Carta a mi primera hija: Carta para mi primera hija, quien me enseñó a ser madre y descubrir una nueva manera de amar

Carta a mi primera hija: Carta para mi primera hija, quien me enseñó a ser madre y descubrir una nueva manera de amar

Carta para mi primera hija, quien me enseñó a ser madre y descubrir una nueva manera de amar

6 minutos

Escribir cartas a tus hijos y guardarlas para que puedan leerlas después es uno de los mejores regalos emocionales que puedes brindarles para expresar tu amor.

Escrito por Pablo Andrés Rojas Ramírez

Última actualización: 27 octubre, 2022

Convertirse en mamá de una bebé es una de las experiencias más hermosas que se puede vivir en una maternidad deseada. Y es que tener la oportunidad de ver crecer a una pequeña que representa una parte de tu esencia e historia es descubrir una nueva manera de amar. Esta es una carta de una mujer para su primera hija, ese ángel que le enseñó a ser madre.

Cuando los papás esperan la llegada de su primer hijo no solo la ilusión y la felicidad se asoman por la puerta, sino también la inexperiencia y la preocupación. Algo que es completamente normal, ya que el nacimiento de una bebé cambia por completo la vida de su madre y de su padre. Por lo que, si eres mamá de una niña, la siguiente reflexión será algo con lo que puedes sentirte identificada.


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Mi querida bebé, gracias por enseñarme una nueva forma de amar

Ya han pasado unos cuantos años desde que llegaste a mi vida a cambiar por completo el mundo que hasta el momento parecía tan normal. Y es que aún puedo recordar esas charlas que tenía conmigo misma y en donde me imaginaba contigo en un futuro cercano. Entregándote todo mi amor y viéndome reflejada en tu mirada y en tu personalidad.

La conexión que tienen las madres con sus hijas es única e inigualable. Así que cultívala para poder verla florecer.

El día que me di cuenta de la gran noticia de tu dulce espera será un recuerdo que atesoraré por siempre en mi corazón. Porque, a pesar de que tu llegada fue deseada y buscada por un largo tiempo, no pude evitar la sorpresa cuando en la prueba de embarazo aparecieron de la nada esas dos pequeñas rayas que cambian por completo la vida de toda mujer.

Yo me encontraba en mi oficina luego de varios días de sentirme extraña y decidí pasar a comprar una prueba en la farmacia después del trabajo. Al llegar a casa y, sin decirle nada a tu padre, me encerré en el baño y esperé pacientemente el resultado. Mil preguntas se pasearon por mi cabeza en apenas un par de minutos que se sintieron como horas.

Y luego, donde antes solo se encontraba el amor de nosotros, tus padres, apareció la señal de tu existencia y todo cambió para siempre. No te lo voy a negar, al principio estaba un poco asustada y me cuestionaba cosas como: ¿realmente estoy preparada para ser mamá? ¿Es el momento adecuado en el plano sentimental y económico? ¿Seré una buena madre? Y luego del paso de los años sé que tomé la decisión correcta, porque ahora haces parte de mi vida y en mi corazón.


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La anhelada noticia de la llegada de mi primera hija

Como lo sabes, no solo fuiste mi primera hija, sino también la primera nieta de la familia. Así que tu sorpresiva llegada al mundo llenó de alegría a tus abuelos y a tus tíos. Todos observamos con anhelo y esperanza cómo ibas creciendo poco a poco en mi barriguita y contábamos ansiosos los días hasta el momento de tu nacimiento.

Desde antes de que nacieras ya sabía que te convertirías en el amor de mi vida y ahora comprendo que estaba en lo cierto.

Ese preciso día, en las primeras horas de la madrugada, supe que ese momento con el que estuve soñando desde hacía nueve meses por fin había llegado. Y así fue, en un par de horas y luego de un gran esfuerzo y dolor recompensado, ya te tenía en mis brazos entregándote todo mi amor y mi calor en un contacto piel con piel.

Y aunque me inundaba un amor inexplicable, también nublaban mis pensamientos las emociones de duda y temor de que las cosas no fueran cómo esperaba. Sin embargo, a pesar de que el camino no ha sido fácil porque no tenía idea de cómo ser mamá, siento que te he entregado la mejor versión de mí para que puedas ser la persona que anhelo que seas: una mujer fuerte, libre, segura e independiente.

Porque gracias a ti, por ser mi primera hija, es que aprendí a ser madre. Tu diminuto cuerpecito lleno de inocencia e ilusiones me dieron la fuerza para enfrentar los obstáculos y brindarte todos los días mi amor incondicional. Y comprendí que mis objetivos y metas habían cambiado y ahora observaba la vida de una manera más optimista.

Gracias a mi primera hija por enseñarme nuevamente a amar

Quiero agradecerte, mi pequeña princesa, por todo lo que has hecho por mí. Por demostrarme la belleza de las burbujas en una tarde de verano. La emoción de jugar con las mascotas al llegar del colegio. La alegría de disfrutar de la Navidad con la inocencia de un niño. Gracias por hacerme encontrar la felicidad que se esconde en las cosas simples.

