El desarrollo de la lateralidad infantil: La lateralidad en la etapa infantil

El desarrollo de la lateralidad infantil: La lateralidad en la etapa infantil

¿Cómo se desarrolla la lateralidad en los niños?

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El proceso de lateralidad en los niños consiste en que una de las dos mitades del cerebro se vuelve dominante y asume el control de las habilidades. Te contamos todo lo que debes saber sobre él en el siguiente artículo.

Escrito por Óscar Dorado

Última actualización: 16 febrero, 2022

La lateralidad es el predominio funcional de un lado del cuerpo humano sobre el otro, determinado por la supremacía de uno de los hemisferios cerebrales. Este concepto se refiere a la capacidad del cerebro para controlar los dos lados del cuerpo. La lateralidad en los niños se consolida a los 4 o 5 años de edad.

Para lograr una organización neurológica completa, un niño debe tener un dominio hemisférico en todas las áreas funcionales. Esto significa que el niño no solo debe usar la misma mano consistentemente, sino que debe coincidir con sus ojos, orejas y piernas.

Cada hemisferio del cerebro controla diferentes tareas y funciones. Los niños desarrollan habilidades manuales a través del juego y otras actividades mientras descubren lo que pueden hacer con sus manos.

Así, los pequeños comienzan a mostrar lateralidad de sus manos en tareas funcionales. El motivo es que un lado de su cerebro gana dominio y le permite al niño preferir el uso de una mano sobre la otra.

Sin embargo, cualquier problema de lateralidad puede afectar las dificultades de aprendizaje de algunas áreas. Estos problemas pueden afectar la lectura, la competencia auditiva, la movilidad, el lenguaje y la habilidad manual, especialmente la escritura.

¿Qué es la lateralidad?

La lateralidad se consolida en la etapa escolar. Entre los 2 y los 5 años, los niños utilizan las manos para jugar y hacer muchas otras cosas. Por ende, una vez que llegan a la edad escolar, ya deberían haber alcanzado su lateralidad.

Lo cierto es que los hemisferios —izquierdo y derecho— del cerebro controlan la acción motriz en los lados opuestos del cuerpo. Sin embargo, estas mitades no son iguales en su control de los diferentes tipos de comportamientos; esto resulta en un sesgo de una mano sobre la otra para ciertas tareas.

Este dominio de un hemisferio sobre el otro para ciertos comportamientos se llama lateralidad cerebral. Existen razones claras para la evolución de esta característica.

En primer lugar, tener un hemisferio que tome el control de un proceso reduce la posibilidad de que ambos hemisferios compitan para controlar una respuesta. También permite que diferentes procesos como el lenguaje y la atención puedan operar en paralelo a través de los dos hemisferios.

A medida que comienzan a desarrollar sus habilidades motoras, los niños pueden usar las manos izquierda y derecha por igual para acciones simples, como alcanzar objetos. Esto se debe a que ambas manos pueden realizar la tarea con facilidad.

Sin embargo, para la mayoría de los infantes, las tareas más complejas requieren las propiedades de procesamiento especializadas del hemisferio izquierdo del cerebro.

“El dominio de un hemisferio sobre el otro para ciertos comportamientos se llama lateralidad cerebral”

¿Cómo se desarrolla la lateralidad en los niños?

La lateralidad en los niños puede observarse en las acciones más simples: el ojo con el que miran por un agujero, el pie con el que chutan una pelota, o el oído en el que se colocan el teléfono. Y es que, aunque generalmente solo tenemos en cuenta la mano predominante para determinar la lateralidad, esta afecta a multitud de ámbitos.

El desarrollo de la lateralidad se produce de forma progresiva y pasando por diferentes etapas a medida que el niño crece:

  • Fase de indiferenciación. Entre los cero y los dos años el infante toma conciencia de que tiene dos manos y de que puede utilizarlas para interactuar con el medio. La lateralidad aún no está definida.
  • Fase de alternancia. De los dos a los cuatro años el niño se vuelve un ávido explorador del entorno y se muestra mucho más activo. Sin embargo, aún utiliza ambas manos de forma indistinta para realizar una variedad de acciones.
  • En la fase de automatización, entre los cuatro y los seis años se instala la predominancia de uno de los lados del cuerpo sobre el otro. Así, el niño comienza a utilizar preferentemente una mano, una pierna, un ojo… para sus gestos y actividades cotidianas.

