Llega la hora de comer y empieza la pesadilla. ¡Tus hijos no quieren comer de manera saludable! y esta es una realidad que se repite en todas la familias: todos queremos encontrar la manera de conseguir que los niños coman verdura. Es difícil enseñarles, e incluso, una vez que has conseguido, por ejemplo, que coman brócoli, puede ser que un día repentinamente decidan que el brócoli es veneno y, de ese modo, todo tu arduo trabajo no habrá servido para nada.
Bueno, no sufras más, porque no todo está perdido. Si puedes lograr que a tus hijos les guste (o al menos acepten) un vegetal en algún momento, regresarán a él en el futuro (quizás dentro de mucho tiempo, pero, aun así, merece la pena). Sin embargo, la clave para superar este delicado problema tan conocido por todos y conseguir que los más quisquillosos con la comida en general intenten probar las verduras, está en alentar a los niños a seleccionar entre una amplia variedad, de modo que siempre habrá algunas que puedan llegar a aceptar. Aquí te presentamos algunos tips para conseguirlo.
1. Sirve raciones pequeñas
Es fácil caer en la rutina en cuanto a tu propia ingesta de verdura, y también con nuestros hijos. Sin embargo, si deseamos que haya variedad de alimentos en su dieta debemos servirles una amplia variedad de alimentos: Col una noche, lechuga la otra, judías verdes, y así sucesivamente. Y sí, esto significa que tú también debes comer una amplia variedad de verduras también.
Es más probable que los que las detestan no estén muy contentos ante tanta variedad, pues controlar y no salir de lo que estás acostumbrado son las características principales de los niños quisquillosos con la comida. Para lidiar con este descontento, alterna los vegetales “seguros” de tu hijo con otros poco familiares con los que puede que se sientan literalmente amenazados. También, sirve nuevas verduras y las que no les gustan, hazlo en porciones más pequeñas. Debes tomar aquí una visión a largo plazo, y hacer que injieran una gran cantidad es menos importante que asegurarse que se expongan a la gran variedad existente.
2. Mantente firme
Aunque se trata de un consejo bastante impopular, porque francamente, es molesto, sin mencionar que es caro, servir verdura que sabes que no les gusta al menos unas 15 veces con la esperanza de que al final lo acepte es necesario para conseguir que los niños coman verdura. La persistencia puede resultar la estrategia más efectiva para lograr que los niños coman.
Estudios realizados en todo el mundo han demostrado que a pesar de lo que decimos los padres, la mayoría dejamos de servir verduras a los niños cuando nos dicen que no les gustan después de que no les gustan después de 3 a 5 intentos. También, a la hora de alimentar a los niños más pequeños y a los bebés, los cuidadores o tutores tienden a llegar a la conclusión sobre si a un niño le gusta o no un alimento a pesar de que puede que no estemos totalmente convencidos. ¿Y si solamente ha tenido un mal día y no significa que no le gusten las zanahorias? Hay que dárselo a probar de nuevo para estar seguros.
La clave para ser persistente sin enloquecer es abstenerse de pelear con el niño sobre lo que está en el plato. Mantener la calma no requiere más que un reconocimiento justo – sí, estamos comiendo coles nuevamente y sé que no te gustan – y ser sensatos con respecto a las reglas alimenticias que le comunicamos.
¿Deben darle un mordisco o probar un poco? ¿Les daremos postre o un premio no relacionado con la comida si se comen sus vegetales o intentan algo nuevo? ¿Los niños que lloran deben levantarse de la mesa? Lo cierto es que no hay unas reglas para lograrlo por arte de magia. Decide qué es lo que puede funcionar para tu familia, establece claramente las normas, y luego con calma ejecútalas en la mesa, y listo. Es solo otro método de crianza y debe ser efectivo.
3. Cambia la forma en la que sirves las verduras
Llegados a este punto, es probable que sientas que hacer que los niños coman verduras es más un juego mental que una tarea de la cocina propiamente dicha, aunque lo es, pero la forma en que los sirves importa también.
