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Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.
Escrito por Andria Navarro Taño (Agetna)
Última actualización: 22 enero, 2022
Existen cosas, digamos… comunes, que una mamá hace por su hijo. Entre ellas podemos hablar del cuidado de su ombligo, el cambio del pañal, el aseo. Son acciones imprescindibles que llevan a cabo cuando una mujer se convierte en madre, porque de ellas depende la salud y la vida del recién nacido. Desde que el mundo es mundo las madres se dedican a ello.
Por otro lado, hay cuestiones que resultan increíbles. Cosas que por más que las veamos a diario y la cuáles nosotras mismas pongamos en práctica, merecen ser reconocidas como magnánimas y dignas de destacar. Acerca de ellas, te comentaremos en el presente post.
Dar el pecho no duele. Quien piense eso está completamente equivocada. Los senos de la mujer están preparados para la lactancia.
Pero lactar, por desgracia, no siempre es tan maravilloso como suele verse en las películas, o como dicen algunas madres.
No pocas veces, debido a métodos incorrectos motivados generalmente por la inexperiencia, el pezón y la areola se llenan de grietas, llagas, y duelen mucho, sobre todo cuando toca dar el pecho.
Sin embargo, moleste o no, la buena madre se mantiene estoica y soporta el dolor durante los días, las semanas y los meses que sea preciso.
Mamá da el pecho aunque le sea doloroso, sí, porque la leche materna es el mejor alimento que puede recibir un niño.
Cuando se trata de dar salud y vida las puérperas realizan acciones extraordinarias.
Si se habla de sacrificio hay, sin lugar a dudas, que contar a las madres. Nadie más que ellas, conocen lo que significa inmolarse por otro ser, soportar hambre y sed si es necesario y ofrendar sus sueños a la divinidad que lleva por nombre: bebé.
Las madres no duermen, no descansan. Su organismo está dotado de un gen especial que las vuelve estoicas e inmunes al cansancio.
Si hay que darlo todo, incluso la vida, por el niño que duerme en la cuna; se da, sin miramientos.
Las madres conocen de sentimientos. Saben lo que es el amor incondicional, el amor a primera vista, la pareja ideal. Ellas están especializadas en el apego, el cariño, la devoción…
Hay quien dice que amor como el de madre no hay otro en el mundo. Sea totalmente cierto o no, las madres sí saben amar como criaturas que fueron “fabricadas” para ello.
Dar el pecho, sacrificarse, amar. Además de estas tres increíbles cosas, que quizás para los incrédulos pueden resultar triviales, pero que llevan intrínsecas una significativa cuota de milagro; las madres, las buenas de verdad, realizan muchas otras.
Una mamá tiene toda la paciencia del mundo para tratar con su hijo. Toda vez que pare, la naturaleza la dota de tal cualidad.
Ella es tolerante. Desarrolla la capacidad de aceptar a su criatura sea como sea; porque contrario a serle ajena, le pertenece, le es suya como el fruto a su árbol.
El perdón de madre no conoce límites. Tiene la magnífica peculiaridad de ser infinito. Cuando un hijo pide perdón y aun si no lo pide, la mamá lo disculpa y deja atrás el error como si nunca hubiera sucedido. Tomando lo positivo de tal experiencia y suprimiendo la culpa y el castigo.
La séptima cosa increíble que una mamá hace por su hijo es su propia superación personal. Quizás no la superación de su intelecto, pero sí el cultivo de su alma, sus modales, su carácter, su reacción ante los estímulos que le brinda el mundo. Mamá se crece para servir de ejemplo.
La mujer que se hace madre protege a su pequeño y aprende a defenderlo de todo y de todos.
Le enseña, como la mejor de las educadoras, para que el niño aprenda a transitar un camino que le será complicado, lleno de obstáculos; dentro del cual le tocará vivir disímiles descalabros. Un pedregal abrupto por el que ella le acompañará como fiel compañera. Para tenderle la mano, empujarlo hacia adelante, aplaudirlo y secar sus lágrimas en cualquier contienda.
