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Para que tu hijo ‘haga caso´, primero tiene que entender lo que le pides. Y en este sentido, el contenido y las formas que usas para comunicarte son claves.
Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 10 enero, 2022
Necesito que mi hijo me obedezca, pero, ¿cómo lo hago? Tal vez no tenemos la respuesta más acertada, pero de seguro podemos atender a sabios consejos que nos ayuden a lograrlo. A veces el amor de los padres provoca que sus hijos se vuelvan menos compresivos con ellos, pero nunca es tarde para aprender.
Los niños, a pesar de su corta edad, son también personas pensantes, que tienen capacidad para desarrollar personalidad crítica. Es por ello que algunas veces su comportamiento difiere en pequeña o gran medida de las normas básicas que suelen establecer papá y mamá.
En consecuencia, los niños comienzan a desobedecer sin tregua y en numerosos casos se pueden observar actitudes negativas como berrinches, malas respuestas e incluso ha ocurrido que algunos lleguen a retar a sus padres.
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Es posible que los padres cansados, ya sea por la pesadez rutinaria del trabajo o las responsabilidades en general, comiencen a perder la paciencia rápidamente. Esto conlleva a que incurran en acciones violentas o simplemente, sean demasiados permisivos y dejen que los niños actúen como mejor les plazca.
Sin embargo, como ningún extremo es bueno, es necesario procurar la paciencia que no se tiene para poder enfrentar esta dura etapa por la cual atraviesan los más pequeños. Por tal motivo, te queremos explicar los siguientes aspectos.
Es muy natural que los padres solo se fijen en las conductas de sus hijos, pero en realidad no se detienen a analizar y pensar la razón que conlleva a tales actitudes.
Por lo cual, es preciso observar las posibles razones que pueden llevar a un niño a desobedecer a sus padres:
Por consiguiente, si nos analizamos nosotros mismos es posible que determinemos lo normal que puede ser que mi hijo no me obedezca.
Es importante que quede claro lo que está bien y lo que está mal, para así determinar el rango de permisibilidad con el cual se va a evaluar la conducta de los niños.
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Es importante tener en cuenta que los niños siempre actuarán como lo que son, niños. Es por ello que se recomienda no parecer un dictador, es decir, evitar en lo posible implementar reglas y normas más allá de las básica e indispensables. No está mal que nuestros hijos actúen con cierta libertad.
Este es un valioso consejo si los padres desean que sus hijos los obedezcan, pues es imprescindible que las normas tengan coherencia, es decir, tanto papá como mamá deben estar de acuerdo en la disciplina impartida a sus hijos y evitar contradecirse. Pues de lo contrario esto puede originar un daño a la crianza del pequeño.
La comunicación es crucial al momento de hacer que los niños obedezcan; no obstante, es preferible no tener que alzar la voz, pues ellos están en la plena capacidad de entender lo que a los padres les molesta y los que desean que hagan para mantener una conducta deseada.
Muchas veces los padres tienden a criticar las conductas de sus hijos, pero no se sientan a pensar y analizar realmente el por qué de sus actitudes ¿Qué desean los niños? ¿Por qué actúan de tal forma? ¿Hay algo que realmente lo incomoda? Las respuestas solo podrán dárselas los niños y esto se logra escuchándolos efectivamente, hazle saber que los entienden.
Si bien es cierto que no se recomienda adoptar actitudes violentas ni nada por el estilo, es importante que en la disciplina impartida a los niños se encuentre incluido un sistema de castigos, como por ejemplo, un rincón para pensar, donde se envíen a los niños para que analicen el error cometido.
Así como se reprende y castiga también se deben elogiar cuando cumplen las normas o siguen al pie de la letra los lineamientos requeridos y las órdenes.
Muchas personas, artículos, familiares te indicarán sus métodos infalibles para logran una crianza exitosa de tus hijos. No obstante, es importante que entiendas que la clave para lograr impartir una disciplina efectiva es la comunicación.
Sin la comunicación, no es posible enseñar a los niños que se les escucha; además se les da la oportunidad de escucharte a ti, exprésate con tu pequeño y verás resultados positivos a través del tiempo.
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Para educar en obediencia debemos evitar caer en el castigo constante y las amenazas. Aquí tienes consejos para lograrlo.
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.
Última actualización: 08 noviembre, 2022
Lograr que nuestro hijo obedezca no requiere perder la calma. Tampoco hay que recurrir a los chantajes, ni aún menos a las amenazas. En realidad, que los niños nos hagan caso a la primera y respondan a nuestras demandas de manera efectiva necesita de un trabajo diario basado en la constancia, las normas firmes y una adecuada comunicación emocional.
Así, y por mucho que esté anunciado en el título de este artículo, no hay recetas mágicas para conseguir que el niño obedezca. Los pequeños son personas con decisiones propias y esas elecciones suelen entrar en colisión frontal con las órdenes de los mayores. Lo que sí es posible es evitar que sean ellos quienes nos ganen a pulso todas las batallas e intentar lograr un clima en casa en el que las calmas ganen a las tormentas.
Como bien decía la antropóloga Margaret Mead, en materia de crianza y educación, las reprimendas no tienen tanta efectividad como pensamos. Lo más pedagógico y adecuado en todos los casos es hacer uso de la coherencia, la paciencia, el ejemplo y el ingenio psicológico. Veamos más datos a continuación.
“Las raíces de la educación son amargas, pero la fruta es dulce.”
-Aristóteles-
Hay un primer aspecto que debemos entender para que nuestro niño obedezca. La obediencia no debe basarse en el autoritarismo firme y absoluto. Lo ideal es fijar la crianza en un objetivo claro: dar al mundo niños respetuosos, capaces de pensar por sí mismos, personas capaces de cooperar, entender y actuar siempre con equilibrio y de manera madura.
La obediencia que se basa en el grito y la amenaza no educa, hiere. Debemos hacerle entender a nuestros hijos que cada norma tiene una finalidad, que cada demanda que les hacemos, así como cada prohibición, responde esas normas de convivencia a las que debe atenerse.
Es más, estudios como el llevado a cabo por parte del doctor Duane F. Alwin, por ejemplo, nos recuerdan algo interesante. La obediencia que se basa en la educación democrática favorece poco a poco una independencia más responsable del niño al entender las normas sociales y las consecuencias de sus acciones. Conozcamos seguidamente qué claves pueden ayudarnos para que el niño obedezca.
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Toda la teoría al respecto de una educación democrática está muy bien, pero ¿cómo aplicarla a la vida real? Aquí tienes algunos consejos prácticos que te ayudarán a que tu hijo te obedezca:
Los niños no siempre obedecen. Como personas individuales y con capacidad de decisión que son, en ocasiones decidirán no seguir las reglas por muy buen sistema de crianza que hayas afianzado en tu relación con ellos. Por eso, recuerda siempre que el objetivo es convertirles en personas válidas y autónomas, no conseguir la obediencia ciega.