20MINUTOSNOTICIA13.09.2021 — 11:43h Los gases son más frecuentes a medida que el embarazo avanza
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El embarazo puede ser un periodo muy feliz, pero implica en cualquier caso renunciar a algunos placeres, especialmente gastronómicos, en pos tanto de nuestra salud como de la del bebé. Determinados pescados, quesos azules y, por supuesto, el alcohol son algunos de los productos que tendremos que dejar de lado. Pero ¿Qué ocurre con las latas y las conservas?
Pues, afortunadamente, en términos generales las latas y las conservas (mientras estén en buen estado) no plantean ningún problema y se pueden tomar de manera segura. Esto es porque los métodos de conserva no son peligrosos, y de hecho, al mantener el alimento estéril, son una buena garantía de que el producto no corre riesgo de estar contaminado por microorganismos dañinos. Sin embargo, si es importante tener en cuenta cuál es el alimento conservado en cada caso, ya que es éste el que puede no ser apropiado.
En particular, se debe evitar el consumo de peces grandes como atún rojo, pez espada, tiburón o lucio, que pueden contener niveles altos de mercurio. Sí se consideran seguros el atún claro y el bonito del norte, que son los que habitualmente encontramos en las latas de atún; sin embargo, se recomienda por precaución no exceder las cantidad de dos latas por semana en el caso de estos pescados, y desplazar el consumo hacia otros más pequeños como anchoas o sardinas.
Más allá de estos pescados, la gran mayoría de latas y botes de conserva de diversos vegetales, así como berberechos, mejillones y otros moluscos se pueden disfrutar con tranquilidad durante el embarazo.
Lo que sí hay que tener en cuenta, como mencionábamos, es que la lata se encuentre en buen estado, una precaución que debemos tomar tanto las personas embarazadas como las que no lo están. Una lata de conserva en mal estado (con golpes, deteriorada, oxidada o mal sellada) puede estar contaminada por la bacteria Clostridium botulinum, que provoca el cuadro conocido como botulismo. Cuando esto ocurre, habitualmente, la lata se hincha de manera característica; sin embargo, en general debemos evitar comer cualquier conserva cuya lata o bote se encuentre deteriorado de cualquier manera.
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Gestar a un bebé requiere un esfuerzo y hay que tomar medidas de precaución desde la fecundación. Hay que comprobar la importancia nutricional y la seguridad para la madre y el feto de cualquier cosa que consuma una mujer embarazada.
Durante el embarazo hay que extremar la precaución con la ingesta de alimentos, por tu buena salud y el correcto crecimiento de tu bebé. Si eres una amante del pescado y el marisco, seguro que te preguntarás si las mujeres embarazadas pueden comer atún. La respuesta es sí. El atún es un pescado muy nutritivo y se puede consumir pero con moderación.
La cantidad de atún que puedes consumir debe ajustarse en función de si consumes algún otro pescado o marisco durante la misma semana. Las mujeres embarazadas y en período de lactancia pueden consumir de 225 g a 340 g de pescado y, en concreto, de atún claro a la semana:
Los atunes se presentan en las diferentes variedades que se indican a continuación y deben consumirse asados o al horno. Cualquier alimento crudo o sin cocinar puede albergar bacterias que pueden ser perjudiciales para el feto. Asegúrate de cocinar el atún a una temperatura mínima de 70°C, para eliminar cualquier posible parásito o patógeno que contenga.
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El atún fresco es graso, pero tiene los mejores valores nutricionales y se considera seguro para las mujeres embarazadas. Contiene vitaminas, minerales y proteínas, y es una rica fuente de ácidos grasos omega-3. Estos ayudan al crecimiento y desarrollo adecuados del cerebro del feto.
El atún en lata está permitido para una mujer embarazada siempre que lo consuma en una cantidad limitada. El consumo regular de atún en lata tiene ciertos riesgos para la salud del feto en crecimiento.
El revestimiento de las latas de metal contiene la sustancia Bisfenol A (BPA), que puede entrar en tu sistema y afectar al desarrollo cerebral del feto.
El atún enlatado contiene sal que puede provocar un aumento de los niveles de sodio en tu organismo y aumentar el riesgo de hipertensión arterial.
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