Ejemplos de fabulas infantiles: 15 fábulas de Esopo para niños en versión microrrelato – VOCA Editorial

Ejemplos de fabulas infantiles: 15 fábulas de Esopo para niños en versión microrrelato – VOCA Editorial

15 fábulas de Esopo para niños en versión microrrelato – VOCA Editorial

¿Por qué las mejores fábulas de Esopo han fascinado a tantas generaciones de niños y no tan niños, resistiendo el desgaste del tiempo? Quizá por la sencillez de su narración, por los dilemas éticos que proponen, porque sus protagonistas son animales, por su humor de fondo… Por eso hemos seleccionado las 15 mejores fábulas de Esopo, las más interesantes y conocidas en versión microrrelato, para aprender las lecciones que nos brindan sus personajes. 

  • 1. Las 15 mejores fábulas de Esopo
  • 2. «Fábulas de Esopo como nunca», de VOCA Editorial

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Las 15 mejores fábulas de Esopo 

A continuación te narramos en microrrelato 15 fábulas de Esopo muy conocidas, remarcando su moraleja y el aprendizaje.

1. «La liebre y la tortuga»

Érase una vez una liebre muy veloz que presumía de ello ante todos los animales del bosque. Un día, se encontró con una tortuga que caminaba muy despacio. La liebre se burló de su lentitud.

—Hagamos una carrera y veamos quién gana —propuso la tortuga.

Al empezar la carrera, la liebre salió disparada, mientras que la tortuga avanzó lentamente. Al ver que sacaba una gran ventaja a la tortuga, la liebre se paró en un árbol a descansar. La tortuga siguió avanzando, poco a poco y sin detenerse. 

Cuando la liebre despertó, vio angustiada que la tortuga estaba a punto de llegar a la meta. La liebre corrió y corrió, pero fue demasiado tarde. La tortuga cruzó la meta, agotada pero feliz. 

  • Moraleja: De poco vale el talento sin esfuerzo. Esta fábula de Esopo nos enseña que, con perseverancia y con esfuerzo, podemos lograr nuestras metas.

2. «El pastor y el lobo»

Había una vez un joven pastor que todos los días llevaba a su rebaño a pastar. Como se aburría muchísimo, decidió gastar una broma a los campesinos del lugar.

—¡Que viene el lobo! ¡Auxilio! ¡Mis ovejas!

Los campesinos corrieron a ayudarle, pero no vieron ni rastro del lobo. El joven pastor rio a carcajadas, mientras los campesinos se alejaban muy enfadados. Una semana después, el pastor volvió a gastarles la misma broma. 

Hasta que un día, el pastor vio acercarse a un lobo. Aterrorizado, gritó pidiendo auxilio. Pero esta vez, los campesinos no le creyeron y el pastor se quedó sin su rebaño.

  • Moraleja: Nadie cree al mentiroso cuando dice la verdad. Esta es otra de las mejores fábulas de Esopo y nos enseña que si mentimos, nadie confiará en nosotros cuando digamos la verdad.

3. «El avaro»

Érase una vez un hombre muy rico que vendió todo lo que tenía a cambio de varios lingotes de oro. Y para que nadie le robara, enterró el oro en un bosque. Todos los días acudía al lugar para comprobar que su oro seguía allí, sin saber que un ladrón lo vigilaba escondido.

Una noche, el ladrón desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el rico descubrió el robo, dio tal grito que un vecino se acercó a ver qué pasaba. El hombre rico lloraba, desesperado. Entonces el vecino tomó unas piedras, las enterró en el mismo lugar y dijo:

—Aquí tiene su tesoro. Sabe que nunca habría gastado sus lingotes. ¿Qué más le da, entonces, que sean piedras? Así por lo menos dejará de sufrir.

  • Moraleja: Corazón codicioso no tiene reposo. Esta fábula de Esopo nos enseña que la riqueza, si no se comparte, no vale nada y solo trae pobreza.

4. «El lobo disfrazado de cordero»

Esto era un lobo muy hambriento que vio un rebaño de ovejas. Un día encontró una piel de oveja en el bosque y tuvo una idea para despistar al pastor.

