Cuando los niños se portan mal con demasiada frecuencia, hacen berrinches, tienen estallidos o actitudes desafiantes, el primer paso para tratar estos comportamientos problemáticos es averiguar qué los motiva. Y la causa podría no ser tan obvia.
Cuando los niños son pequeños, especialmente, puede que no sean capaces de comunicar lo que sienten. Y, de hecho, puede que ni siquiera sepan qué es lo que les provoca sentirse molestos.
Los berrinches y los estallidos suelen ser señales de que los niños están lidiando con sentimientos que no son capaces de manejar. Puede que se sientan abrumados por su frustración o su enojo y que no sepan cómo expresarse ni calmarse de una manera más eficaz. Puede que necesiten ayuda para desarrollar habilidades para controlar su comportamiento.
(Para más información, vea el artículo “Cómo podemos ayudar a los niños con la autorregulación“).
Pero, si ocurre a menudo, este comportamiento podría estar causado por una serie de problemas subyacentes.
Tendemos a pensar que los niños ansiosos son tímidos, apegados o retraídos, pero la ansiedad también puede hacer que los niños se porten mal. Cuando los niños ansiosos se encuentran en situaciones que desencadenan su ansiedad, pueden reaccionar agresivamente o hacer un berrinche en un intento de huir de esa situación.
No es raro que esto ocurra en la escuela, donde las exigencias y las expectativas pueden imponer presión que no son capaces de manejar. Por ejemplo, si un niño que tiene ansiedad social se siente criticado, puede que tire los libros y los papeles al suelo, o golpea a la persona que lo está haciendo sentir incómodo. Y ese comportamiento puede ser muy desconcertante para los maestros y para el resto del personal escolar, pues pareciera surgir de la nada.
(Para más información, vea el artículo “Cómo la ansiedad conduce a comportamientos disruptivos“).
El TDAH suele diagnosticarse cuando los niños tienen problemas para prestar atención.
Pero para muchos niños con este trastorno, y para sus padres, el comportamiento también representa un gran problema. Es posible que los niños ignoren las instrucciones, y pueden reaccionar de forma agresiva, hacer berrinches o ser desafiantes en general cuando se les pide que hagan cosas que no quieren hacer.
Este comportamiento suele ser el resultado de los síntomas del TDAH. Puede que no hagan lo que se les pide porque están distraídos o porque les es inusualmente difícil poder hacer las tareas que son difíciles o aburridas. Es muy probable que se porten mal si se les pide que dejen de hacer algo que les gusta hacer, como jugar a un videojuego. Así que cosas como las tareas, irse a dormir, vestirse e ir a cenar pueden convertirse en un campo de batalla.
Los niños con TDAH también son más impulsivos que otros niños. Pueden sentirse abrumados por la frustración u otros tipos de sentimientos fuertes, y podrían lanzar impulsivamente un zapato, o empujar a alguien o gritar “¡cállate!”.
(Para más información, vea el artículo, “El TDAH y los problemas de comportamiento”).
Si un niño se porta de manera inapropiada en repetidas ocasiones en la escuela o cuando es hora de hacer las tareas, su comportamiento podría ser el resultado de un trastorno de aprendizaje. Si, por ejemplo, tienen dificultades con los problemas de matemáticas o con una tarea de escritura, en lugar de pedir ayuda, quizá rompan el papel o se empiecen a pelear con otro niño para crear una distracción.
Los niños a los que les cuesta más trabajo que a sus compañeros aprender, pueden sentirse muy frustrados y pueden llegar a enojarse con frecuencia. Y si no saben que tienen un trastorno del aprendizaje, les podría preocupar ser estúpidos. De tal manera que a menudo suelen ocultar sus dificultades. Meterse en problemas puede ser menos doloroso que informarle a la gente que están teniendo dificultades. Prestar atención a cuando se produce el comportamiento problemático puede llevar a exponer un problema de aprendizaje y conseguir que el niño reciba ayuda.
