Que hacer para que un niño hable: 5 tips para que hable mejor y más rápido

Que hacer para que un niño hable: 5 tips para que hable mejor y más rápido

11 ejercicios para mejorar el habla en niños con retraso en el lenguaje

6 minutos

Si tu hijo tiene un poco de retraso en el lenguaje o si no tiene pero quieres que mejore su habla, no te pierdas estos 11 ejercicios que puedes empezar a realizar desde ahora mismo.

Escrito y verificado por la psicopedagoga María José Roldán.

Última actualización: 01 noviembre, 2022

Los niños pueden presentar un retraso en el lenguaje sin que esto signifique que en el futuro vayan a tener problemas más graves en este ámbito de su desarrollo. Pero si un niño en edad preescolar presenta dificultades, es necesario que reciba ayuda; acá te ofrecemos 11 ejercicios para mejorar el habla en niños con retraso en el lenguaje.

Cuando un niño presenta retrasos en el lenguaje, se ha de considerar que sea atendido por un profesional, no obstante en casa y a diario se puede trabajar una buena estimulación. Descubre aquí 11 ejercicios que te serán útiles para mejorar el habla de los niños con retraso.

1. Tarjetas

Las tarjetas ayudan a hacer que los niños aprendan sonidos que no pueden pronunciar correctamente. Lo mejor es convertir este ejercicio en un juego y recompensarlos cuando pronuncien los sonidos que se muestran en las tarjetas de manera correcta.

Esto no solo lo hará más atractivo, sino que además los motivará a esforzarse en la articulación de los sonidos.


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2. Ejercicios con espejo

Los niños que sufren problemas de articulación tienen dificultad para pronunciar palabras y sonidos debido a su incapacidad para hacer el movimiento correcto con la boca para producir el sonido adecuado.

El ejercicio con un espejo es uno de los ejercicios de habla más útiles para los niños pequeños que necesiten resolver este tipo de problemas.

Puedes enseñar a tu niño el movimiento de la boca de forma correcta y el sonido que acompaña a este movimiento mientras él lo repite delante de un espejo. Así, sabrá cómo debe mover la boca con las palabras que le resultan más complicadas.

3. Repeticiones

Entre todos los otros ejercicios de habla para preescolares, repetir las palabras una y otra vez puede resultar un trabajo tedioso para los padres o incluso para los niños si le resulta demasiado aburrido.

Aunque la repetición puede ser muy importante para que los niños mejoren su habla rápidamente. Cuando repitas las palabras para tus hijos deberás hacerlo de forma lenta y fácil para que las escuche y se dé cuenta de todos los fonemas. 

‘La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino la que se hace de corazón a corazón’

-Howard Hendricks-

4. El salto de la rana

El salto de rana es un ejercicio divertido y simple para mejorar el habla que implica repetir una palabra por lo menos seis veces seguidas. El ejercicio necesita papel esparcido por toda la habitación donde habrán escritas palabras que quieres que tu hijo refuerce.

Tu hijo deberá ir saltando de un papel a otro a modo de juego y cuando coja un papel deberá leer (con o sin ayuda) la palabra que hay escrita. Para que no resulte un ejercicio muy pesado solo se darán seis saltos por vez para pronunciar seis palabras.

5. Hablar con los niños

Las habilidades del lenguaje de los niños tienen más probabilidades de desarrollarse rápidamente si los padres y la familia que les rodea se comunican con ellos con frecuencia y potencian una buena comunicación verbal.

Con la gente hablando a su alrededor a menudo, el niño tiene la oportunidad de escuchar nuevas palabras, aprenderlas y será capaz de comunicarse de forma correcta.

6. Potenciar el habla

Hablar regularmente con un niño es la mejor manera de lograr que desarrolle sus habilidades de habla y lenguaje. Otra manera de lograr esto es pronunciar el nombre del objeto que el niño quiere, animándolo a decir la palabra para conseguirlo.

Para potenciar el habla en niños pequeños es ideal darle lo que pide solo si dice la palabra adecuada y no solo cuando use los gestos con las manos. Esto motivará al niño a usar el lenguaje verbal para conseguir lo que quiere.