—Me disfrazaré con esta piel de oveja. Así las ovejas y el pastor creerán que soy una oveja más.

Y su plan funcionó. Al atardecer, el lobo fue llevado al establo con el resto de las ovejas. El lobo se relamió, pensando en el gran banquete que se daría por la noche. Pero, cuando anocheció, el pastor entró en el establo buscando carne para cenar. Y, creyendo que el lobo era una oveja, lo tomó y se lo llevó.

  • Moraleja: Quien muchas trampas hace termina por caer en ellas. Esta fábula de Esopo quiere enseñar que la mentira y las trampas siempre nos traerán problemas. Cuanto mayor sea la mentira, mayor será el daño.

5. «La hormiga y la paloma»

Una hormiga bebía agua en un río, con tan mala suerte que cayó al agua. Pasaba por ahí una paloma que, al oír sus gritos de auxilio, corrió a salvar a la pequeña hormiga.

—Gracias, amiga paloma —dijo la hormiga muy agradecida—. Si algún día estás en peligro, yo te ayudaré.

Varias semanas después, un cazador vio a la paloma sobre una rama. Estaba a punto de disparar su escopeta cuando, de pronto, la hormiga se metió por debajo del pantalón y le mordió la pierna. Y así pudo la paloma escapar, sana y salva.

  • Moraleja: Haz bien y no mires a quién. Esta no podía faltar en nuestra selección de las mejores fábulas de Esopo pues nos enseña a ayudar siempre a los demás, y que toda buena acción trae más acciones buenas.

6. «La cigarra y la hormiga»

Un verano especialmente caluroso, una cigarra descansaba bajo la sombra de un árbol. Se pasaba el día cantando y bailando, mientras su vecina la hormiga iba y venía cargada de comida.

—¿Por qué no descansas conmigo, vecina? —le preguntó la cigarra.
—Si descanso ahora, ¿quién alimentará a mis crías en invierno? Si fuera tú, recogería provisiones.

Pero la cigarra siguió ociosa. Entonces llegó el frío invierno, y la cigarra no encontró alimento. Tiritando, fue a casa de la hormiga a pedirle comida. Pero la hormiga le contestó que apenas tenía provisiones para su familia. Y la pobre cigarra siguió su camino, pero con la lección bien aprendida.

  • Moraleja: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Esta quizás sea una de las más emblemáticas y mejores fábulas de Esopo. Enseña que el esfuerzo obtiene su recompensa, mientras que con pereza y vagancia no se logra nada.

7. «La gallina de los huevos de oro»

Érase una vez un campesino pobre que encontró una gallina muy especial: cada día ponía un huevo de oro. Desde ese día, su suerte cambió y se convirtió en el hombre más rico de la región.

Pero llegó el día en que el campesino quiso más huevos de oro al día. Y tuvo una idea.

—Si la gallina pone huevos de oro, será porque los tiene dentro… ¿Y si saco todos de golpe?

Así fue como el campesino avaricioso mató a la gallina y, con ella, su fuente de riqueza. Desde ese día se tuvo que conformar con huevos de yema.

  • Moraleja: La avaricia rompe el saco. Esta fábula de Esopo nos enseña que la persona avariciosa siempre quiere más, y que debemos valorar lo que tenemos.

 

8. «La zorra y el cuervo»

Una zorra muy hambrienta vio a un cuervo posado sobre un árbol, con un trozo de queso en el pico. La zorra, que era muy astuta, ideó un plan para conseguir el queso.

—¡Qué hermosas son tus plumas, amigo cuervo! ¡Qué brillo! ¡Qué color! Eres la envidia de todas las aves.

El cuervo se estiró sobre la rama, sacó pecho y extendió sus alas con orgullo. La zorra siguió piropeando al cuervo, pero todavía agarraba el queso con recelo. Hasta que…

—Me han dicho que el cantar del cuervo supera cualquier cantar. ¿Es cierto, amigo cuervo? ¿Tan hermosa es tu voz? ¿Cantarías algo para mí?

Entonces, lleno de vanidad, el cuervo tomó aire, abrió el pico y graznó lo más fuerte que pudo. Cuando terminó, vio a la zorra alejarse feliz con el trozo de queso en su boca.