(Para más información, vea el artículo, “Apoyar las necesidades emocionales de niños con discapacidades del aprendizaje”).
Los niños que tienen problemas para procesar la información sensorial pueden tener un comportamiento exagerado y desconcertante cuando sus sentidos se sobrecargan. Pueden hacer cosas como gritar si se les moja la cara, o tener un ataque de nervios si se encuentran en un sitio demasiado luminoso, ruidoso o lleno de gente. Puede que se nieguen a llevar ropa que les resulte incómoda o a comer alimentos cuya textura les desagrade.
Los niños con problemas sensoriales también pueden ser rígidos en cuanto a las rutinas y alterarse o resistirse a los cambios que a los demás les parecen triviales. También corren el riesgo de huir cuando un entorno les resulta demasiado abrumador. La respuesta de “lucha o huída” puede activarse cuando los niños se sienten sobrecargados de información sensorial, y sus reacciones de pánico pueden ponerlos en verdadero peligro.
(Para más información, vea al artículo “Los problemas de procesamiento sensorial explicados“)
Algunos niños que hacen berrinches con frecuencia tienen una condición conocida como trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo o TDDEA (DMDD, por sus siglas en inglés). Estos niños tienen berrinches severos acompañados de una irritabilidad crónica que se presenta entre los estallidos. Tienden a ver las cosas de forma negativa y se apresuran a reaccionar agresivamente por cuestiones que a otras personas les parecen insignificantes.
(Para más información, vea “TDDEA: Berrinches e irritabilidad extremos”).
Los niños en el espectro autista suelen ser propensos a las crisis dramáticas. Estos niños tienden a ser rígidos, dependientes de rutinas constantes para su bienestar emocional, y cualquier cambio inesperado puede hacerlos estallar. Además, pueden carecer de las habilidades lingüísticas y comunicativas necesarias para expresar lo que quieren o necesitan.
Algunos problemas de comportamiento en los niños con autismo pueden estar causados por problemas médicos que han pasado desapercibidos, especialmente en los niños que no son verbales. Entre ellos se encuentran cosas como el reflujo ácido, estreñimiento, alergias, dolores menstruales, infecciones de oído e incluso las fracturas de huesos. Todos los niños muestran más conductas negativas cuando no se sienten bien, y los niños dentro del espectro autista pueden explotar por la frustración que les produce el dolor y no saben cómo expresarla o hacer que el malestar cese.
Para más información, vea el artículo: “¿Tiene el comportamiento autista causas médicas?”).
Los niños que han experimentado traumas o abusos suelen tener problemas para gestionar las emociones fuertes. Cuando son bebés y niños pequeños, los niños aprenden de los adultos a calmarse y tranquilizarse cuando son calmados y tranquilizados por los adultos. Si ellos no han tenido esa experiencia, debido a la negligencia, pueden reaccionar rápidamente cuando se alteran y tener problemas para calmarse.
Ellos necesitan entrenamiento y práctica para disminuir la tensión cuando se sienten abrumados.
Los niños que han experimentado un trauma también tienden a interpretar que otras personas son hostiles con ellos, por lo que pueden comportarse de forma inapropiada como respuesta. Pueden desarrollar la creencia de que son malos y de que lo que les ha ocurrido es culpa suya. Esto los lleva a la expectativa de que la gente no los va a querer ni los va a tratar bien, así que no tiene sentido tratar de portarse bien.
(Para más información, vea el artículo “De qué manera el trauma afecta a los niños en la escuela”).
UNIR Revista
Problemas de atención, hiperactividad, conductas disruptivas o explosivas… Estos son algunos ejemplos de los trastornos de conducta que pueden presentar los niños de Primaria (6 a 12 años) y que inciden negativamente en su desarrollo dentro de la escuela.
La intervención educativa con estos alumnos requiere de un profesorado con formación especializada.