Es la que cuida de los enfermos y de los niños en casa. Pero, ¿quién cuida de ella?
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Descubre a continuación cuáles son las siete cosas que una madre hace en secreto por sus hijos. ¡Algunas te sorprenderán!
Revisado y aprobado por la psicopedagoga María José Roldán.
Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 10 febrero, 2022
Una madre no duda en llevar a cabo, en secreto, ciertas acciones para velar y favorecer a sus hijos. Se trata de gestos trascendentales, de un valor incalculable, que ella desea otorgar, de corazón, cuando sus hijos no prestan tanta atención.
Sin duda alguna, estos gestos le aportan una gran satisfacción. En ese momento, su felicidad solo puede compararse con la gratitud que sienten por el hecho de poder ser madres y de tener tanto afecto para dar a sus hijos.
Y es que ser madre es una de las experiencias más maravillosas que existen. Por ello, una madre camina con paso ligero y deja su huella de amor en cada pequeño detalle. Para ella no se trata de una obligación sino de una forma de expresar lo mejor de sí misma.
“El bienestar y la felicidad de los hijos son el objetivo principal de toda madre”.
Todo lo que una madre hace por sus hijos es el reflejo de la mejor de sus intenciones. La forma en la que se esfuerza para expresar afecto, más allá de los abrazos, los besos y los mimos, muchas veces pasan desapercibidas a simple vista.
El corazón de una madre se engrandece día a día con acciones de todo tipo. ¿Alguna vez te has detenido a pensar en ellas? Seguramente ya intuirás algunas, mientras que otras, puede que te sorprendan.
Una madre hace magia con lo que tiene y lo que no. ¿Por qué? porque desea que la vida de sus hijos sea lo más bella posible. Porque hacer magia es una de las mil y un formas que tiene de decir: ”Hijo, te amo con todas mis fuerzas, incondicionalmente”.
Una madre se anticipa a los deseos de los hijos, prevé necesidades y busca hacer que sus hijos tengan lo esencial para poder ser felices. Sencillamente porque anticiparse a las circunstancias, la llena de emoción y expectativa. ¿Recuerdas aquellos cumpleaños que tu madre preparó con tanto amor para ti? ¿Y aquella presentación para la escuela en la que ambos se quedaron preparando láminas y material visual?
Una madre vela por el descanso de sus hijos en todo momento. En la salud y en la enfermedad. También en esos viajes en coche, autobús o tren, ella busca mirar a sus hijos a través del retrovisor, aunque sea por un instante, para verlos dormir plácidamente, mientras el sol de la tarde los ilumina.
Una madre nunca se rinde. Aunque tenga miedo, se haya equivocado y a pesar de las dificultades, una madre busca la manera de seguir adelante por y para sus hijos. Y sí, una madre puede llorar, desfallecer y tener ”bajones” como cualquier otro ser humano. Pero al final, siempre sabrá encontrar la forma de ponerse de pie, salir fortalecida y volver a brillar.
Una madre siempre busca oportunidades para sus hijos, no solo para verlos alcanzar el éxito sino para que tengan una vida llena de anécdotas hermosas. Por eso, siempre busca momentos para promover la diversión, la felicidad y las mejores cualidades de sus hijos.
Independientemente de si es una madre espiritual o no, ella siempre ora por sus hijos, con el objetivo de ir más allá del deseo y la visualización de un futuro bueno. En muchas ocasiones (no solo antes de irse a dormir), una madre ora por sus hijos para rodearlos de protección, seguridad y fuerza. Su diálogo interno florece y, aunque sea intangible, tiene un efecto poderoso.
Es muy común que, durante la adolescencia, los hijos no quieran pasar tanto tiempo con sus madres y que rechacen sus abrazos y besos: ”¡Mamá, déjame ya no soy un bebé!”.