  • Moraleja: Si te halagan sin parar, intenciones hay detrás. Esta fábula de Esopo nos enseña a desconfiar de las personas que nos adulan sin motivo alguno, porque solo quieren engañarnos y conseguir algo a cambio.

9. «El cuervo y la jarra»

Hubo una vez una gran sequía. Un cuervo sediento vio, de pronto, una jarra, pero su pico no alcanzaba el agua.

—¡No puede ser! Moriré de sed si no encuentro la forma de beber.

El cuervo metió aún más el pico y zarandeó la jarra, pero nada… Entonces metió la pata con la idea de mojarla y poder lamer alguna gota, pero su pata también era demasiado corta.

A punto estaba de tirar la toalla cuando tuvo una idea. Durante una hora estuvo el cuervo metiendo piedras en aquella jarra. Era un trabajo lento y pesado, pero al final obtuvo su recompensa. Gracias a las piedras, el agua subió hasta el borde de la jarra y el cuervo pudo saciar su sed.

  • Moraleja: La necesidad agudiza el ingenio. Esta es otra de las más famosas y mejores fábulas de Esopo. Enseña a tener paciencia ante los problemas, pues ante las dificultades surgen las mejores ideas.

10. «La lechera»

Érase una vez una joven campesina que salió al mercado a vender un cántaro lleno de leche. Por el camino, iba pensando qué haría con las ganancias:

—Con el dinero que gane, compraré doscientos huevos. Los huevos me darán hermosos pollitos, que venderé al mejor precio. Con ese dinero, compraré un cerdito. Y cuando lo venda, me compraré el vestido más hermoso del pueblo.

Tan ensimismada iba la joven que no vio una piedra en el camino y tropezó. El cántaro cayó al suelo, haciéndose añicos. Adiós a la leche, a los huevos, los pollitos, el cerdito y al maravilloso vestido con los que había soñado.

  • Moraleja: Sueña cuanto quieras, pero no olvides mantener los pies en la tierra. Esta fábula de Esopo nos enseña a huir de las ensoñaciones y a valorar y ser felices con lo que tenemos.

11. «El cascabel del gato»

Había una vez unos ratones que vivían atemorizados por un gato. Cada vez que salían a por comida, el gato los perseguía. Hacía semanas que no comían nada. Entonces, uno de los ratones tuvo una idea:

—¡Ya sé! Pondremos un cascabel al gato. Así lo oiremos a tiempo y podremos escapar.
—¡Qué buena idea! —contestó el ratón más viejo—. Pero ¿quién será el valiente que le ponga el cascabel?

Todos los ratones pusieron excusas y volvieron a sus hogares, más hambrientos que nunca.

  • Moraleja: Del dicho al hecho hay un gran trecho. Esta no podía faltar entre las mejores fábulas de Esopo. Nos enseña que es muy fácil opinar y hablar, y que lo difícil es llevar algo a la práctica.

12. «La zorra y la cigüeña»

Cuentan que una zorra invitó a cenar a su vecina la cigüeña. Le sirvió sopa en un plato llano, y la pobre cigüeña no pudo tomar nada con su largo pico. Entonces la cigüeña invitó a comer a la zorra. Le sirvió un delicioso guiso de carne en una vasija alta.

—Vecina, así no alcanzo a comer nada —se quejó la zorra.
—¿De verdad? Pues entonces disfrutarás de mi cena tanto como yo disfruté de la tuya.

  • Moraleja: No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Esta fábula de Esopo nos enseña a tratar a los demás con respeto y como quisiéramos que nos trataran a nosotros.

13. «El caballo y el asno»

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día en que iban a la ciudad con los fardos cargados, el asno se sintió muy cansado y pidió ayuda al caballo. Pero el caballo se hizo el sordo y siguieron el camino.

Una hora después, el asno se desplomó, sin fuerzas. Entonces el dueño echó toda la carga del asno y al propio asno encima del caballo.

—Debí haber ayudado al asno cuando me lo pidió —se lamentó el caballo—. Ahora no tendría que llevar tanto peso…

  • Moraleja: Cuando ayudes a los demás, tu propio bien cosecharás. Esta fábula de Esopo enseña que cuando ayudamos a alguien, nosotros también salimos beneficiados.