El Máster Oficial de Educación Especial online de UNIR proporciona a docentes y psicólogos las herramientas para detectar e intervenir en los problemas de conducta y cubrir las necesidades especiales del aprendizaje del alumnado.
Todos los niños pueden pasar por etapas en las que manifiestan algún problema del comportamiento y no por ello se trata de un signo patológico. Se habla de trastorno de la conducta cuando el alumno muestra este patrón de comportamiento inadecuado a lo largo del tiempo. Y por inadecuado, tal y como la define el psicólogo infantil Alan E. Kazdin, se entiende que dicha conducta no es la esperada para su edad y acaba afectando a su desarrollo y funcionamiento en entornos como la familia o la escuela. Por otro lado, este tipo de conductas del niño también alteran la convivencia en el aula, dificultando el aprendizaje del resto de sus compañeros.
De acuerdo con la clasificación imperante, recogida por el DSM-5 (Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), hablamos de cuatro: el TDAH, el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo intermitente y el trastorno de la conducta.
El niño con TDAH manifiesta dos tipos de comportamientos persistentes: la inatención y el exceso de actividad o impulsividad. En algunos casos ambas sintomatologías se presentan de manera combinada y, en otros, uno de los rasgos (impulsividad o inatención) se muestra como predominante.
Un alumno que padece inatención con frecuencia descuida los detalles y comete continuos errores en las tareas escolares. No atiende a las explicaciones o instrucciones para realizar la tarea o actividades en clase. De hecho, parece no escuchar cuando se le habla. Otro rasgo característico es un notable descuido y desorganización de sus materiales escolares.
No sabe gestionar su tiempo para hacer los deberes en el plazo que se le dicta. Y, en definitiva: se distrae con suma facilidad.
Los rasgos de hiperactividad o impulsividad se suelen advertir de una manera más clara o evidente que la inatención, tanto por los profesores como por la propia familia del niño. Durante las clases el niño se muestra excesivamente inquieto: corretea por el aula o parece incapaz de quedarse sentado en su pupitre. Además, es habitual que hable en exceso, no respete los turnos de palabra e interrumpa en las actividades y en el juego de sus compañeros..
Los criterios para el diagnóstico de este trastorno se agrupan en tres categorías de comportamiento: el enfado o irritabilidad; las discusiones y la actitud desafiante; y el vengativo. Veamos las características del alumno con dichos patrones de conducta:
-Enfado o irritabilidad: el niño se muestra a menudo resentido y susceptible.
Se irrita con facilidad y parece que todo le molesta.
-Discusiones y actitud desafiante: es habitual que el alumno se enfrente a la autoridad (padres, profesores…) y desafíe las normas establecidas. También es habitual que moleste a sus compañeros deliberadamente o que culpe de sus errores y mal comportamiento a los demás.
-Vengativo: este término hace referencia a los signos de rencor y conductas vengativas. Según indica el DSM-5, para que se pueda tomar como criterio diagnóstico el niño debe manifestar dichos comportamientos al menos dos veces durante los últimos seis meses.
Se denomina así a las conductas impulsivas o arrebatos que presenta el niño de manera frecuente, como un claro signo de falta de control de la agresividad.
Estos comportamientos explosivos se pueden manifestar de maneras muy distintas:
-A través de la agresión verbal (desde berrinches, diatribas o peleas) y/o la agresión física contra la propiedad, animales o personas, sin provocar daños.
-O con intensos arrebatos que sí provocan daños materiales o lesiones a personas o animales.
No obstante, a la hora de diagnosticar este trastorno se debe tener en cuenta varios factores:
-La edad del niño: esta debe superar los seis años.
-Antecedentes y consecuentes de su comportamiento explosivo. Dicho de otra manera: estos arrebatos tienen que ser desproporcionados a la variable desencadenante, no premeditados y ni con una clara intencionalidad, como intimidar. Como ya se ha dicho: deben tener un carácter “explosivo”.
