Semaforo comportamiento infantil: Técnica del semáforo para que tus hijos mejoren su conducta

Semaforo comportamiento infantil: Técnica del semáforo para que tus hijos mejoren su conducta

Técnica del semáforo para que tus hijos mejoren su conducta

Los niños no siempre son fáciles de gestionar. A veces pueden mostrarse muy impulsivos y desobedientes, por lo que es fundamental que los padres cuenten con recursos que les permitan disciplinar de manera positiva y a la vez estimulen el autoconocimiento infantil. Una de las herramientas más sencillas y eficaces para el manejo de la ira es la técnica del semáforo.

De hecho, se puede utilizar con niños a partir de los 3 o 4 años, cuando estos comprendan cómo funcionan los semáforos en la carretera. Por una parte, esta técnica le ayuda a desarrollar habilidades de autogestión de la ira y, por otra parte, estimula la madurez emocional.

¿En qué consiste la técnica del semáforo?

El principal objetivo de esta técnica es enseñar a los niños a identificar la ira, para que luego puedan gestionarla de manera más asertiva, aprendiendo los diferentes pasos del autocontrol emocional. De hecho, no debemos olvidar que lidiar con la ira puede ser difícil para cualquier persona, independientemente de su edad, pero es especialmente difícil para los niños pequeños porque suele ser una emoción compleja y abrumadora.

Antes de poner en práctica esta técnica, es conveniente que le expliques bien el funcionamiento del semáforo y diseñes uno en casa. También debes explicarle que las emociones no son sus “enemigas” pero que existen algunos estados emocionales, como la ira, el miedo y la frustración, que pueden llevarle a comportarse de manera inadecuada, haciendo daño a los demás o a sí mismo. Por eso es importante aprender a gestionar esas emociones cuanto antes.

• Rojo: significa detenerse, y se debe activar antes de que el niño pierda por completo el control.

• Amarillo: significa reflexionar, es el momento para encontrar la solución más adecuada para el problema que provoca la ira o frustración.

• Verde: significa avanzar y poner en práctica la solución, pero siempre de manera responsable y sin herir a los demás.

De cierta forma, los colores del semáforo representan las etapas de la gestión emocional. En un primer momento se experimentan esas emociones, entonces es necesario detenerse para que estas no tomen el mando. Luego se pasa a una fase en la que es necesario reflexionar sobre lo ocurrido, es una etapa de pausa donde en un primer momento pueden acumularse más emociones negativas pero poco a poco estas se van disipando dejando en su lugar emociones más agradables y positivas. Por último, llegará el momento en que sea posible poner en práctica una estrategia de afrontamiento razonada.

¿Cómo aprovechar al máximo esta técnica?

El niño no debe percibir esta técnica como un castigo, sino como una herramienta útil para su desarrollo. Por eso, es importante que no se convierta en una especie de “tarjeta roja” que los padres sacan cuando el niño está a punto de perder el control, sino que realmente fomente la introspección, de manera que cuando el niño crezca, sea él mismo quien la aplique.

Para ello, es fundamental que le ayudes a identificar los signos que indican que está enfadado o frustrado. También debe aprender a identificar el “punto de no retorno”, en el cual pierde el control, para que sea capaz de detenerse antes de llegar a ese momento.

Al principio, cuando el niño es pequeño, tendrás que guiarle a través del proceso. No solo tendrás que detenerle antes de llegar al punto de no retorno sino también ayudarle a buscar la causa de ese enfado y/o frustración, así como proponerle soluciones más asertivas y enseñarle a evaluar las consecuencias de sus acciones.

Una vez que se apropie de la técnica, no solo puede utilizarla para gestionar la ira sino también otras emociones como la preocupación, el miedo, la decepción y la tristeza. También podéis elaborar entre ambos una serie de actividades que le ayuden al pequeño a relajarse y recuperar el control, como usar el frasco de la calma, escuchar música, practicar algún ejercicio de relajación, contar hasta 100, cantar una canción, jugar con su mascota… Más adelante, él mismo se dará cuenta de cuáles son las estrategias más adecuadas para lidiar con los distintos tipos de emociones.

en qué consiste y cómo ponerla en práctica

Durante los primeros años de la infancia es frecuente que los niños tengan comportamientos impulsivos o estallen en rabietas cuando menos lo esperamos. Aunque estos comportamientos son fruto de la inmadurez y suponen una etapa más en su desarrollo, los adultos debemos saber cómo acompañarles de forma respetuosa, así como proporcionarles herramientas que les ayuden en su control emocional.