14. «El león y el ratón»

Érase una vez un ratón que caminaba, sin saberlo, sobre el lomo de un león. De pronto, una garra atrapó al ratón, con la intención de comérselo.

—No me coma, por favor. Le prometo que si alguna vez está en apuros, yo lo ayudaré.
—¡Ja, ja, ja! ¿Cómo podrá ayudarme alguien tan pequeño?

Pero el león lo dejó marchar por esta vez. Días más tarde, el ratón escuchó unos rugidos cerca de su madriguera. Era el león, que había quedado atrapado en una gran red. Entonces el ratón comenzó a roer la red, hasta hacer un agujero del tamaño del león. Y desde entonces, el pequeño ratón y el enorme león fueron amigos inseparables.

  • Moraleja: Hasta los más grandes necesitan de los pequeños. Esta fábula de Esopo nos enseña a valorar a todos, sin importar su aspecto o las apariencias.

15. «El ciervo y su reflejo»

Había una vez un ciervo que se acercó a un lago para beber. Al ver su reflejo en el agua, dijo:

—¡Qué cuernos tan majestuosos! Son impresionantes. Pero ¿estas patas? ¡Qué frágiles y finas en comparación con los cuernos!

De pronto, apareció un león dispuesto a comerle. El ciervo corrió y corrió con sus ágiles patas. Casi había despistado al león cuando sus cuernos se enredaron en las ramas de un árbol. Y entonces comprendió que lo que tanto admiraba, su cornamenta, iba a ser su perdición.

  • Moraleja: Valora y aprecia lo que tienes: lo necesitarás cuando menos lo esperes. Esta fábula de Esopo nos enseña a querernos como somos y a valorar lo que tenemos, sin compararnos.

«Fábulas de Esopo como nunca», de VOCA Editorial

Las fábulas que hemos relatado están narradas con mucho más detalle en el álbum ilustrado de VOCA Editorial: Fábulas de Esopo como nunca (2020). El libro ofrece una selección de las 25 fábulas más conocidas de Esopo, contadas con detalle, con diálogos ágiles y toques de humor. Está escrito para un público infantil, con grandes ilustraciones y una moraleja final resaltando los valores de cada historia.

Además, al final del álbum hay actividades de comprensión de cada fábula, que siguen los cuatro procesos de comprensión que evalúan PISA y PIRLS. También hay preguntas sobre los valores de la historia y para trabajar el pensamiento crítico. Disfruta del plan lector con todas las fábulas de Esopo de VOCA Editorial en formato audiocuento en Spotify. Ya ves, Fábulas de Esopo… ¡como nunca!

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10 Ejemplos de Fábulas con Moraleja para Niños

Las fábulas son textos literarios cortos de los que se desprende una enseñanza moral o lección. Sus personajes suelen ser animales personificados, es decir que realizan acciones propias de los humanos. Por ejemplo: La zorra y las uvas, El escorpión y la rana (ambas de Esopo).

Las fábulas permiten analizar distintas virtudes y defectos de las personas de una manera pedagógica, a fin de transmitir una moraleja, que puede aparecer de manera explícita al final del texto o quedar implícita para que la deduzca el receptor.

Por lo general, estos relatos se difunden de manera oral, para que los niños y niñas que están en proceso de crecimiento y todavía no saben leer puedan aprender ciertos valores por medio de historias sencillas que entretienen y llevan a la reflexión. Las fábulas son textos con una finalidad didáctica, y por eso desempeñan un rol importante dentro de la literatura infantil.

