Cuatro acuerdos para niños: ‘Los 4 acuerdos’ para niños, el libro que le cambiará la vida a tus hijos

Cuatro acuerdos para niños: ‘Los 4 acuerdos’ para niños, el libro que le cambiará la vida a tus hijos

Los Cuatro Acuerdos Resumen | Don Miguel Ruiz

¿Estás al tanto de que estás soñando? Tanto dormidos como despiertos, los seres humanos sueñan constantemente. Anhelan el «sueño de la sociedad». Esto lo idearon nuestros antepasados al principio de la formación de la sociedad. Dicho sueño incluye todo tipo de normas, creencias, leyes, religiones y diferentes culturas que existen en esta sociedad. Cada vez que nace una nueva persona en este mundo, sus padres o tutores hacen todo lo posible por llamar su atención y enseñarle a adaptarse al sueño de la sociedad. Y es que la atención es una capacidad importante, ya que permite que las personas discriminen y se enfoquen en las cosas que quieren percibir. Una vez que los adultos han captado la atención del recién nacido, son capaces de priorizar en su mente lo que quieren enseñarle. Mediante la repetición constante, aprendemos poco a poco a soñar el sueño de la sociedad.
Así pues, gradualmente, aprendemos a distinguir entre el mal y el bien, entre la belleza y la fealdad, entre lo que conviene y lo que no. Sabemos lo que hay que creer y lo que no, comprendemos lo que es aceptable y lo que no. Sin embargo, no tenemos autonomía sobre estas elecciones. Por ejemplo, de niños somos demasiado vulnerables para elegir nuestra lengua materna, nuestra religión, nuestra ética y nuestros valores, de modo que tenemos que obedecer las orientaciones de los adultos. Si los niños respetan las normas establecidas por la sociedad, serán recompensados, y si no, serán castigados. Son domesticados por sus padres del mismo modo que los adultos domestican a un perro. El autor llama a este proceso domesticación humana. Posteriormente, nos aterroriza el castigo y nos preocupa aún más no obtener suficientes recompensas. Para recibir más recompensas, complacemos a los demás, nos ajustamos a las expectativas de otras personas y acabamos convirtiéndonos en la réplica de nuestros padres, de la escuela y de la sociedad.
Eventualmente llega un día en que ya no necesitamos ser educados por otras personas, ya que esas doctrinas se han arraigado profundamente en nuestras mentes. En ese momento empezamos a construir nuestro sueño personal y a adoctrinarnos a nosotros mismos. A estas alturas, nuestro cerebro tiene un libro de leyes y un juez, encargados de juzgar todo lo que pensamos y hacemos, haciéndonos sentir culpables y avergonzados cada día. Por supuesto, en nuestro cerebro también está la víctima, sobre la que recae toda la culpa, la responsabilidad y la vergüenza. Con frecuencia, la víctima afirma: «Pobre de mí, no soy lo suficientemente bueno. No soy lo suficientemente inteligente, no soy lo suficientemente atractivo. No soy digno de amor, pobre de mí». Y el juez asiente con la cabeza en señal de aprobación.
Entonces, ¿el libro de leyes siempre tiene la razón? Por supuesto que no. Cada vez que nos topamos con nuevas perspectivas, le echamos un vistazo al libro y tratamos de formular nuestra propia opinión en lugar de guiarnos por él. Esto sería sencillo de no ser porque el libro nos hace sentir seguros; al fin y al cabo, hemos confiado en él durante muchos años. Por consiguiente, seguimos dejando que el juez asuma el control y nos sentencie conforme al libro. Lo más injusto es que, en teoría, las personas son enviadas a juicio y castigadas sin importar si es la primera vez que cometen un error. Ahora bien, si nos volvemos a equivocar, seremos castigados implacablemente, ya que los seres humanos tenemos un avanzado mecanismo de memoria y cada vez que pensemos en el error, seremos sentenciados por el juez. Así tratamos a nuestros familiares y amigos. Los juzgamos cada vez que pensamos en sus errores y los arrastramos a un lugar desagradable.
No es justo. Pero, ¿de quién es la culpa? Es culpa de todo nuestro sistema cerebral, el sistema de los sueños. Muchos de nosotros no tenemos una buena perspectiva onírica, ya sea del sueño personal o del sueño de la sociedad. En este último, las personas suelen experimentar el tormento y el miedo, y el sueño se convierte en un escenario de violencia, miedo, guerra e injusticia. Por el contrario, los sueños personales, aunque varían de una persona a otra, son casi siempre una pesadilla. Si estás dispuesto a considerar el infierno como un estado mental, sin duda estamos en él. Las emociones negativas como la ira, la desconfianza, los celos y el odio son el infierno dentro del infierno, llegando a quemar nuestras almas y nuestras mentes.
Sí, nuestras almas en pena malviven en el infierno porque, bajo el sistema de domesticación, estamos acostumbrados a demostrar que somos lo suficientemente buenos y a ser aceptados por los demás; por lo tanto, creamos una imagen de perfección para nosotros mismos y no nos perdonamos si no estamos a la altura. Nos rechazamos a nosotros mismos, y el nivel de autorrechazo depende de hasta qué punto los adultos han quebrantado nuestra integridad. Cuanto mayor es el daño, más duros seremos con nosotros mismos y más dolorosa será nuestra vida. Para complacer a los demás, las personas ni siquiera dudan en hacerse daño a sí mismas. Por ejemplo, muchos adolescentes están dispuestos a consumir drogas para ser aceptados por sus compañeros. Sin embargo, no comprenden que el problema es que no se aceptan a sí mismos.
Nadie nos maltrata con más crueldad que nosotros mismos. Cuando estamos solos, el juez que habita nuestra mente se asegura de que no podamos huir del error que cometimos y de que nos castiguemos por ello. Es él quien despierta la culpa que nos hace sentir que somos estúpidos, malos y desvergonzados. Sin embargo, según el autor, permitimos el automaltrato de la misma forma en que permitimos que otros nos maltraten. Si la otra persona sobrepasa el límite, es posible que se lo permitamos, pero si no lo hace, lo más probable es que dejemos que siga haciéndonos daño, que nos trate como a un animal, porque en nuestro sistema de creencias siempre nos decimos a nosotros mismos: «No soy lo suficientemente bueno para que me quieran y me respeten. Soy afortunado de estar con esta persona. Me lo merezco».
Si quieres que eso cambie, los siguientes cuatro acuerdos pueden ayudarte. A lo largo de nuestra vida, firmamos miles de acuerdos. En dichos acuerdos nos decimos a nosotros mismos quiénes somos, qué sentimos, en qué creemos y cómo debemos comportarnos. Naturalmente, de estos acuerdos surgen situaciones dolorosas en nuestras vidas. Por lo tanto, si quieres decirle adiós al dolor, tienes que ser lo suficientemente valiente como para deshacerte de esos viejos acuerdos que consumen tu energía y te hacen sentir miedo. A continuación, sustitúyelos por los cuatro acuerdos de los que hablaremos en la siguiente parte.
Hasta aquí llegamos con la primera parte de este Bookey, donde hemos explicado que la vida es dolorosa y llena de pesadillas. Nacemos dentro del sueño de la sociedad. Para que nos adaptemos a dicho sueño, nuestros padres o tutores nos domestican como a un perro, hasta que construimos nuestro sueño personal y nos adoctrinamos a nosotros mismos. Sin embargo, para la mayoría de las personas, tanto el sueño personal como el sueño de la sociedad son pesadillas, ya que nos exigen que seamos perfectos. Si no satisfacemos esa expectativa, nos criticaremos o abusaremos de nosotros mismos. Peor aún, dejaremos que otros abusen de nosotros. Si queremos cambiar ese patrón, tenemos que liberarnos de las cadenas de nuestros viejos acuerdos y crear el hábito de los cuatro acuerdos.