En Bebés y Más os hemos recomendado técnicas que funcionan para ayudar a los niños a autorregularse ante un momento de tensión emocional, como ‘la técnica de la tortuga’, ‘el método de la rana’ o el frasco de la calma, entre otras.

Hoy os hablamos de la técnica del semáforo, una herramienta muy visual especialmente pensada para que los más pequeños aprendan a identificar ciertas emociones como la ira, la rabia o la ansiedad, y sepan cómo regularlas para evitar conductas irrespetuosas con los demás e incluso consigo mismos.

¿En qué consiste la técnica del semáforo?

Por su seguridad, una de las primeras cosas que debemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños es el funcionamiento de los semáforos. Así, cuando ven un semáforo en rojo deben saber que hay que detenerse de inmediato, cuando está en verde pueden pasar y cuando está en ámbar tienen que poner una mayor atención porque puede haber algún peligro.

Extrapolando el funcionamiento de los semáforos, es fácil que los niños entiendan cómo aplicar la técnica del semáforo para autorregular su comportamiento:

  • Semáforo en rojo: indica al niño que es el momento de parar, pues las emociones que en ese momento está sintiendo (rabia, ira, frustración, nerviosismo, enfado…) podrían llevarle a faltar al respeto, agredir a otras personas o incluso hacerse daño a sí mismo.

Para que el niño entienda cuándo es el momento de parar es importante que los adultos le enseñemos a identificar las señales que su cuerpo le está enviando relacionadas con esas emociones. Por ejemplo, es normal que el pulso se acelere, la respiración se agite, que haya tensión muscular, que se comience a alzar la voz, que la cara se enrojezca, que se aprieten los puños…

La identificación de esas señales pondrían en rojo el semáforo y la necesidad de detenerse.

  • Semáforo en amarillo: es momento de tomar distancia de la situación, alejarse de aquello que le ha molestado o enfadado, respirar profundamente y tratar de alcanzar un estado de calma.

Para ello, cada niño elegirá la técnica o herramienta que mejor le funcione para tranquilizarse; desde la respiración profunda y consciente, hasta el rincón de la calma, la meditación, técnicas sensoriales…

Este momento de pausa es importante para entender las emociones que se están sintiendo, averiguar su causa y dominarlas para que no nos dominen a nosotros.

  • Semáforo en verde: una vez alcanzado el estado de calma, la luz verde indica al niño que es momento de avanzar en la resolución del problema de una forma pausada, equilibrada y respetuosa con uno mismo y con los demás.

Al ser tan visual, está técnica está especialmente pensada para niños en edad preescolar, pues es muy sencilla de entender y aplicar.

Sin embargo, y como sucede con cualquier otra herramienta de gestión emocional, es indispensable y sumamente importante que el adulto acompañe y guíe al niño en todo momento con respeto, empatía y amor. A medida que el niño entienda e interiorice el funcionamiento de la técnica del semáforo, podrá ponerla en práctica por sí mismo cuando lo considere necesario, logrando así detenerse antes de tener una conducta irrespetuosa con los demás.

¿Cómo ponerla en práctica?

Una vez que el niño entienda en qué consiste esta técnica, dibujaremos varios semáforos de cartón y los colocaremos en diferentes lugares de la casa, para que siempre estén visibles. En el momento en que el niño comience a tensarse por alguna situación, le señalaremos el semáforo y le ayudaremos a recordar lo que tiene que hacer según cada color.

Lo ideal es anticiparse a la rabieta o causa de la frustración, pues si esperamos a que la rabieta estalle quizá no sea posible lograr la colaboración del niño. En cualquier caso, el respeto debe primar siempre, por lo que jamás obligaremos al niño a utilizar la técnica del semáforo si no quiere, pues no se trata de un castigo, sino de facilitarle herramientas que puedan ayudarle a sentirse mejor.

Puede ser de gran ayuda para el niño ver a sus padres utilizar la técnica del semáforo para regularse y no perder los nervios. Esto le hará ver que todas las personas necesitamos recursos para dominar nuestras emociones en un momento dado, pero además, la técnica puede ser de gran utilidad también para nosotros.

Recuerda que no hay emociones negativas ni positivas

Todas las emociones que sentimos son válidas y necesarias, por lo que jamás debemos manifestarle al niño la idea de que hay emociones positivas y otras negativas que hay que desterrar.

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