Compartir mi vida contigo me ha hecho verme reflejada en muchos de tus comportamientos y observar cómo disfrutas de las mismas cosas que yo gozaba a tu corta edad. Gracias por la manera en la que conectamos desde el primer segundo que te tuve entre mis brazos. Y, sobre todo, gracias por ser mi bebé y permitirme convertirme en madre de tu mano.

Por último, quiero pedirte perdón por todas las veces que he fallado. Debes comprender que nunca ha sido mi intensión herirte en el camino de la maternidad que día a día se construye. Porque, a pesar de que ahora no soy aquella mamá inexperta que aprendía a cambiar pañales y cuidar de tu pequeño ser, comprendo que me he equivocado y he aprendido de aquellos errores.

Así que nunca dudes de mi amor por ti. Porque te he amado incluso desde antes de que nacieras. Siempre seré tu madre y te acompañaré en tu camino sin importar las adversidades. Eres una de mis mayores fuentes de energía e inspiración y no podría estar más orgullosa de ver cómo vas creciendo para convertirte en una hermosa señorita. Te ama, mamá.

Anímate a escribir una carta para tu primera hija

Las cartas son una de las más hermosas maneras en las que podemos expresar nuestro cariño por otras personas. Por lo que te animamos a que les escribas algunas a tus pequeños a medida que van creciendo. De seguro se convertirán en hermosos tesoros que podrán leer cada que necesiten de la compañía y el afecto de sus papás.

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Gracias por llegar a mi vida

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Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Macarena Esperanza Marina

Última actualización: 02 enero, 2022

Gracias por llegar a mi vida. No hay regalo más purificador y gratificante que tu simple presencia. Me enseñaste las verdades ocultas del amor y los misterios de la vida. Me ayudaste a redefinir la felicidad y a ponerle cara a la paz y la armonía.

Te agradezco tantas horas de amor, y el hecho de hacerme sentir importante. Más importante que nadie para ese pequeño ser. Más que eso, su mundo. Eres la alegría por la que mi mundo gira, la sonrisa en mi rostro y esa sustancia hecha persona que acelera mi corazón.

Gracias por llegar a mi vida y demostrarme mi fortaleza. Por poner un aroma único a cada uno de mis días y los más bonitos colores a los más oscuros días. Eres la música que elijo escuchar desde el momento en que me despierto y ese pedazo de sol que prefiero mirar antes de cerrar mis ojos cada noche.

Gracias por llegar

Nada pudo darme tanta alegría como tu inminente llegada. Sí, la espera pudo desesperar, pero valió la pena, y la vida. Cada minuto a tu lado entiendo que la maternidad es el sacrificio más lindo y placentero. Comprendo que mi corazón salió de mi cuerpo, y hoy me llama “mamá”.

Nutriste mi alma con valentía por doquier, y paciencia infinita. Tallaste mi capacidad de amar, dotándome de un amor eterno, profundo, real. Me demostraste que podía convertirme en la persona más incondicional y darlo todo sin pedir nada a cambio.

Fuiste el motor por el que aprendí a luchar. Levantarme de cada caída para ayudarte con el ejemplo. Fue así como pude aprender, sobre el camino, a dar mis primeros pasos para ser mamá. Sí, me enseñaste nada menos que a ser madre.

Gracias por llegar y cambiar mis días. Por enseñarme lo esencial de la vida. Valorar aquello que verdaderamente vale más que todo el oro del mundo. Hallar la riqueza de tu alma, el tesoro que guardaba ese pequeño cuerpito. Redescubrir un océano de sensaciones en una cómplice mirada capaz de derretir glaciares.

Llegaste para cambiar mi vida

Desde que supe de tu existencia, supe que mi vida no sería la misma. El transcurrir de mis días comenzó a avanzar a otros ritmos. La tónica de mis problemas empezaron paulatinamente a mutar. Mis preocupaciones no eran ya personales, sino ajenas y propias a la vez.

Cada progreso, avance o triunfo se convirtió en una guerra más ganada. Tus tropezones, se tornaron en mis caídas. Tus lágrimas alimentaban un dolor inexplicable mientras que tus alegrías colmaban mi alma de felicidad. Tu amor fue desde el minuto cero mi mejor alimento espiritual.

Desde entonces, entendí que no había mejor bandera para portar que tu sonrisa. El destino había puesto en mi camino un ángel. Un pequeño y dulce angelito que me enseñaba a vivir, brindándome la posibilidad de ver la vida de otra manera.

Gracias por llegar y darme tantas oportunidades

Reviviendo mi infancia entendí que nunca es tarde para sentir a lo grande, es decir, como niño. Me entusiasmé con tu inocencia y frescura infinitas. Me empapé con tu mágica y asombrosa imaginación. Entendí la importancia de soñar a lo grande.

Cuando sentí vida agitándose en mi interior, te convertiste en mi ilusión y motor. Incluso, me permitiste repensar el accionar de mi madre desde otra perspectiva. Lograste ponerme en su lugar y comenzar a comprenderla. Básicamente a valorar todo lo que ella fue capaz de hacer por mí.

En definitiva, hijo, no tengo más que hacer que agradecer profundamente tu existencia. Dios me eligió para cuidar y amar a su más bonito tesoro. Prometí entonces dar mi vida por él. Hijo, gracias por llegar a mi vida y enseñarme tanto.

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