Madre fuerte: A ti, madre y mujer fuerte

Madre fuerte: A ti, madre y mujer fuerte

A ti, madre y mujer fuerte

Una mujer fuerte es la que no muestra sus fortalezas ni se jacta de ellas, simplemente lo es. Una mujer fuerte no puede con todo, pero consigue hacer lo que se propone a pesar de las horas de sueño o del cansancio que tiene. Una mujer fuerte parece que no tiene necesidad de nada ni de nadie, o eso piensan los demás.

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CÓMO HACER YOGURT NATURAL CASERO EN 5 SIMPLES PASOS

Los demás piensan que una mujer fuerte es capaz de soportarlo todo, pase lo que pase. Le dicen cosas como “tú puedes con todo”, “superarás lo que te ocurra”… Y aunque es cierto, una mujer fuerte necesita que la escuchen, que la cuiden y que la mimen. Porque esa fuerza que tiene le nace de dentro, pero también necesita el apoyo de las personas cercanas a ella.

Una mujer fuerte… ¿puede con todo?

Una mujer fuerte lucha contra viento y marea por sus hijos, por su familia, por ella misma… No hay obstáculos que puedan con ella ni nada que minimice su fuerza. Pero ella es humana, y habrá días en los que se sienta débil, cansada e incluso que llore. Porque esas lágrimas, no son de debilidad aunque ella se sienta así… Esas lágrimas son de fuerza, son su poder oculto. Una mujer fuerte cuando llora es porque necesita desahogar toda esa adrenalina que le impulsa cada día para seguir hacia adelante.

Como todo ser humano, cuando siente aflicción necesita apoyo humano, calor y amor para poder avanzar. Una mujer fuerte sabe donde encontrarlo: en su familia. Su familia es su motor, su fuerza inagotable, la energía que le impulsa para hacer lo inimaginable.

Te hablan sin escucharte

Las personas que ven a una mujer fuerte ser madre, trabajar, ser pareja, hija, amiga, tía, poder con la casa, salir a comprar, estar con los niños y disfrutar de ellos, cuidarse… Piensan que es tan fuerte que no necesita que la escuchen. Le hablan pensando que no hace falta que nadie la escuche porque ella es lo suficientemente fuerte como para arreglar sus asuntos sola.

Por eso, nadie le pregunta si está cansada, si necesita ayuda, si está sufriendo, si está cayendo, si se siente triste, si tiene ansiedad o miedos… Porque ella siempre está “al pie del cañón”, es como un faro en mitad de la niebla… Es esa luz que todos esperan ver brillar siempre, bajo cualquier circunstancia. Pero una mujer fuerte también se cae, sufre ansiedad y tiene miedo.

Te llaman histérica

Aunque parece que eso no importa. No importa lo que una mujer fuerte sienta, porque si pierde el control por poco que sea, ya parece una mujer débil, que pierde los estribos… Se convierte en una histérica. Te señalan con el dedo, y empiezan a pensar que no eres una mujer fuerte y que toda tu fortaleza era fachada. Si fallas un minuto, todos se dan cuenta rápido porque están acostumbrados a que nunca falles… dan por hecho tu presencia y tu fuerza. Todo esto tiene que darte igual, que no te mine los pensamientos sin fundamento de otros.

Esa fuerza no sale de la nada, necesitas “combustible” para poder continuar. No puedes cargarte con todas las responsabilidades de un hogar y que todos esperen de ti todo. Aprende a delegar las responsabilidades, a hacer cosas por y para ti misma, a tener tiempo para mimarte, para disfrutar de la vida. Porque, ¿sabes qué? Eso no es ser egoísta. Eso es ser inteligente, es ser una mujer fuerte. Porque para ser fuerte debes cuidar esa fuerza y poder estar por y para todos, pero sobre todo POR Y PARA TI.

Tú, mujer y madre fuerte… Ten derecho a caer, a llorar, a dar un paso atrás, a sentir todas las emociones y a avanzar. Porque sí, tú, siempre avanzarás.

10 cosas que prueban que eres una mamá fuerte

Las mujeres fuertes enseñan a sus hijos lo que la vida cotidiana y la sociedad jamás les podrán enseñar, los guían para ser mejores humanos.

La maternidad es un reto. Nadie nace sabiendo cómo ser madre y mucho menos cómo ser una mamá fuerte. Pero hay ciertas características que, a la hora de criar, nos indican que de una u otra forma lo estamos haciendo bien.

Las mujeres fuertes enseñan a sus hijos lo que la vida cotidiana y la sociedad jamás les podrán enseñar, aprenden la importancia de ser uno mismo y trabajar por lo que quieres.