En primer lugar, las verduras tienen que saber bien. Puede parecer una obviedad, pero es cierto que a veces, se dejan en un segundo plano y se presta más atención en las proteínas. Si no sabes qué recetas hacer, considera usar un libro de recetas vegetarianas que te inspire un poco.
También, puedes pensar en lo que más le gusta a tu hijo y encontrar formas de incorporarle verduras en lugar de siempre servirlas solas (que puede sentirse desalentador para los niños).
Cambiar la forma en que las sirves también puede ser tan simple como cortarlos con formas creativas, servirlos en smoothies, o darles zumos en cajitas. Por supuesto, el cometido es lograr que eventualmente les guste comerse una ensalada, pero mientras tanto, es conveniente mostrarle lo versátiles y deliciosas que pueden ser las verduras en todas sus formas.
4. Haz que ellos (y sus amigos) se involucren
Probablemente has escuchado que los niños son más propensos a probar una nueva comida si han ayudado a cocinarla, pero ¿sabías que también ayuda llevar a los niños al mercado o al supermercado? Es muy conveniente que sean ellos mismos quienes los escojan, y que ayuden a plantar hierbas y vegetales ayuda mucho a que se acostumbren a ellos. De este modo se apartan del desconocimiento y se gana la mitad de la batalla, especialmente cuando se realizan estas actividades lejos del estrés de las horas de la comida.
También podrás ayudar a sus amigos más aventureros a comer saludablemente. La presión entre
compañeros, incluso siendo implícita, funciona bien. O al menos demuestra que el aguacate no es letal. Si de forma clandestina empleas los buenos hábitos alimenticios de un amigo, mantente callado al respecto. No establezcas comparaciones que hagan que tu hijo se sienta mal. Deja que los hábitos saludables de sus amigos hablen por sí solos.
5. Sírvele de buen ejemplo
Lo que tú comes, importa. Lo que tu hijo observe que comes tendrá un impacto en sus propios hábitos, especialmente si estás intentando decirle de otra manera que las verduras pueden ser deliciosas. Dicho esto, ten presente que es posible que a tu hijo no le guste algo solo porque a ti te gusta. Todos somos diferentes, y tú estás intentando cambiar una actitud, no un amor específico hacia las coles.
Aunque siempre hay excepciones, por lo general las verduras no son uno de los platos favoritos de los niños, sin embargo, es fundamental incluirlas en su dieta por la gran cantidad de beneficios que aportan. Pero, ¿cómo conseguir que los niños las coman sin forzarles a ello?
Hoy te damos algunos consejos, trucos y recetas para incorporar las verduras a la dieta diaria de forma divertida y exquisita. Porque a veces solo hace falta un poco de imaginación para convertir un inapetente plato de brócoli en una deliciosa receta.
Cuando un alimento no entra por los ojos, debemos echar a volar nuestra imaginación y conseguir presentarlo de forma divertida y atractiva.
Por ejemplo, “dibujando” paisajes o figuritas con los vegetales, creando rostros graciosos con los diferentes alimentos, ofreciendo varias verduras de colores y formas diversas, o bien sirviendo la comida en bandejas o platos de sus personajes de animación favoritos.
Aunque quizá te parezca un poco latoso por el tiempo que implica, recuerda que una cuidada presentación puede convertir un simple plato de verduras al vapor en un divertido manjar.
En Vitónica
Nueve estrategias para que los niños coman más sano avaladas por la ciencia
Un estudio elaborado en la Universidad de Cornell (EE.UU) sugirió que cambiar el nombre durante varios días a las verduras incrementaba su consumo entre los niños. De este modo, las zanahorias pasaron a ser “zanahorias de visión de rayos X”, el brócoli, “brócoli de puño poderoso” o “pequeños arbolitos sabrosos”, las judías verdes se convirtieron en “judías verdes locas”.
La conclusión que se extrajo de de esta investigación es que los niños reaccionan positivamente frente a aquello que les llama la atención, sintiéndose atraídos por la novedad. En definitiva, una estrategia de marketing que no cuesta nada poner en práctica y que además resultará muy divertida.