¿Cómo podemos ayudar a los niños a desarrollar lateralidad?

Las actividades que contribuyen al desarrollo de una mano preferida son aquellas que estimulan y ayudan a madurar las vías cerebrales en ambos lados del cerebro. Es importante destacar que muchas de estas actividades deben centrarse más en los movimientos y acciones de todo el cuerpo en lugar de solo en las manos.

El movimiento que implica girar, rodar, caer, balancearse y bailar estimula los órganos de equilibrio en el cerebro. Estos juegan un papel importante al decirle al cerebro dónde está el cuerpo en el espacio y qué movimientos son necesarios para la postura, la respuesta a los estímulos y la acción.

Asimismo, los niños necesitan un buen equilibrio y una coordinación adecuada para una maduración cerebral saludable y el desarrollo de la destreza. Ten cuidado de no excederte con este tipo de actividades. Los niños varían mucho en el logro de habilidades específicas, por lo que debes respetar sus capacidades y reacciones.

La lateralidad en los niños: ¿zurdos o diestros?

La lateralidad, en la psicología biológica, es el desarrollo del funcionamiento especializado en cada hemisferio del cerebro o en el lado del cuerpo que cada uno controla. El ejemplo más obvio de lateralidad es el uso de la mano; se ve en la tendencia a usar una mano o la otra para realizar distintas actividades.

Es habitual clasificar a las personas como diestras, zurdas o ambidiestras. Los individuos difieren considerablemente en la gama de actividades para las que prefieren una determinada mano, así como en el grado de disparidad en la habilidad entre sus dos manos. Probablemente, nadie favorezca exclusivamente la mano derecha o la mano izquierda.

En general, podemos explicar así los diferentes tipos de lateralidad: diestros (con un predominio del hemisferio cerebral izquierdo) o zurdos cuando es a la inversa. Pero también podemos encontrar niños ambidiestros (cuando la predominancia depende de la acción), y hablamos de lateralidad cruzada cuando existe una lateralidad distinta de la manual para pies, ojos u oídos.

El trastorno de lateralidad

La lateralidad es algo que damos por hecho como parte del crecimiento de los niños; por esto no siempre somos conscientes de su importancia. En realidad, la definición de la lateralidad afecta a las funciones superiores como el lenguaje, la concentración, la percepción espacial o el aprendizaje de las matemáticas; por lo que una disfunción en este aspecto repercute negativamente en el rendimiento cognitivo de la persona.

Cuando un niño que alcanza la edad escolar no tiene bien definida la lateralidad puede presentar serias dificultades académicas, ya que sus funciones cognitivas se ven ralentizadas y limitadas. El niño puede ser tachado de torpe o vago, pero en realidad se trata de un trastorno neurofisiológico que necesita ser tratado por profesionales.

En definitiva, la lateralidad en los niños proporciona una nueva forma de comprender mejor la relación entre la organización del cerebro, la función cerebral y el comportamiento. No tengas prisa para que el niño avance en estas etapas; cada una proporciona a los pequeños las experiencias necesarias para avanzar al siguiente nivel.

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El desarrollo de la lateralidad corporal en los peques

La lateralidad es la preferencia en razón del uso más frecuente y efectivo de una mitad lateral del cuerpo frente a la otra. De la misma manera, el cerebro también se encuentra dividido en dos mitades o hemisferios que dada su diversificación de funciones (lateralización) imponen un funcionamiento lateralmente diferenciado.

En definitiva, la lateralización puede entenderse como un conjunto de conductas, que se adquieren cada una de ellas de forma independientemente, por un proceso particular de entrenamiento y aprendizaje, en lugar de quedar determinadas por una supuesta facultad genérica neurológica innata.

