Seguramente has oído o leído en los medios de comunicación, o alguna amiga te ha contado de una mujer que dio a luz un precioso bebé sin sospechar ni tan siquiera que estaba embarazada. Es lo que se llama un embarazo críptico. Y sí, existe y es real. Según algunos estudios, se produce en uno de cada 475 embarazos. Algunas mujeres descubren su estado en las últimas semanas de gestación, pero otras no lo saben hasta el momento del parto. Para que nos lo explique hemos hablado con Patricia Valseca, psicóloga perinatal del Centro El Prado, de Madrid.
“El trastorno de la negación del embarazo, también denominado embarazo críptico o negado, ocurre cuando estando la mujer embarazada, incluso en un avanzado estado, no es consciente de ello”, afirma Patricia Valseca.
La mayoría de las mujeres descubre que está embarazada por la ausencia de regla: se produce un retraso que hace sospechar (sobre todo si no se adoptan medios anticonceptivos en las relaciones sexuales). En ese momento, lo habitual es que la mujer se haga un test de embarazo que indicará que es positivo. Pero incluso antes de esta prueba, es muy posible que experimente algunos síntomas de embarazo, como sensibilidad en los pechos, cansancio, náuseas…
Pero cuando se produce un embarazo críptico, nada de esto ocurre. “Yo creo que el origen de esta grave disociación tiene que ver con experiencias traumáticas. El dolor de algunas heridas psíquicas es tan intenso que la mente se defiende pudiendo llegar al extremo de no escuchar en absoluta al cuerpo. Se trata de una desconexión, que es lo que le hace tan patológico”.
Efectivamente, las mujeres con trastorno de negación del embarazo ignoran algunos de los más claros síntomas del embarazo, como la ausencia de menstruación, el abultamiento de pechos y tripa o los movimientos fetales.
Es cierto que cuesta trabajo pensar que una mujer pueda desentenderse de estos síntomas que indican gestación. Es difícil de entender, sobre todo para mujeres que han tenido hijos y que saben que los síntomas de un embarazo son complicados de ocultar. Pero lo cierto es que ocurre.
“Hoy sabemos que cuando en la infancia hemos recibido un daño emocional intenso o prolongado en el tiempo, su impacto no solo se produce a nivel emocional, también tiene consecuencias fisiológicas”, señala la psicóloga. De hecho, muchas personas ante los problemas emocionales desarrollan patologías cutáneas, gastrointestinales… “El cuerpo es la expresión de esas emociones”, añade.
“En el caso de la autonegación hace que el cuerpo se adapte y no responda a los cambios como lo haría en un embarazo normal”, dice la psicóloga. En definitiva, muchas veces la tripa de la mujer apenas se abulta.
Pero el embarazo, críptico o no, siempre tiene un fin: el parto y el nacimiento del bebé. Esta suele ser una escena típica de estos partos inesperados:
Caridad Ruiz
Redactora experta en Salud
Quedarse embarazada a partir de los 35 o 40 años de forma natural puede resultar difícil. El motivo nos lo explica la doctora Paula Ferrer, ginecóloga de la clínica de reproducción asistida CREA, de Valencia: “La fertilidad disminuye progresivamente a medida que aumenta la edad de la mujer, ya que la reserva de óvulos se va agotando. Las mujeres nacemos con todos los ovocitos que usaremos a lo largo de nuestra vida y no generamos nuevos, por lo que su número va mermando”.
Pero no es solo que a partir de esa edad queden pocos óvulos. Es que los que aún no se han utilizado en las sucesivas ovulaciones tras la pubertad están envejecidos. “Con la edad no solo se ve afectada la cantidad, sino también la calidad de los ovocitos debido, principalmente, a un aumento de las alteraciones cromosómicas”.
En tu mano está aprovechar al máximo las posibilidades que la naturaleza te ofrece para quedarte embarazada, tanto si se trata de una gestación natural o con la ayuda de técnicas de reproducción asistida. Llevar una vida sana te va a ayudar a quedarte en estado y a evitar abortos espontáneos causados por una mala formación del embrión.