  • Ver además: Fábulas cortas

Partes de la fábula

Las fábulas se componen de cuatro partes:

  • Introducción. Se presentan a los personajes de la historia, el tiempo y el lugar en el que suceden los hechos, y las primeras acciones que darán lugar al conflicto.
  • Nudo. Se desata un conflicto que afecta al o los protagonistas de la historia, se trata del problema al que deben enfrentarse.
  • Desenlace. Se resuelve el conflicto que se desarrolló en el nudo y se cierra la historia.
  • Moraleja. Se transmite una enseñanza o lección moral (implícita o explícitamente) que se desprende de la historia.
  • Puede servirte: Introducción, nudo y desenlace

Ejemplos de fábulas para niños con moraleja

  1. La zorra y las uvas

Una zorra que dormía bajo una vid se despertó hambrienta y, enseguida, vio un racimo de uvas muy tentador sobre su cabeza. Quiso alcanzarlo, pero fue en vano: su pequeña estatura no se lo permitió. Trató de treparse al árbol, dio saltos, estiró sus patitas, hasta que se dio por vencida.

Mientras se alejaba del árbol, resignada, vio que un pequeño pajarito había estado observándola y se sintió avergonzada. Rápidamente se acercó al ave y, enojada, le dijo: “Cuando salté, me di cuenta de que las uvas no estaban maduras. Mi paladar es muy exquisito. Si no, me las hubiera comido”. Y, dándole la espalda al pajarito, que no alcanzó ni siquiera a responderle, la zorra se alejó.

Moraleja: Si no logramos alcanzar una meta, no debemos menospreciarla, ni culpar a otras personas o a las circunstancias por nuestros planes fallidos. Uno debe aprender a ser responsable de sus actos.

  1. La liebre y la tortuga

Con arrogancia y soberbia, una liebre se burlaba constantemente de una tortuga por su lentitud. Un día, harta de las agresiones, la tortuga le propuso correr una carrera para ver cuál de las dos era más veloz. La liebre, entre risas, aceptó la propuesta.

Finalmente, llegó el día de la carrera y todos los animalitos del bosque se acercaron a la línea de partida para ver la competencia. Apenas se escuchó la señal, la liebre salió corriendo a toda prisa. Mientras tanto, la tortuga, con su paso lento pero constante, avanzó por la pista, en la que su competidora no había dejado otro rastro que el polvo que levantaron sus ágiles patas al correr.

Relajada y orgullosa por su desempeño, la liebre decidió tomar una siesta cuando le faltaba poco para llegar a la meta, pero ya daba por descontado que sería la ganadora. El problema fue que se quedó dormida. Cuando se despertó, exaltada, vio a lo lejos que la tortuga estaba a dos pasitos de la línea de llegada. Corrió con todas sus fuerzas, pero cuando alcanzó la meta ya era tarde. La tortuga había ganado y era aplaudida y ovacionada por todo el público.

Moraleja: La vanidad y el exceso de confianza nos pueden jugar una mala pasada. Nunca te burles de los demás por no tener tus mismas habilidades, porque seguramente tienen otras igual de valiosas. La perseverancia y la constancia rinden sus frutos.

  1. El escorpión y la rana

Una rana descansaba a la orilla del río hasta que la aparición de un escorpión la puso en alerta. Apenas el arácnido le dijo las primeras palabras, la rana se tranquilizó:

—Ranita, ¿serías tan amable de montarme en tu lomo para que pueda atravesar el río? Prometo que no te picaré. Si lo hago, ambos nos ahogaríamos —le dijo el escorpión.

Luego de analizarlo un rato, en silencio, la rana aceptó el pedido del escorpión. Lo invitó a subirse a su lomo, se zambulló en el río y empezó a nadar. Pero, en medio del trayecto, la rana sintió un fuerte pinchazo y un profundo dolor: el escorpión, pese a su promesa, la había picado. Asustada y débil al mismo tiempo, la rana le preguntó a su pasajero por qué lo había hecho, y le advirtió que ambos morirían.

—Es que es mi naturaleza, no pude evitarlo —argumentó el escorpión, mientras ambos se hundían en el agua.

Moraleja: Los demás no tienen por qué actuar como lo haríamos nosotros: aunque alguien muestre buenas intenciones, los rasgos que forman parte de su naturaleza no cambian, aun cuando puedan dañarlos a ellos mismos.

  1. La gallina de los huevos de oro

Una pareja de granjeros compró la gallina más gorda y rebosante del mercado. A la mañana siguiente, cuando fueron a buscar los huevos al gallinero, se toparon con que la flamante gallina había puesto ¡un huevo de oro! Este extraño suceso se repitió cada día.