Es la lateralidad cerebral la que ocasiona la lateralidad corporal. Es decir, porque existe una especialización de hemisferios, y dado que cada uno rige a nivel motor el hemisferio contra -lateral, es por lo que existe una especialización mayor o más precisa para algunas acciones de una parte del cuerpo sobre la otra.

Pero, aunque en líneas generales esto es así, no podemos despreciar el papel de los aprendizajes y la influencia ambiental en el proceso de lateralización que constituirá la lateralidad corporal.

Efectivamente, la lateralización es un proceso dinámico que independientemente tiende a ponernos en relación con el ambiente; sería pues, una transformación o evolución de la lateralidad.

La investigación sobre la lateralidad cerebral ha tenido particular relevancia en el estudio de las funciones referidas al lenguaje, pudiéndose constatar que los dos hemisferios son funcional y anatómicamente asimétricos.

Como resultados de tales estudios parece deducirse que el hemisferio de derecho se caracteriza por un tratamiento global y sintético de la información, mientras que el hemisferio izquierdo lo hace de modo secuencial y analítico. Estos estudios sitúan la lateralidad corporal, la mayor habilidad de una mano sobre la otra, en le marco de las asimetrías funcionales del cerebro.

La lateralidad corporal parece, pues, una función consecuente del desarrollo cortical que mantiene un cierto grado de adaptabilidad a las influencias ambientales. En realidad la capacidad de modificación de la lateralidad neurológicamente determinada en procesos motrices complejos es bastante escasa (no supera el 10%), lo que nos lleva a proclamar la existencia de una lateralidad corporal morfológica, que se manifestaría en las respuestas espontáneas, y de una lateralidad funcional o instrumental que se construye en interacción con el ambiente y que habitualmente coincide con la lateralidad espontánea, aunque puede ser modificada por los aprendizajes sociales.

La lateralidad corporal permite la organización de las referencias espaciales, orientando al propio cuerpo en el espacio y a los objetos con respecto al propio cuerpo. Facilita por tanto los procesos de integración perceptiva y la construcción del esquema corporal.

Fases del desarrollo de la lateralidad:

La lateralidad se va desarrollando siguiendo un proceso que pasa por tres fases:

  • Fase de identificación, de diferenciación clara (0-2 años)
  • Fase de alternancia, de definición por contraste de rendimientos (2-4 años).
  • Fase de automatización, de preferencia instrumental (4-7 años).

En la educación infantil se debe estimular la actividad sobre ambas partes del cuerpo y sobre las dos manos, de manera que el niño o la niña tenga suficientes datos para elaborar su propia síntesis y efectuar la elección de la mano preferente.

Tipos de lateralidad:

En el desarrollo de la lateralidad actúan factores neurológicos, genéticos, sociales y ambientales.  Y como consecuencia de ellos podemos diferenciar diferentes tipos de lateralidad:

  • Destreza homogénea. Cuando se usan preferentemente los miembros del lado derecho.
  •  Zurdera homogénea. Se usan los miembros del lado izquierdo.
  • Ambidestreza. Se usa prioritariamente un elemento del lado derecho (por ejemplo la mano) y el otro del lado izquierdo (por ejemplo el ojo).
  • Zurdera contrariada. Se da esta forma cuando un sujeto zurdo se le ha obligado por razones sociales usar el miembro homólogo diestro. La más clara es la de la mano.

 

Actividades que ayudan al desarrollo de la lateralidad en los niños:

Algunas posibles actividades que podemos trabajar en la escuela con los pequeños para ayudarles en su afianzamiento de su propia lateralidad son las siguientes:

  • Lanzar una pelota con una mano,  chutarla con un pie, etc.
  • Señalar partes del cuerpo ya sea en un dibujo, en nosotros mismos,  etc.
  • Nombrar las partes del cuerpo de nuestro compañero/a, con los ojos vendados.
  • Jugar a la pelota, con el pie acordado, según el color de la pelota, etc.
  • Mirar por unos prismáticos caseros.
  • Señalar objetos.
  • Coger cosas.
  • Saltar con un solo pie un pequeño recorrido.
  • Jugar al juego de enredo Twister.
  • Etc…

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