A continuación, te damos 9 consejos que ayudan a quedarse en estado cuando ya se han cumplido los 40 años. “Los hábitos de vida, tales como la dieta, la exposición a tóxicos de consumo, como el alcohol, el café o las drogas, el ejercicio físico, el peso corporal o los factores psicoemocionales pueden tener un impacto positivo o negativo en la fertilidad”, señala la ginecóloga.
Conviene que solicites una cita con tu ginecólogo cuando decidas que deseas ser madre para “confirmar que todo esté bien, iniciar la suplementación con ácido fólico, que es indispensable para el correcto desarrollo del sistema nervioso del feto”, explica la dra. Paula Ferrer.
En esa consulta, el médico te recomendará unos análisis clínicos en donde se estudiará tus niveles de hierro, para comprobar que no tienes anemia, y si estás inmunizada en algunas enfermedades que pueden poner en riesgo la salud del feto, como la rubéola (si no estás inmunizada, conviene que seis meses antes de abandonar los métodos anticonceptivos te vacunes), el VIH o la toxoplasmosis.
Si fumas, debes abandonar este hábito. Si te crea mucha ansiedad, acude a tu centro de salud. Actualmente hay diferentes terapias que te pueden ayudar. Pero ten presente que esa ansiedad es menos dañina que el humo que inhalas. Las sustancias que están presente en él llegan hasta el embrión o incluso el feto, dado que la placenta no es capaz de filtrarlos, provocando que el embrión crezca menos de lo que debiera.
También se ha comprobado que las mujeres fumadoras tienen más riesgo de embarazo ectópico, es decir, cuando el embrión en lugar de implantarse en las paredes del útero lo hace en las trompas de Falopio o en la cavidad abdominal. Son gestaciones que no pueden prosperar y terminan en un aborto espontáneo. Los expertos creen que el tabaco modifica la motilidad de la trompa, lo que impide que el óvulo fecundado llegue a tiempo al útero.
Desde el momento que decidas intentar ser madre, no tomes bebidas alcohólicas. Aunque te digan que “tomar un vaso de vino no pasa nada, no es cierto. El alcohol puede causar una disminución de la fertilidad. Y una vez conseguido el embarazo, no hay ninguna dosis segura. El alcohol le afecta mucho más al embrión y al feto que a la madre porque está en pleno desarrollo y tarda más tiempo en metabolizarlo y sus efectos duran más tiempo.
“La alimentación de ver ser completa y equilibrada”, señala la doctora Ferrer, quien aconseja evitar la ingesta de alimentos ultraprocesados. “Los problemas de alimentación pueden deberse a desnutrición o déficit de alimentos, que no es lo habitual en nuestro entorno, o por la sobrealimentación y dietas desequilibradas. Ambos casos pueden llevar a un déficit de micronutrientes, como las vitaminas y los minerales, que pueden afectar negativamente a la fertilidad y al desarrollo del embrión y del feto”.
Haz una dieta variada, rica en frutas y verduras, con proteínas procedentes sobre todo de legumbres, pescados y carnes de ave o conejo. Evita los dulces y los alimentos muy calóricos y sin apenas nutrientes, como las patatas fritas tipo chips. A la hora de preparar los alimentos, evita los fritos y elige mejor alimentos hechos a la plancha, en horno o por cocción.
Si tienes sobrepeso, trata de perderlo con una dieta sana y practicando ejercicio. “Es muy importante que se haga de forma controlada, siguiendo las indicaciones de un endocrinólogo o nutricionista, con una dieta equilibrada (no dietas “milagro”) y ejercicio físico moderado”, aconseja la ginecóloga del centro CREA. La idea es que pierdas el peso que te sobra pero sin poner en riesgo tu salud.
Realiza algún deporte y evita el sedentarismo. Según la doctora Paula Ferrer “el ejercicio físico moderado es beneficioso para la salud reproductiva de la mujer, mientras que, si es excesivo, puede resultar perjudicial”. Caminar, nadar, montar en bicicleta, hacer yoga… cualquiera de estas actividades te puede ayudar. Elige la que más te guste.
“El estrés está reconocido como causa y agravante de la esterilidad, creando un círculo vicioso que deteriora la calidad de vida de los pacientes e, incluso, su relación de pareja. Por este motivo, es muy necesario un adecuado apoyo psicológico especializado paralelo a un procedimiento de reproducción asistida”, señala la doctora Paula Ferrer.