Cuaderno de Trabajo de Los Cuatro Acuerdos

Introducción:  Tres maestrías, cuatro acuerdos

Las palabras son como semillas, y la mente humana es muy fértil, pero sólo para el tipo de semillas para el cual está preparada.

La primera vez que lees Los Cuatro Acuerdos, una parte de ti sabe que ya has oído esos conceptos con anterioridad o que los has experimentado en tu vida, aunque tal vez no de un modo tan simple. Al leerlo, descubres que los seres humanos creamos miles de acuerdos porque nos lo tomamos todo personalmente, y también que estos acuerdos se basan, principalmente, en suposiciones; al actuar de este modo, empleamos el poder de nuestras palabras contra nosotros mismos. Utilizamos toda nuestra capacidad creativa para engendrar un sueño que nos traerá sufrimiento el resto de nuestra vida.

Los Cuatro Acuerdos constituyen una herramienta para la transformación que nos impulsa a dejar de juzgar a los demás y principalmente a dejar de juzgarnos a nosotros mismos, y a empezar a practicar otra forma de vida. Nos llevan a acabar con el sentimiento de culpabilidad, la vergüenza y el autorrechazo; nos ayudan a romper los acuerdos que limitan la expresión de nuestra creatividad y a reemplazarlos por otros que facilitan la expresión de nuestro amor.