 

 

1. No te dice lo que tienes que pensar, pero sí te dice cómo. No se trata de memorizar lo que lees, es importante sacar una opinión personal de lo aprendido. No sientes miedo al preguntar cosas, al contrario, quieres aprender más y sabes que muchas veces te vas a equivocar, pero así se aprende.

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2. Es honesta y te enseñó a serlo también, la comunicación es la base en su relación. Usas las palabras para conectar con sentimientos y pensamientos.

3. Te dice la importancia de la educación. Una mamá fuerte sabe la importancia de la educación en hombres y mujeres, no ve la educación como algo que da status, pero sí como una herramienta para poner atención, preguntar leer y expresarte.

4. Te enseña a ser tú, tu propio rival. Si trabajas duro por lo que quieres, los resultados serán lo que has estado esperando. No le demuestras nada a nadie, la única persona a la que debes rendirle cuentas es a ti mismo.

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5. Te enseña a ser independiente y a ganarte todo por tus propios méritos, para sobrevivir necesitas ser económicamente independiente. Gracias a ella sabes la importancia de saber cocinar, así como otras actividades que te permiten mantenerte y cómo tener y valorar una relación.

6. Te da la confianza de ser quien quieras ser. Sabes quién eres y para qué estás. Una mamá fuerte te da la confianza que necesitas para ser tú mismo. Te apoya en tus viajes, le interesa que conozcas nuevas personas, culturas, países…

7. Gracias a ella sabes el significado de empatía. Esta es una de las señales más fuertes que demuestran que una persona fue educada por una mamá fuerte. Los enseña a ver a todos igual, sin comparaciones, pero sobre todo a entender situaciones.

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8. Te enseña la importancia de la familia. Sabes que necesitas personas que te necesitan, aprendes la necesidad de lazos y conexiones fuertes.

9. Se muestra independiente. Mientras que muchos necesitan otras personas, tu sabes que no necesitas de nadie para sobrevivir o funcionar en tu vida no necesitas la aprobación de nadie.

10. Te enseña a no quejarte. No haces juicios de valor, no te quejas, aceptas las circunstancias y aprendes de ellas.

¿Tienes o eres una mamá fuerte?

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Thalia — Cada día más fuerte. Ser madre

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Category: Thalía — Cada día más fuerte

Waist. «Stronger every day»