Este trastorno engloba a todos esos patrones de comportamiento que violan los derechos básicos de los demás y las reglas sociales establecidas para su edad: agresión a las personas, animales y a la propiedad, engaño, robo e incumplimiento grave de las normas. Los anteriores manuales de clasificación de problemas mentales lo denominaban con el término: trastorno disocial.
En esta categoría entrarían los alumnos que muestran comportamientos antisociales como el acoso, inicio de peleas, conductas delictivas… Otro rasgo típico de estos niños es que a menudo faltan a la escuela de manera voluntaria y deliberada.
Todos los trastornos de conducta dificultan el desarrollo y aprendizaje del niño, así como su adaptación al contexto escolar y familiar. La intervención psicopedagógica por parte de la escuela primaria es crucial: no solo para facilitar su inclusión, también para mejorar el rendimiento académico. Esta intervención comienza en el aula y, dada la complejidad de este alumnado, el equipo docente necesita contar con las competencias y la formación experta en las necesidades especiales de este alumnado. En la UNIR los maestros, educadores, psicólogos y pedagogos pueden lograr este grado de especialización en solo un año académico gracias al Máster de Educación Especial con una metología íntegramente online.
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Elena Petrusenko,
Psychologist “Home School of Foxford”
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Austrian teacher and psychologist Rudolph Drandros (Rudolf Dreikurs) . He believed that it could be corrected without alternating between punishment and reward.
In his writings, he singled out four “misguided goals of child misbehavior”:
1. The child needs attention. When “good” methods are not enough, he starts to distract students in class, interrupt the teacher and just fool around.
Children often behave this way if adults pay attention only to bad behavior and take good behavior for granted. Or when they suddenly become not up to it. For example, if there have been changes in the family: moving, divorce, or the appearance of a new family member.
In elementary grades, this happens if the child did not have time to socialize before school. By his behavior, he tries to achieve the same attention that he received at home.
2. The student wants to earn the respect of peers and elders, but does not know how to do it. Therefore, he conflicts with teachers and fights in every possible way with school rules. Usually in this way the child seeks to protect himself: he attacks first, because he is afraid of becoming a victim.
To help your child feel important, you need to give him more independence – for example, assign simple chores around the house, praise and celebrate school success.
3. The child has accumulated grudges against classmates, teachers or parents, and he wants to take revenge. Often anger spills out on older or weaker students.
It is important to find and eliminate the causes of accumulated grievances. Dealing with the consequences is equally important, but it is best to do this with a specialist. The psychologist will help the child understand their discontents, fears and live them safely for themselves and others.
4. A child who is desperate to succeed gives up. He becomes indifferent and helpless, does not respond to the requests of the teacher and can go about his own business for the whole lesson. Far from always such behavior is caused by boredom – most often the student simply does not believe in himself.
A child cannot be bad in everything – he definitely succeeds in something. It is important to notice his achievements and discuss what he likes to do and how he does it. Later, he will be able to transfer these algorithms to other situations.
There can be other reasons for bad behavior. For example, the bad influence of classmates, stress due to a change of school, teacher, or problems in the family. Or maybe the child is simply not interested in learning, so he is outrageous.
First of all, you should not look for the guilty, but try to figure it out:
If it is difficult to answer these questions, contact a psychologist.
The specialist will help to establish the cause and give recommendations.
Remember that the behavior of a child cannot be changed without changing the behavior of the parents. Therefore, a good specialist works with the whole family. If the psychologist deals only with the child and does not include you in the work, you should not expect global changes.
Foster healthy family behavior. If a child lives in an atmosphere of mutual respect and feels needed, most likely he will have no reason to misbehave at school.
Listen to the child, and he will understand that his opinion matters.
For violation of the school charter and other internal rules (for example, orders of the head teacher or principal).
In this case, the deduction is applied if:
The decision is made by the school, but the opinion of the parents is taken into account. You also need the consent of the Commission on juvenile affairs.
The director dismisses the student and informs the parents about this within three school days. The order of the director can be appealed to the Commission for the settlement of disputes between participants in educational relations. If this does not help, you can go to court.