Con Los Cuatro Acuerdos mi intención fue la de crear un mensajero capaz de acceder a la imaginación de los lectores con el fin de cambiar su punto de vista. Si has practicado estos acuerdos, ya sabes lo que es posible conseguir con ellos. Tienen la capacidad de entrar directamente en tu sistema de creencias, en esos miles de acuerdos que estableciste contigo mismo, y generar una duda. Y como si fuese por obra de magia, porque son mágicos, los Cuatro Acuerdos liberan lentamente la fe que está atrapada dentro de tu sistema de creen-cias. Poco a poco recobras tu integridad, y tu verdadero yo empieza a despertar.

Los Cuatro Acuerdos son como un mapa que te indica los diferentes caminos por los que puedes llegar a tu destino. Su simplicidad es lo que hace que resulte tan sencillo utilizarlos en tantas direcciones. Pero el mapa constituye sólo una mitad. Tú eres la otra. En cualquier relación existen dos mitades. El libro, el mensajero, es una mitad de la relación, pero tú eres la otra, y ahí es donde reside la belleza de esta relación: en tu mitad.

Si tienes un objetivo y utilizas este mensajero como si se tratase de tu guía, lo alcanzarás. Con Los Cuatro Acuerdos aprenderás a sanar tu cuerpo emocional. Puedes utilizarlos para cambiar tu sistema de creencias y concebir otro completamente nuevo. También puedes emplearlos para sanar tu matrimonio y las relaciones que tienes con tus amigos y tus compañeros de trabajo, y para mejorar tu vida en todos los aspectos. Pero como se trata de un mapa, para empezar tienes que ser consciente del lugar en el que te encuentras ahora y de dónde quieres estar.

Hace miles de años, los toltecas crearon tres maestrías para alejarnos del sufrimiento y conducirnos de nuevo a nuestra verdadera naturaleza: la felicidad, la libertad y el amor. Nos animaron a vernos a nosotros mismos con sinceridad y crearon una maestría sólo para la conciencia. Esta primera maestría, la Maestría de la Conciencia, es el primer paso hacia la libertad personal, porque no podemos ser libres si no sabemos qué somos, dónde estamos o qué tipo de libertad buscamos. En esta maestría, cobramos conciencia de la bruma que existe en nuestra mente. Cobramos conciencia de que estamos soñando siempre y de que todo el mundo hace lo mismo. La Maestría de la Conciencia también puede llamarse «Maestría de la Verdad».

La segunda maestría tolteca, la Maestría de la Transformación, nos enseña a cambiar el sueño de nuestra vida. El objetivo de esta segunda maestría es el de poner orden en el caos del mitote — en todas las voces que ocupan nuestra mente — a fin de enfrentarnos a nuestros miedos, transformarlos y obtener resultados. El resultado que queremos conseguir es la libertad de vivir nuestra vida en lugar de la vida del Parásito o del sistema de creencias. La Maestría de la Transformación se consigue cambiando nuestros acuerdos y reprogramando nuestra mente a nuestra manera. Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la Maestría de la Transformación.

El resultado de estas dos maestrías es una mente libre del Parásito, y esa es la tercera maestría, la Maestría del Amor, o la Maestría del Propósito. Desde el punto de vista tolteca, el amor o el propósito es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible. Es la Vida misma; es el amor incondicional. Todo está hecho con amor porque todo proviene de Dios o de la Vida. Cuando nos hacemos maestros en el amor, gobernamos el sueño de nuestra vida, y cuando llegamos a dominar las tres maestrías, reclamamos nuestra divinidad y nos convertimos en uno con Dios. Entonces, cada acción que emprendemos es una expresión del Ser Único. Este es el objetivo de los toltecas.

Para aquellos de ustedes que quieren explorar la tercera maestría, he escrito un libro titulado La Maestría del Amor, en el cual se muestra la apariencia que tiene un sueño basado en el amor. La Maestría del Amor es el resultado de las dos primeras maestrías y nos enseña una manera mejor de vivir, nos enseña a vivir con amor. Pero, de momento, no vamos a centrarnos en la tercera maestría. El tema de este libro son las dos primeras maestrías.

El énfasis de la primera parte de este cuaderno de trabajo, antes de empezar a hablar sobre la aplicación de los Cuatro Acuerdos, se asienta en la conciencia. ¿De qué queremos ser conscientes? En esta primera parte nos centraremos en tres cosas:

1. El sufrimiento del ser humano empieza con la domesticación. Cuando somos niños otras personas captan nuestra atención y nos enseñan a soñar de la forma en la que lo hace la sociedad. Así es como se utiliza nuestra atención por primera vez y se crea el primer sueño de nuestra vida.