7. Ejercicios orofaciales para mejorar el habla en niños con retraso

Con estos ejercicios de tracción, vibración y movimiento de los músculos que participan en la producción de lenguaje se estimula el sistema orofacial. En un ambiente lúdico, se procura que los niños gesticulen y vocalicen, absorban o soplen. Para ello se recomienda entre muchas otras estrategias:

  • Con agua jabonosa y un arito con mango, hundir en el líquido y soplar para hacer burbujas.
  • Acercarle y estimularlo a soplar pitos o flautas.
  • Soplar velas.
  • Hacer burbujas con una pajilla en un vaso con agua.
  • Motivarlo a dar besitos y a hacer vibrar los labios.
  • Invitar al niño a mover la lengua en todas direcciones.

En el marco de estos ejercicios, se pueden practicar también los siguientes: estirar y fruncir los labios, inflar y desinflar las mejillas.

8. Estimulación auditiva

Los oídos y la coordinación motora son fundamentales en la adquisición del lenguaje. Mostrarle al niño con dedos de la mano cuantas palmadas dar es un ejercicio sencillo y de gran complejidad.

Otro es enseñarle varios instrumentos: una pandereta, una matraca, una flauta y demostrarles cómo suenan. Luego, con los ojos cerrados, hacer sonar uno y pedirle que lo identifique.

Finalmente, en un salón seguro y despejado, vendarle los ojos y situarse en varios puntos y desde cada uno, llamarlo y pedirle que se acerque. La idea es que ubique la dirección del sonido y se mueva hasta el sitio desde donde es emitido.

9. Juegos de construcción

Construir con tacos o rompecabezas de piezas grandes y coloridas es una actividad en la que suelen entretenerse y concentrarse los niños. Acompañémosles en la selección de las piezas enlazándolas con el nombre del color.

O bien, de manera directa, nombrar y pedirles que la tomen y muevan al lugar apropiado. Esto actúa sobre los aspectos cognitivos y la coordinación ojo-mano.


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10. Canciones y movimiento

Cantar y bailar con canciones que ilustran partes del cuerpo, trabalenguas o juegos de palabras. Acompañadas de palmas y movimientos, con pausas y secuencias rítmicas, son actividades integrales de estimulación que favorecen la ampliación del léxico y la memoria. El repertorio es inmenso y se adapta con facilidad a las tradiciones de cada localidad.

11. Leer cuentos con los niños

Leer cuentos con los hijos es de los ejercicios propuestos uno muy especial para mejorar el habla de los niños pequeños. Además de potenciar el vínculo emocional entre padres e hijos, también se trabajará nuevo vocabulario y los niños aprenderán a estructurar mejor las frases y a pronunciar palabras que le resulten más complicadas. Además, los cuentos les ayudará también a estimular su creatividad y su imaginación.

La estimulación lingüística y los ejercicios para corregir el retraso del habla durante los primeros cuatro años, son cruciales, pues mucho depende de ello la inteligencia y el desarrollo cognitivo posterior.

Durante esta etapa “el cerebro del niño tiene una máxima plasticidad, debido a que se producen cambios sustanciales en sus ramificaciones y prolongaciones neuronales, los que posibilitan la máxima capacidad para el aprendizaje, dando lugar a que la asimilación del lenguaje también sea bastante rápida”.

En esta etapa la influencia de la familia es trascendental así como la personalidad y actitud de los padres, quienes sabrán escuchar con afecto, comprensión y tolerancia.

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Las palabras están dotadas de un poder mágico: el de representar lo que vemos y, además, expresar lo que sentimos. El lenguaje forma constelaciones de palabras que estimulan la inteligencia, esencialmente lingüística, de las personas.

Los bebés pueden aprender a hablar en un tiempo récord comparado con lo que supuso el origen y la evolución del lenguaje para la humanidad durante cientos de miles de años. Su ADN, su cerebro y su aparato auditivo y fonador están ya evolutivamente preparados para ello, pero la estimulación y la comunicación con la madre será imprescindible para su desarrollo y adquisición, perfeccionándose poco a poco con el habla. Los bebés necesitan alimentación, cariño y estímulos cognitivos, los tres fundamentos del apego seguro que le harán confiar en sus progenitores y en sí mismos, y que ampliarán el desarrollo neurológico de su cerebro.

La clave para estimular el habla es, lógicamente, hablarle mucho a nuestros bebés, antes y después de nacer aunque, lógicamente, no nos comprendan aún.

