No obligar a los niños a saludar: ¿Hay que obligar a los niños a saludar a los demás?

No obligar a los niños a saludar: ¿Hay que obligar a los niños a saludar a los demás?

¿Hay que obligar a los niños a saludar a los demás?

Muchos padres tienen la costumbre de obligar a sus hijos a saludar cuando llegan a un sitio o cuando reciben visita en la casa. Normalmente lo hacen con el objetivo de que los pequeños aprendan las reglas de la educación formal, y también porque tienen miedo de que esa persona se sienta ofendida. Sin embargo, ¿realmente debemos obligar a los niños a saludar?

¿Por qué les obligamos a saludar?

Muchos padres obligan a sus hijos a saludar simplemente porque están repitiendo un patrón que aprendieron en su niñez, cuando a ellos mismos les obligaban a saludar a los demás. Ese acto mecánico no les permite reflexionar sobre las profundas implicaciones que tiene su actitud ya que solo se limitan a seguir el orden autoritario que han aprendido. Sin embargo, obligar a los pequeños a saludar implica someterlos a los deseos de los demás, por lo que en realidad esta conducta se aleja mucho de los valores de respeto que intentamos inculcarles.

Por otra parte, los padres deberían preguntarse por qué sienten esa obligación. ¿Acaso lo hacemos porque queremos que los demás piensen que hemos sabido educar correctamente a nuestros hijos? ¿Nos preocupa que esa persona se sienta ofendida por la negativa del niño? ¿Nos interesa más lo que esa persona pueda pensar de nosotros como padres que lo que siente o desea nuestro hijo? ¿Queremos que nuestro hijo siga a rajatabla nuestras órdenes o queremos educar a una persona autónoma con iniciativa y capacidad de decisión?

Los niños saludan desde el corazón

Los adultos solemos saludar por educación, los niños saludan desde el corazón. Y se trata de una diferencia abismal. Los niños suelen ser espontáneos y muestran sus emociones sin tapujos, por lo que cuando se alegran de ver a una persona o esta les resulta simpática, les saldrá natural saludarla o incluso echarse a correr y abrazarla.

Al contrario, si se trata de un desconocido o de una persona que no se ha ganado su simpatía, es normal que los niños no se muestren tan entusiastas. Sin embargo, al obligarles a saludar le estamos transmitiendo un mensaje claro: tus sentimientos no importan, debes priorizar los convencionalismos sociales. Desde el punto de vista de su desarrollo emocional, no se trata precisamente de una buena lección.

En otros casos, los niños no saludan simplemente porque son tímidos. No se trata de falta de respeto sino de inhibición. Y obligarles a hacer algo que no les place y va en contra de su naturaleza puede acentuar aún más esa timidez provocando una profunda sensación de incomodidad que genera inseguridad.

A esto se le suma que normalmente los padres realizan juicios de valor sobre el acto de no saludar y catalogan al niño como “mal educado”. De esta forma el mensaje que se le transmite al pequeño es que, para ser amado y aceptado por sus padres, necesita someterse a sus reglas, ocultando sus sentimientos. Como resultado, ese niño perderá el contacto con su esencia y se convertirá en un adulto que reprime sus emociones porque ha aprendido que estas no son aceptadas. Sin duda, utilizar las expresiones de amor como moneda de cambio para lograr la aceptación es un gran error que los padres no deberían cometer.

Enseñar a saludar

Esto no significa que los niños no deban saludar. De hecho, se trata de una bonita norma de cortesía que predispone positivamente a las personas y genera una buena impresión. Los padres deben enseñarles a sus pequeños a saludar, pero no presionarles a dar un beso o un abrazo si no les apetece.

El saludo, al igual que muchos otros temas en la educación infantil, debe ser acordado con los pequeños. No se trata de imponerlo sino de explicarles su importancia. Si al niño no le apetece dar un beso o un abrazo, un simple hola o un apretón de manos bastarán. Lo normal es que con el paso del tiempo los niños acaben saludando igual que los adultos, así que no es necesario presionarles.

Mi hijo no quiere saludar. ¿Cómo hago para que aprenda buenos modales?

Las habilidades sociales son un conjunto de hábitos que nos permiten comunicarnos y relacionarnos con otras personas de forma eficaz. Como en todo aprendizaje, en el proceso de socialización los niños adquieren y perfeccionan sus aptitudes a medida que crecen. En este sentido, en determinadas ocasiones conviene no insistir en enseñar ciertas competencias, puesto que no siempre surgen de manera natural. Es el caso de obligar a los niños a saludar.

