Las verduras, como las frutas, contienen una gran cantidad de nutrientes, parte esencial de cualquier dieta saludable. Por este motivo, dado que las embarazadas especialmente deben cuidar su alimentación, resultan ser una opción más que apropiada para incluirlas en sus comidas. Sin embargo… ¿Podría su consumo ser peligroso?
En este grupo de alimentos podemos encontrar: vitaminas esenciales como el betacaroteno, la vitamina C, el potasio y el ácido fólico; y fibras, que ayudan al buen funcionamiento de los intestinos y por ello son beneficiosas para prevenir el estreñimiento y las hemorroides, dos molestias habituales en el embarazo.
Estos ejemplos son perfectos para que los consuma una mujer embarazada y se pueden incluir en multitud de recetas:
Las verduras son ideales para un aporte rico de vitaminas y minerales, lo que ayuda a evitar la diabetes y también a controlar la presión arterial y reducir el riesgo de anemia.
Son una buena alternativa para que el feto que está en desarrollo alcance un peso adecuado al nacer y para impedir que aparezcan malformaciones congénitas. ¿Qué ventajas les da, entonces, a las embarazadas el consumo de verduras?
Eso sí, aunque sus beneficios son numerosos, las embarazadas deben tener cuidado con las verduras crudas y con el lavado de las mismas.
Las verduras dado que se cultivan en el suelo, podrían estar contaminadas con un parásito llamado toxoplasma gondii. Este puede ser peligroso sobre todo en los primeros meses de embarazo porque está relacionado con abortos y otras complicaciones en el feto. Lo mejor para evitar la toxoplasmosis es lavar las verduras concienzudamente (incluyendo aquellas que dicen estar preparadas para comer directamente), limpiar bien los utensilios de cocina e intentar no conservarlas en contacto con otros alimentos como carnes crudas.
Las verduras sin cocinar pueden contener bacterias como salmonella o también listeria monocytogenes (esta puede ser muy peligrosa si sobrepasa la placenta y alcanza al feto). Para eliminar este riesgo lo mejor es cocinarlas.
Por otro lado, las verduras crudas también pueden hacer que aparezcan gases. Esto se debe a su contenido en carbohidratos complejos no digeribles que pueden alimentar a bacterias que se encuentran en el intestino grueso, lo que provoca gas a lo largo del tracto intestinal.
verdurasFuente: iStock
El hecho de ver un positivo en el test de embarazo supone, en muchas ocasiones, un cambio en los hábitos alimentarios -para mejor- en la mujer. Aunque el primer trimestre, sobre todo si se padecen náuseas y vómitos constantes, puede no ser el más apropiado para adoptar una dieta más sana y equilibrada, pronto llega el segundo trimestre, donde la mujer se siente pletórica y llena de energía, momento ideal para incluir alimentos que aseguren una buena nutrición tanto de la madre como del bebe. Y en esta lista no pueden faltar las verduras. ¿Qué verduras son las más recomendadas para la mujer en el embarazo?
Las verduras son perfectas para asegurar un buen aporte de vitaminas y minerales, que además de ayudar a evitar la diabetes también ayudan a controlar la presión arterial e incluso reducen el riesgo de anemia materna. Además, las verduras son también perfectas para que el feto alcance un peso adecuado al nacimiento y para evitar algunas malformaciones congénitas como los defectos del tubo neural (relacionados con el aporte de ácido fólico).
Siendo tan importantes en la alimentación de la mujer durante el embarazo, te hemos hecho una completa lista con las verduras más recomendadas para este gran momento y por qué son tan importantes:
– Espárragos trigueros. Contienen cantidades nada despreciables de vitaminas A, E y K, además de algunas vitaminas del grupo B, como el ácido fólico.
– Escarola. Es rica en vitaminas A y C.
– Guisantes. Son ricos en vitaminas C y K, pero sobre todo, suponen una gran fuente de fibra.
– Verduras de hoja verde, como espinacas y acelgas. Además de ser ricas en fibra, contienen vitaminas del grupo B, especialmente carotenoides y ácido fólico. También contienen hierro, potasio, calcio y vitamina E.
– Tomates. Aunque puede haber controversia sobre si el tomate es una verdura, no la hay en cuanto a sus enormes cualidades nutritivas, ya que es particularmente rico en vitamina C, K y biotina.
– Brócoli. Es rico en vitamina C, E, K y ácido fólico, además de contener una gran cantidad de fibra.
– Judías verdes. Son ricas en calcio y fibra, además de proporcionar vitamina C y acido folico. –
– Pimientos. Son ricos en vitamina C y carotenoides, además de ser una fuente importante de fibra.
El consumo apropiado de algunas vitaminas en el embarazo se relaciona con la prevención de ciertas enfermedades en la infancia. Por ejemplo, la vitamina E parece proteger frente al asma, mientras que los carotenoides pueden reducir el riesgo de eczema. La vitamina C ayuda a conseguir un sistema inmunitario fuerte, por lo que su consumo en el embarazo está más que recomendado.
La fibra es un gran aliado de la mamá durante el embarazo, ya que, debido al aumento de volumen sanguíneo y al peso y volumen del feto, el riesgo de estreñimiento es muy elevado, y la fibra ayuda a combatirlo.
En cuanto a los minerales, el hierro previene la anemia y el potasio ayuda a controlar la presión arterial, minimizando el riesgo de preclampsia. Además, un aporte de calcio es necesario para la formación de huesos y dientes en el bebé que está creciendo, por lo que su aporte es más que indispensable.
Por el contrario, debe controlarse el consumo de verduras crudas o lavarlas a conciencia. Las verduras pueden ser portadoras de toxoplasma gondii, un parásito relacionado con abortos y complicaciones serias en el feto, sobre todo si se contrae en los primeros meses de gestación. Lavarlas a conciencia, incluso aquellas etiquetadas como prelavadas o listas para comer, y evitar posibles contaminaciones cruzadas con otros alimentos, puede prevenir la toxoplasmosis.
Otras verduras no cocinadas, como el brócoli o los rábanos, pueden ser fuente de bacterias como salmonella, peligrosas para la embarazada, o incluso de listeria monocytogenes, que es extremadamente grave si atraviesa la barrera placentaria y alcanza al feto, pudiendo causarle la muerte. Obviamente, el cocinado elimina el riesgo de cualquiera de estas enfermedades.
Además, las verduras crudas pueden aumentar la aparición de gases, dado que contienen carbohidratos complejos no digeribles que sirven de alimento a las bacterias presentes en el intestino grueso, generando gas a lo largo del tracto gastrointestinal.