2. Los seres humanos tenemos la capacidad de crear, pero invertimos nuestro poder creativo en nuestras creencias. El poder de nuestras palabras, que es lo mismo que nuestro propósito, nuestra voluntad, nuestra fe y nuestro amor, está atrapado en el interior de una rígida estructura de creencias. Esto limita enormemente nuestro poder para cambiar el sueño.

3. La función de la mente humana es la de soñar, pero hemos aprendido a soñar sin ser conscientes de ello. Una vez que somos conscientes de que estamos soñando, nos despertamos y entonces recuperamos nuestro poder de cambiar el sueño siempre que escojamos hacerlo. Cuando descubrimos que tenemos el poder de crear el sueño del cielo, queremos cambiar nuestro sueño, y los Cuatro Acuerdos constituyen la herramienta perfecta para conseguirlo. En la segunda parte de este cuaderno de trabajo exploraremos distintas maneras de convertirnos en maestros del arte de soñar:

4. Utilizar la voluntad y la atención por segunda vez. En el sueño de la segunda atención, escoges creer lo que tú quieres creer, y eso incluye creer en ti mismo.

5. Utilizar los Cuatro Acuerdos para cambiar tus acciones y reacciones. Cada elección que haces tiene una consecuencia o un resultado. Cuando cambias la acción, cambias el resultado y cambias el sueño de tu vida.

6. Utilizar el apego y el desapego a fin de rendirte al ángel de la muerte. El ángel de la muerte te enseña a vivir en el momento presente en vez de hacerlo en el pasado o en el futuro. Cuando tu atención se centra en el momento presente, disfrutas de la vida con más intensidad porque estás plenamente vivo.

Este cuaderno de trabajo te brindará más información sobre las dos primeras maestrías, pero por sí sola la información no es suficiente, no es más que una semilla en tu mente. Lo que cambiará las cosas de verdad es la acción. Si practicas los Cuatro Acuerdos, acabarás siendo un maestro en ellos. Con el tiempo, tras muchas repeticiones, estos acuerdos se convertirán en un hábito y comprobarás de qué modo transformarán tu vida.

Existe una bella historia en la que Jesús explica a sus discípulos que sus palabras son como semillas. Él envía sus semillas a todas partes, pero algunas caen sobre las rocas y nunca llegan a crecer. Otras caen en una tierra fértil en la superficie, pero dura por debajo; estas semillas llegan a brotar, aunque pronto mueren. Después están las semillas que caen sobre una tierra que es muy fértil y crecen con fuerza hasta convertirse en grandes árboles. Conocerás al árbol por sus frutos.

Adoro esta metáfora. Es maravilloso ver cuántas personas que han practicado los Cuatro Acuerdos han crecido para convertirse en árboles que dan fruto. Sólo imagínate que hubiera la posibilidad de vivir en una sociedad en la que los Cuatro Acuerdos fuesen un hábito para todas las personas, su manera de expresar la Vida. Imagínate viviendo en una sociedad en la que todo el mundo practicase el amor hasta convertirse en maestro del amor. Ocurrirá; es sólo una cuestión de tiempo. Ya existe un nuevo sueño en este mundo que está listo para ser soñado por los seres humanos, libres del Parásito. El sol ya ha cambiado; la luz ha cambiado. Sólo necesitamos a seres humanos que sueñen el nuevo sueño.

Utilizando los Cuatro Acuerdos en nuestra vida modificamos nuestro sueño personal, y pronto nuestro nuevo sueño modificará el sueño externo. No es nece-sario que intentemos modificar activamente el sueño externo. Ese será el resultado natural de nuestra propia transformación.

Decidir centrarnos en nuestra propia libertad no es un acto de egoísmo; es el mayor regalo que podemos brindarle a la humanidad.

CUADERNO DE TRABAJO DE LOS CUATRO ACUERDOS:  Utiliza Los Cuatro Acuerdos para gobernar el sueño de tu vida

Índice

Introducción: Tres maestrías, cuatro acuerdos

Primera Parte: La Maestría de la Conciencia

1.  La domesticación El sufrimiento del ser humano empieza con la domesticación.

2.  El poder de las palabras Los seres humanos somos creadores, pero nuestro poder creativo se apoya en nuestras creencias.

3.  El sueño La función de la mente humana es soñar, pero hemos aprendido a hacerlo sin ser conscientes de ello.

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