más fácil que los virus nos provoquen resfriados.

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