Entre los recursos más básicos para relacionarse y comunicarse con los demás figura el de saludar a los conocidos. Y cabe preguntarse, cuando un menor no quiere hacerlo, ¿debemos intervenir? Y en caso afirmativo, ¿cómo hacerlo de forma respetuosa? ¿Cómo enseñarles buenos modales y recursos de interacción con los demás? Aquí, el papel de la familia y el profesorado es fundamental.

Hitos en la adquisición de aptitudes sociales

En primer lugar, es importante conocer algunas de las habilidades que nos capacitan para vivir en sociedad y que se adquieren en las distintas etapas de la vida:

1.

En la primera infancia (de 0 a 6 años)

Esta es la fase en la que aparecen más cambios. En concreto, durante estos años los niños aprenden a mirar a los ojos y mantener la mirada, sonreír, buscar la atención de las personas de referencia (a través del llanto o mediante sonidos, comportamientos o gestos), imitar, ampliar su vocabulario emocional y a empezar a interaccionar en el juego con sus iguales.

2. En la niñez (de 6 a 11 años)

A lo largo de estos años, además de perfeccionar las habilidades adquiridas en la etapa de infantil, los menores se muestran más pendientes de las personas que hay a su alrededor y tratan de comprender mejor las emociones y los comportamientos ajenos.

Asimismo, poco a poco van desarrollando de una manera más clara su identidad y la aparición de conflictos les obliga a ir adquiriendo estrategias para solucionarlos. En este sentido, el papel de los adultos de referencia es clave para enseñar asertividad (poner límites) sin el uso de la violencia.

3. En la adolescencia (de 12 a 18 años)

En este período de la vida, el papel de las relaciones es muy importante y, en ocasiones, se otorga más valor a las opiniones ajenas que a las propias. Algunas de las habilidades que se potencian en esta época son la escucha, la negociación y la modulación de la expresión emocional, entre otras.

Resulta necesario aclarar que, aunque hay momentos vitales en los que es más común el empleo de determinadas aptitudes sociales, lo cierto es que desarrollo de las mismas depende de muchos factores, aparte de la edad. Algunos de los aspectos que determinan, en gran medida, la forma en la que una persona se desenvuelve en la relación con los demás son:

  • El temperamento
  • Las dificultades en el desarrollo
  • La educación recibida en casa
  • Los valores familiares

Si tu hijo no quiere saludar, ¿qué puedes hacer?

A continuación, expondremos cinco pautas que te ayudarán a gestionar esta situación, que, por otra parte, es bastante frecuente:

1.

No utilices etiquetas

Para excusar su comportamiento, es habitual hacer comentarios del tipo ‘es que es muy tímida’. Sin embargo, el problema de etiquetar es que es posible que tu hija acabe interiorizando esa característica y convenciéndose a sí misma de que es así, lo cual podría suponer más dificultades para un futuro cambio.

En su lugar, conviene que hables con ella, y únicamente de la conducta, sin poner adjetivos. Dile, por ejemplo: “Me he fijado en que cuando te saludan te escondes. ¿Lo haces porque es un juego para ti o porque quieres que te dejen tranquila? Si es por lo segundo, recuerda que le puedes decir que ahora no te apetece hablar”.

Al ofrecer una alternativa al comportamiento, aunque en el corto plazo igual no consigas que cambie, sí estás enseñando ciertas habilidades a las que podrá recurrir en siguientes ocasiones.

2. No fuerces la situación

Al principio, su negativa puede deberse al propio temperamento o a no tener suficientes recursos para hacerlo con seguridad. Sin embargo, cuando optamos por obligar a los niños a saludar, con el tiempo podríamos acabar generando una lucha de poder. En estos casos es muy posible que decidan no hacerlo solo como forma de ejercer un dominio pasivo. En otras ocasiones también es un medio para llamar la atención. De este modo, es preferible que no salude y decidir hacerlo tú.

3. Ofrece alternativas

Recordemos que, además de utilizar la palabra, tenemos el recurso de la comunicación no verbal. Así, decimos lo mismo moviendo la mano, sonriendo o haciendo un gesto con la cabeza. Ofrece alternativas y aprovecha el juego simbólico (con muñecos, por ejemplo) para entrenar esas otras opciones.

4. ¿Es realmente un problema?

Intenta ponerte en la piel de tu hijo y observa si realmente lo está viviendo como un problema o no. A determinadas edades, principalmente en infantil, ni ellos ni sus compañeros lo ven como algo malo, puesto que no suelen prestar tanta atención a esas cosas.

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