Within a year from the date of expulsion, the principal may change the decision at the request of the child or his parents. If no new disciplinary measures are applied to the child during this year, he will be able to return to school.
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Any parent will be upset if their child is reprimanded or given a bad mark at school for behavior and will think: “Did I raise a bully?”.
But no matter what emotions you experience, it is better to first figure out what caused the misconduct of a son or daughter.
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– “Psychogenic school maladjustment” and the banal remark “Behaving badly”, which at least once, yes, every student brought in his diary – how similar are these concepts? And how is the first different from the second?
— Exactly: the remark “The child misbehaves at school” is not a psychogenic school maladjustment.
Bad behavior can appear for a variety of reasons. It is necessary to conduct a comprehensive analysis and identify why the child develops this or that behavioral dysfunction. Why “something is wrong” Indeed, in fact, at the basis of the same phenomenon (hitting the guys, being distracted, being rude) there can be a variety of reasons.
First of all, you need to analyze the external factors that trigger this behavior. How regular is it? Is there some kind of trigger situation that causes this “bad” behavior? What time of the day does this happen: in the morning or towards the end of class, at the beginning of the lesson or at the end of the lesson? To whom is this “bad” behavior directed: is the child disturbing someone or only himself? After all, a child can be simply tired by the end of classes, and since the regulatory abilities of an elementary school student are not yet highly developed, this is where “bad” behavior arises.
First graders especially often lack sensory stimuli to keep their attention throughout the lesson.
They may, for example, start fiddling with the buttons on their clothes or squeezing some objects in their pockets … And for the teacher, this looks like “bad behavior”. It is necessary to find out what the teacher means by “bad” behavior, and from this to develop an algorithm for solving the problem.
In addition, the period of transition from kindergarten to school education is often accompanied by some situational, transient maladaptive reactions, which later disappear, adaptive mechanisms are developed.
And only if we are talking about some kind of systematic reaction that manifests itself in certain conditions and interferes, first of all, with the child himself, then – yes, we can talk about psychogenic school maladaptation.
— When we talk about the difficulties a child experiences at school, why is the problem (tension) prefixed with “psychogenic”?
– This prefix indicates that the causes of dysfunction are associated with psychological factors that cause a violation of the child’s adaptation.
When we say “psychogenic”, we are referring to etiology, that is, we are trying to understand the causes of dysfunction. Saying “psychogenic”, we mean that these are the psychological factors that are associated with the child’s self-confidence, self-esteem, strategies for coping with stressful situations (the so-called coping resources), his ways of interacting with other children and adults.
The situation of schooling, the increased demands of cognitive skills, coupled with psychological distress and result in what we call psychogenic school maladaptation.
— To what extent can the behavior patterns that work within the family become prerequisites for the emergence of psychogenic school maladaptation in a child?
— In the development of a child there is a moment of natural separation (at the age of about a year), when he begins to understand that here is his world, and then the world of mom (and dad), it is at this time that he begins to assimilate behavior patterns, models of interaction between parents and the outside world.
If the nature of this interaction is disturbing (“The world is a dangerous place, you have to be on your guard”) the child involuntarily absorbs it. He sees how parents interact with the world, how they cope with difficulties, how their life is organized. At this moment, the basic installations begin to be laid, which will largely determine our way of interacting with the world in the future. Someone grows up with the basic attitude “We must be successful in everything. I must not fail”, with the idea of the need to do everything and be the best everywhere. Yes, it will not be easy for such a child to be given a situation of competition, evaluation, that is, a situation of schooling.
After all, when a child goes to school, and they live at home according to the principle “You must do it right”, “You must strive to be the best in everything”, but this does not work out for objective reasons, this further exacerbates the problem. He cannot count on security, protection, rear – a house where he has the right to be anyone, where he is loved “just like that.