Sin salir de su asombro, se les ocurrió que si mataban a la gallina, podrían hacerse de todos los huevos de oro al mismo tiempo, sin tener que esperar a que ponga un único huevo por día. El problema fue que, cuando la mataron, en el estómago de la gallina no encontraron nada. Así, se quedaron sin la gallina y sin los huevos de oro.

Moraleja: La codicia nunca es buena consejera: nos puede llevar a perder lo que tenemos y a convertir la fortuna en pasajera.

  1. El león y el ratón

Caía el sol y el león solo tenía planificado descansar. Había sido una ardua jornada de caza, por lo que decidió recostarse debajo de un árbol a dormir una pequeña siesta. De repente, sintió algo en su cara. Abrió los ojos y se dio cuenta de que un pequeño ratón subía por su nariz.

Malhumorado, el león lo agarró de la cola y, cuando estaba por meterlo en su boca para comérselo, escuchó la fina vocecita del ratón que le pedía que se apiadara de él. El animalito le prometió que, si no lo comía, algún día se lo pagaría. Esta promesa dibujó una sonrisa en la cara del león. Se preguntó cómo ese diminuto animalito podría ayudarlo algún día. Así y todo, le perdonó la vida.

Apenas unos días más tarde, el león quedó atrapado en la red de un cazador. Desesperado, comenzó a pedir ayuda a los gritos. El ratón, que se encontraba por allí, reconoció su voz y salió corriendo a asistirlo. Con sus filosas paletas, rompió la red que lo envolvía y lo liberó.

—Hasta un pequeño ratón puede ayudar a un león —dijo el ratón, orgulloso de haberlo liberado.

Moraleja: Los actos de bondad siempre son compensados. Nunca menosprecies la ayuda de nadie, pues puede provenir de quien menos lo esperamos.

  1. Pedro y el lobo

Pedro era un niño pastor al que siempre le gustaba engañar a sus vecinos haciéndoles creer que venía el lobo. Cada dos por tres, se escuchaba en toda la zona:

–¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Ha venido un lobo y se quiere comer todo mi rebaño! ¡Y después irá por los de ustedes!

Frente a este pedido desesperado, y la terrible amenaza del lobo, los campesinos de la zona acudían a toda velocidad a ayudar a Pedro, pero cuando llegaban se encontraban con el niño tirado en el pasto muerto de risa, y sin noticias de ningún lobo.

Un día, Pedro descansaba debajo de un árbol y sintió que algo se movía por detrás. Cuando quiso darse cuenta, un gran lobo estaba atacando a sus ovejas. Comenzó a pedir auxilio de todas las maneras posibles, intentando aclarar que esa vez sí era en serio, pero como mentía tan a menudo nadie le creyó ni acudió en su ayuda. Así fue como el lobo acabó por comerse todas las ovejas de Pedro.

Moraleja: No debemos mentir, porque si no nadie nos creerá cuando digamos la verdad.

  1. La cigarra y la hormiga

Un hermoso día de verano, la cigarra disfrutaba muy tranquila de la tarde, echada debajo de un árbol. En eso estaba cuando vio que la hormiga pasaba muy cargada con alimentos, y se la veía muy cansada. Entonces le dijo:

–¡Ey, hormiga! ¿Por qué no descansas un rato? Mira que lindo está el día, ¡¿lo vas a desperdiciar trabajando?!

–Mientras tú disfrutas del día, yo estoy juntando provisiones para cuando llegue el invierno. Sé por experiencia que puede ser muy duro. ¡Deberías estar haciendo lo mismo! –respondió la hormiga, mientras se alejaba cargada de hojas.

Un día llegó el invierno, y la cigarra se encontró a la intemperie, muerta de frío y sin alimento. Decidió entonces acercarse a la casa de la hormiga y pedirle ayuda, pero ella le respondió:

–Mientras yo trabajaba, tú no hacías nada, mira ahora cómo estamos.

Y diciendo esto, le cerró la puerta en la cara. La cigarra se fue cabizbaja, pero aprendió la lección.