Con la verdura ocurre lo mismo. Muchas veces se encuentran ante un alimento que no les llama nada la atención, pero que nosotros deseamos que se lo coman porque “es muy saludable”. Sin más. Quizá podría ayudar explicar a los niños por qué las verduras son tan buenas, qué beneficios aportan al organismo, qué tipos de verduras hay… en definitiva, acercarles de manera teórica el alimento para lograr una mejor aceptación.
Y si no puedes tener un huerto en casa, quizá conozcas a alguien que cultive sus propias verduras y hortalizas y no le importe mostraros cómo se hace. ¡Será una gran lección para los niños!
Esto se debe, principalmente, al desarrollo de emociones positivas que les provoca sentirse útiles, además del orgullo y la independencia que genera contribuir a la preparación de los alimentos de toda la familia.
Ante esta actitud por parte del niño, es importante no forzarle a comer (ni caer en premios/castigos o chantajes), pero tampoco desistir a la hora de ofrecerle el alimento o alimentos que rechaza. Y es que según los expertos, la aceptación suele llegar tras haberlo probado entre 10 y 15 veces.
Dar ejemplo: lo hemos dicho en muchas ocasiones, los niños aprenden por imitación, observando los hábitos alimentarios de la familia e imitando nuestros comportamientos. Es por ello que carece de sentido intentar que nuestro hijo coma verduras mientras nosotros no las incluimos en nuestra dieta.
Y por supuesto, si a ti no te gustan las verduras no cometas el error de no ofrecérselas a tu hijo. Es perfectamente lógico que haya alimentos que no nos agraden, pero si condicionamos el paladar de los niños a nuestros gustos, estaremos quitándoles la oportunidad de probar ciertos alimentos y desarrollar sus propios gustos. Además, seguro que con las recetas que vamos a proponerte a continuación, a ti también te acabarán encantando las verduras.
Y tras la aplicación de todos estos consejos, vamos a proponeros algunas recetas elaboradas a base de verduras, que estamos seguros de que sorprenderán a los más pequeños. ¡Buen provecho!
Aunque camuflar frutas y verduras todo el tiempo no es una sana alternativa para que los niños finalmente la consuman ya que no logran familiarizarse con los alimentos que rechazan, podemos utilizar este recurso de vez en cuando a la hora de preparar las salsas de los guisos que más les gustan.
Algunos ejemplos que os proponemos son:
Para 6 personas
Dificultad: Fácil
Lavamos y secamos los tomates. Les sacamos alguna parte, si es necesario o está fea, y los troceamos. En una cazuela ponemos un poco de aceite de oliva a fuego medio. Echamos la cebolla y los pimientos cortados en juliana, y las zanahorias en rodajas finas.
Rehogamos todo hasta que la cebolla coja color marroncito, así la salsa tendrá más sabor. Añadimos el tomate troceado y dejamos a fuego lento, removiendo de vez en cuando, durante una hora.
Pasamos la salsa por el pasapurés y volvemos a poner al fuego. La dejaremos durante otra hora más, teniendo cuidado de que no se pegue. Salamos y echamos una pizca de azúcar si nos resulta muy ácida.
Hay platos tradicionales que gustan a casi todos los niños, y que podemos aprovechar para elaborar incorporando una buena base de verduras. De este modo, los peques comerán vegetales acompañados de sus platos favoritos.
Algunos ejemplos que os proponemos:
Otras ideas originales para cocinar las verduras son aquellas que se presentan en forma de tarta o pastel salado, y que en general suelen tener muy buena aceptación entre los más pequeños. Os dejamos algunas sugerencias:
Las cremas de verduras son un plato que nunca suele fallar y que los niños aceptan de muy buen grado, tanto en invierno (no hay nada como una crema suave y templada para entrar en calor), como en verano (si optamos por cremas frías).
Sin embargo, tal y como hemos comentado más arriba, no deberíamos abusar de esta forma de preparación, pues al triturar todas las verduras los niños no aprenden a identificar sus sabores y texturas. En este sentido, podemos optar por elaborar cremas con una única verdura, y añadir croutons cocinados y crujientes de la verdura en cuestión o de otras.