”
It is very important that the child has the experience that his mother will always be on his side. You can’t blame him for things related to objective difficulties in mastering cognitive skills, failure at school. We must help. And, of course, it is important to broadcast that if one thing does not work out, then something else comes out. It is unlikely that any of us have come across a person who has a “failure” in everything. Be sure to eat what works well. Look for it in your child.
— It turns out that it is important not to instill a sense of guilt in a child?
Absolutely. No child should broadcast the position “You are bad.” Not one question. In principle, this cannot be.
You can say: “There is a hitch here, let’s solve it with you”, but not categorically indicate “You are bad”. You can create positive strategies for interpreting a situation of failure, teach humorous interpretation, and so on. It is important to take care of the child’s soul.
— Why do children with dyslexia and related learning difficulties have more PDD?
— For a child (especially in elementary school) the situation of success is extremely important. He needs to understand “I can do it.” Therefore, when a child with dyslexia and related learning difficulties understands that here he made a mistake, and here he got a bad grade, this does not add to his self-confidence. This situation does not provide resources to overcome the problem.
– Is there an age crisis when PSDD will most likely manifest itself?
— Regulatory mechanisms are formed at the age of 7-8 years. Therefore, if a child has any developmental difficulties, it is better not to send him to school before this age. One of the features of the child’s psyche that “triggers” PDD is the problem of insufficient maturity of regulatory mechanisms (to sit through a lesson, focus on what the teacher says, etc.).
If a child regularly attends school, then it is believed that by the second half of the first grade we should already see built-in adaptation mechanisms, understanding of the positions “student-teacher-school”, a sufficient degree of “self-regulation”.
If there are behavioral problems at the end of the first grade, it’s time to focus and analyze the problem. After all, behavior is a derivative of various reasons, it is the “tip of the iceberg”, just a signal for us adults about trouble. Understanding the causes is our task
— What does psychogenic school maladjustment look like? Are there visible markers of behavior that highly warrant PDD?
— Definitely, these are difficulties in the child’s mastering school skills (reading, writing, counting). Violation of interaction with the school environment and routine, difficulties in interacting with classmates and the teacher. In parallel with this, we will also see negative phenomena in the psychological health of the child outside of school: emotional instability, negativism, reactions from the autonomic nervous system, etc.
— What exactly should parents not do if their child has PDD?
– Absolutely no need to look for someone to blame.
In no case should you shame the child “You are so bad! How can you not sit down and listen!?”. This only exacerbates the problem.
No need to fix the problem, for example, to make dyslexia an “explanatory mechanism” of everything that happens. As soon as we say to the child: “You are so-and-so because you have dyslexia,” he creates the attitude “Something is wrong with me, I am not like everyone else. I am abnormal.” This is definitely worth talking about, but so that the child understands that he is not equal to dyslexia, he is more than his problem, that dyslexia is a feature, not a disease. If you feel that you have the resources to discuss it with the child in this way, to explain to him what is happening to him, and to show him a way out, then it is worth talking to him.
But if you feel that you are not yet able to talk on your own, it is better to entrust this to a specialist or wait. Adults often load the situation with their own meanings, their fears, which cannot be familiar to the child due to their age and little life experience.
Be clear about who is panicking, fearing for the future, etc. Do you or your child? Often a parent, in his anxiety and concern, begins to discuss his experiences with the child (“How will you continue to study?”, “What are we going to do in the eighth grade?”, “What university do they take, I wonder?”). In fact, he takes and shifts his adult anxiety onto the shoulders of a child.
It is also important not to make the situation unique. There is no need to show the child that dyslexia is some kind of incredible thing and this makes him unique. People, as a rule, are not well informed about such a phenomenon as dyslexia and certainly, although unfortunately, for the majority of the population this is not a good reason for school failures.
– What could be the consequences of PSHD if everything is left to chance?
— If there is no subtle, reasonable attitude to the problem, then a situation of negativism is very likely – refusal to study. Knowledge acquired in such a painful way for the psyche will become unnecessary.