Chapter. 6. Maternity

No dejo de pensar en todas esas madres que, aun con la responsabilidad de cuidar a sus hijos,
trabajan, algunas con dos o tres empleos al dia, y además cocinan, lavan, planchan; mujeres que
ayudan a sus hombres como esas “adelitas” revolucionarias, o que solas enfrentan al mundo para
sacar adelante a sus hijos. Mujeres que forman parte de la historia de la humanidad, que sacan de
alguna manera a su familia adelante. ¡BRAVO!, digo yo. Que chingonas son. Las admiro
profundamente.
Solo cuando una es madre se comprenden muchas cosas de su propia madre. Con ella platique
extensamente sobre el tema de la relación madre-hija, y en ocasiones le preguntaba: “¿Cómo pudiste
con tantas hijas? Yo con una tengo… ¿cómo le hacias?”. Porque antiguamente las mujeres tenían
tantos hijos como Dios les mandaba; eran nanas, cocineras, lavanderas, educadoras, maestras,
doctoras, enfermeras, psicólogas, amigas; eran madres.
Mi mamá nació en La Paz, Baja California, un pueblito costero que en ese entonces era puerto
libre y llegaba todo lo de oriente. Mi abuela decidió salir de allá para vivir con mi mamá en la
capital. Mi abuela, de nombre Eva, tenía tan solo veintiséis años, con un carácter férreo y totalmente
decidida a todo, era la primera vez que salia de su tierra. Durante un buen tiempo la pasaron muy mal
porque no tenían absolutamente nada ni a nadie en la capital; no me cabe la menor duda de que mi
mamá fue la auténtica Marimar, una costeñita que sufrió desprecios desde que nació, al llegar a la
capital y hasta que se casó, despertando de la pesadilla ya grande y llegando a ser una mujer intensa
y conocida de todos.
Ahora me doy cuenta de las cosas que tuvo que pasar mi madre tanto con mis hermanas como
conmigo para que, dentro de sus posibilidades y con las herramientas que tenía en ese momento, nos
convirtiéramos en mujeres de bien, mujeres que aman la vida, que disfrutan de las cosas sencillas y
simples como una sonrisa, un atardecer, una tarde de lluvia, pero al mismo tiempo son guerreras, son
triunfadoras, luchan por sus ideales. En qué momento o cómo lo logró es un misterio para mí. Pero lo
que sí sé es que quiero rescatar de mi madre estos puntos de grandeza para ahora yo, como madre,
regalarselos a manos llenas a mis hijos.
He aprendido que en esta vida no hay culpables, que solamente hay víctimas de víctimas; que los
patrones de vida muchas veces se repiten porque se han vivido y pasado de generación en
generation. Hoy sé que en mis manos está soltar o retener, y descubrí que es más satisfactorio soltar.
Lo que es tuyo permanecera, y lo que no, se irá.
Al igual que yo, Sabrina está viviendo dos mundos diferentes, anclados en dos generaciones
distintas: su papá creció oyendo a Frank Sinatra y su mamá escuchando Guns N’ Roses. somos dos
generaciones totalmente distintas que se han unido para enriquecerse mutuamente. Creo que el
resultado va a ser fantastico… conmigo lo fue. Soy la consecuencia de una gran amalgama de épocas,
gustos, tendencias e ideas presentes en mi familia; y me gusta como soy, lo que soy y quién soy.
Mi hogar está creciendo, pues mientras escribo estas líneas estoy esperando el nacimiento de mi
segundo bebe. Sabrina tendrá con quien jugar; ella será la hermana mayor, la maestra, la que ya
conoce el camino. Ella será ese huracán amalgamado de la abundante cultura mexicana y de la
intensa cultura italiana, de los sabores tipicos de mi tierra, de las tertulias de las familias
italoamericanas, de los ecos y los sonidos de nuestras patrias, de nuestros pasados, de nuestra
history; ella es parte de la nueva generación, pero enriquecida con la maravilla de nuestras
tradiciones, y con estas herramientas no me queda la menor duda de que será siempre mi Princesa de
la Prosperidad.
I can’t stop thinking about all the mothers who take full responsibility for their children, work, some even two or three jobs, and besides, they cook, wash, iron. About women who help their men like “Adelita” revolutionaries [note: Adelita is a common noun for Mexican female soldiers who took part in the revolution of 1910-1917], or about those who alone oppose the world in order to raise and bring into people of their children. I think about women who are part of human history, who in one way or another carry a family. «BRAVO!» I tell them. How amazing they are. They deserve respect and I admire them.
Only when a woman becomes a mother herself does she understand her mother in many ways. I talked a lot with my mother about mother-daughter relationships and sometimes asked: “How could you cope with so many daughters. I have with one … ”Women used to have as many children as God sent. They were nannies, cooks, cleaners, governesses, teachers, doctors, nurses, nurses, psychologists, friends, in a word, they were mothers.
My mother was born in the town of La Paz, in Baja California, on the coast. At that time it was a free port where all the ships from the East came. My grandmother decided to leave there to live with my mother in the capital. At that time, grandmother Eva was only twenty-six, but she had an iron character, she was very determined, and for the first time left her native places. For a long time, she and her mother lived very poorly, because in the capital they had absolutely nothing and no one. I had not the slightest doubt that my mother was a real Marimar — a young girl from the coast, who from birth and then, upon arrival in the capital, until marriage, experienced contempt, waking up from nightmares, but who subsequently managed to become strong , a well-known woman.
Now I understand what my mother had to go through with me and my sisters, given her opportunities, so that we would turn into honest, decent women. Women who love life enjoy simple things like a smile, dusk, a rainy evening. But at the same time, these women are militant victors who fight for their ideals. How it happened and at what point is a mystery to me. One thing I know for sure — I want to take over from my mother her greatness and generously pass it on to my children.
I learned a lesson — in this life there are no guilty, there are only victims of victims; life is repeated many times in all its aspects from generation to generation. Now I know that it is in my power to let go or to keep, but I realized that it is better to let go. Everything that is yours will remain with you, but what is not yours will leave.
Just like me, Sabrina lives in two different worlds, born in different generations. Her dad grew up listening to Frank Sinatra and her mom grew up listening to Guns n’ Roses. We are completely different generations, united, complement each other. I think that the result will be fantastic … it happened to me. I am a product of the greatest Silver Age, the tastes, trends and beliefs of my family, and I love that I am who I am and who I am.
My family is growing as I am expecting my second child as I write this. Sabrina will have someone to play with. She will be an older sister, a teacher whose path is already familiar. Sabrina will be a hurricane of mixed Mexican and vibrant Italian culture, flavors typical of my native land, Italian-American family get-togethers, sounds and echoes of our countries, our past, our history. It is part of a new generation, but enriched by the wonders of our traditions and different means.

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