Según experimentos que lo demuestran, los bebés de madres que les hablaban mucho a sus hijos conocían a los 20 meses más de 130 palabras por encima de aquellos bebés de madres que les hablaban poco. A los 24 meses la diferencia llegaba a ser cercana a 300 palabras más. Otros experimentos confirman que los niños de padres “habladores” que no se limitan a decirle monosílabos a sus hijos, sino que dan explicaciones, plantean preguntas y describen las cosas, alcanzan mayores índices en los test de inteligencia.

El día que nuestro bebé nos dice “mamá” o “papá”, haciendo uso de dos fonemas labiales sencillos, la alegría de los padres no tiene parangón. Aunque no todos los niños dominan el habla al mismo tiempo, porque cada bebé tiene su propio ritmo, algunos lo hacen muy prematuramente, lo habitual es que lo consigan a la edad de 3 o 4 años, pero no lo perfeccionen hasta los 6, aunque insistimos en que cada niño tiene su propio ritmo que hay que respetar.

La estrategia más exitosa para fomentar el habla y la lectura es “sembrar palabras con amor” en el seno de la familia. Ahora nos centraremos en la parte oral de ese proceso.

1. Crearse hábitos tranquilos y relajados durante el embarazo de la madre (música, lectura, paseos. ..) y hablarle al feto. El tono de la voz maternal lo calma y será un vínculo afectivo de apego muy importante, un “tono musical” conocido y confiable que más tarde imitará el pequeño, sin ser consciente, a modo de un acento melódico similar al de ella.

2. Abrazar, acariciar y hablarle mucho al recién nacido desde el primer día, acompañando las palabras con gestos de ternura, sonrisas y miradas expresivas. Porque esos mensajes van cargados de estímulos afectivos y verbales, y desarrollan en su cerebro las conexiones neuronales o sinapsis mediante el proceso de mielinización.

3. Crearle rutinas y hábitos de tranquilidad emocional alternados con otros de estimulación sensorial básica (mover ante su rostro objetos de colores presentados de uno en uno, repetir los balbuceos que él hace, favorecer la audición de sonajeros, realizar gestos faciales amables y carantoñas, mirarle a los ojos mientras se le habla, darle masajes, hacerle cosquillas y pequeños movimientos de manos y pies, susurrarle palabras al oído y poner sus dedos en nuestros labios, llamarlo por su nombre, etc. ).

4. Combinar las palabras con un sencillo código de gestos con las manos o señales para el bebé. Técnica que se basa en el hecho de que los pequeños comprenden muchos elementos de su entorno antes de poder pronunciar su nombre. Si la palabra clave se pronuncia y se acompaña de un gesto repetido se refuerza la comunicación: Por ejemplo: “tomar el biberón”, mover la mano con el índice hacia arriba hacia la boca; “dormir”, manos unidas por las palmas bajo la cara en horizontal, “más” o “se acabó”…

5. Cantar canciones breves y nanas para dormir.

6. Ser narradores cotidianos de lo que sucede alrededor del bebé. Contar todo lo que hace, señalar las cosas que mira el niño, decir el nombre de los objetos que ve. Narrar y explicar con frases cortas que, poco a poco, irá ampliando la madre o el padre, comparar cosas y darle instrucciones sencillas. Porque las palabras se aprenden dentro de un contexto y se comprenden antes de saber pronunciarlas.

7. Favorecer el desarrollo psicomotriz, del aparato fonológico y bucodental que el niño va ejercitando con balbuceos, llantos, sonrisas, respiraciones y succiones, masticando, jugando con la lengua, etc.

8. Recitarle poesías y narrarle cuentos breves como un proceso natural y emotivo que se puede iniciar a partir de un año.

9. Poner a su alcance libros infantiles para bebés con ilustraciones coloristas y sencillas para mostrarle y decirle su nombre, o imitar el sonido que emiten animales, vehículos o instrumentos que ve dibujados.

10. Tener paciencia cuando el niño comience a hablar porque cada uno tiene su ritmo, sin infantilizar el lenguaje ni criticarlo, reforzar sus avances repitiendo con claridad la palabra correcta.

11. Aumentar su vocabulario cada día estimulando su curiosidad para saber y poner nombre a las cosas y jugar con palabras, retahílas y trabalenguas.

12. Poner libros al alcance de los niños y crear una rutina lectora antes de dormir que incremente su deseo de leer antes de saber hacerlo.

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