Moraleja: Debemos repartir el tiempo entre el trabajo y el ocio, y ser precavidos para los tiempos difíciles, porque todo puede cambiar de un día para otro.

  1. El caballo y el asno

Un campesino tenía un caballo y un asno que usaba como animales de carga. Todos los días debían ir y volver a la ciudad transportando los productos que llevaba el hombre para vender.

Un día de muchísimo calor, el caballo y el asno iban hacia la ciudad, cargados al máximo de sus posibilidades, como siempre. Ese día el sol era abrasador, y en un momento del camino el asno comenzó a debilitarse. Entonces le dijo al caballo:

–¡Oye, caballo! Ya no resisto más este peso, necesito que me ayudes. Por favor, toma la mitad de mi carga y llévala por mí, ya no tengo fuerzas.

El caballo lo miró indiferente e hizo oídos sordos al pedido. Unos minutos después, el asno cayó derrotado, y luego de unos instantes murió a causa del esfuerzo. Entonces, el campesino tomó toda su carga y la puso encima del caballo, a lo que sumó también la piel del asno. Así, el caballo, por no haber querido ayudarlo, debió cargar con todo el peso el resto del camino.

Moraleja: Siempre debemos ayudar al prójimo. Si nos comportamos de una manera egoísta, acabaremos por perjudicarnos a nosotros mismos.

  1. El león y el mosquito

Estaba muy tranquilo el león, a punto de dormir una siesta, cuando de repente comenzó a sentir que un mosquito le zumbaba insistentemente cerca de su oreja. Quiso espantarlo, pero se dio cuenta de que el mosquito intentaba decirle algo. Se acercó y oyó:

–¡Eh, león! Dicen que tú eres el rey de la selva. ¿Es así? Yo no lo creo. Apuesto a que puedo vencerte.

El león, muy sorprendido, esbozó una sonrisa, porque pensó que el mosquito le estaba haciendo una broma. En eso empezó a sentir que el insecto le daba un picotazo tras otro, a tal velocidad que no logró siquiera defenderse. El cuerpo comenzó a picarle tanto, que acabó arañándose todo de la desesperación por rascarse, de pies a cabeza. El mosquito, muy satisfecho, le dijo entre risas:

–¿Has visto? Te dije que podía vencerte. ¡Un animal insignificante como yo ha podido vencer al que se hacía llamar “rey de la selva”! ¡Qué dirán los otros animales cuando lo sepan!

El mosquito estaba muy compenetrado alardeando de su triunfo mientras el león intentaba reponerse, cuando de repente tropezó con una tela araña. Luego se hizo un silencio, y el mosquito, sabiendo que había sido capturado, se lamentó:

–¡Oh, qué tristeza! He vencido al animal más poderoso de la selva y acabaré derrotado por una simple araña.

Moraleja: No debemos ser arrogantes cuando algo nos sale bien o cuando ganamos, porque ninguna victoria es eterna y eso se volverá en contra nuestro.

  1. El murciélago y las comadrejas

Un día, el murciélago descansaba profundamente y sin darse cuenta cayó al suelo. En ese mismo momento, fue capturado por una comadreja que odiaba a las aves. Cuando vio que moriría, el murciélago suplicó por su vida, pero la comadreja le respondió:

–No puedo hacerlo, detesto las aves, ¡está en mi naturaleza!

A lo que el murciélago replicó:

–Pues yo no soy un ave, soy un roedor.

La comadreja lo inspeccionó detenidamente y notó que no tenía plumas, por lo cual comprendió que no era un ave y lo dejó ir.

A las pocas semanas, el murciélago volvió a caer al suelo y esta vez fue capturado por una comadreja que odiaba a los roedores, y cuando le suplicó por su vida, esta respondió:

–No puedo hacerlo, detesto los roedores, ¡está en mi naturaleza!

A lo que el murciélago replicó:

–Pues yo no soy un roedor, soy un ave.

La comadreja lo inspeccionó detenidamente y notó que tenía alas, por lo cual comprendió que era un ave y lo dejó ir. Así fue como el murciélago escapó dos veces de lo que era una muerte segura.

Moraleja: Es muy importante tener la capacidad de adaptarnos a las distintas situaciones que nos presenta la vida.

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