Semaforo conducta infantil: Técnica del semáforo para mejorar la conducta de los niños

Semaforo conducta infantil: Técnica del semáforo para mejorar la conducta de los niños

Técnica del semáforo para mejorar la conducta de los niños

Uno de los problemas con los que se encuentran los profesores en las aulas es cuando trabajan con niños impulsivos que no son conscientes de su nivel de activación.

La impulsividad es un rasgo temperamental del niño que hoy en día que se manifiesta con gran intensidad y frecuencia debido a los actuales estilos de vida modernos o por la falta de recursos por parte de los padres y los educadores para afrontar la situación. En Guiainfantil.com te ayudamos a mejorar el comportamiento de tus hijos con la técnica del semáforo.

Técnica del semáforo para niños impulsivos

Los rasgos distintivos de la impulsividad se manifiestan en los niños cada vez en edades más tempranas y esto supone para las familias una alteración de la vida cotidiana. Algunas de las características que nos pueden dar pistas sobre si el niño es impulsivo son las siguientes:

– No tolera la frustración.

– En los niños pequeños se dan rabietas incontroladas.

– Hace las cosas sin pensar.

– Molesta a los demás.

– Bajo autocontrol.

– No sabe esperar su turno en los juegos.

– Desobediencia continua.

– Reconoce que hace mal pero no puede controlarse.

– No soporta perder cuando juega.

Si un niño de menos de 5 años manifiesta este tipo de rasgos impulsivos, es decir: llorar, gritar, berrinches, etc… aún no es capaz de tomar conciencia sobre su nivel de activación por lo que debemos utilizar la técnica de retirada de atención física y afectiva entre otras técnicas según la intensidad con la que se den.

A medida que los pequeños crecen es importante que vayamos trabajando con ellos las sensaciones internas que preceden a sus conductas impulsivas. Gracias a esto los niños van adquiriendo capacidades para poder analizar y razonar con ellos lo que pasa. Si el niño va tomando conciencia será más fácil para él en el futuro aplicar técnicas de autocontrol. Una de las más funcionales es la técnica del semáforo.

Gracias a esta técnica del semáforo el niño va a poder ir tomando conciencia de las señales de activación fisiológica que aparecen cuando se enfada como: agitación en la respiración, sudor en las manos, se ponen tensos los músculos, se seca la boca, etc. Gracias a este conocimiento el niño podrá poner en marcha estrategias para poder evitar su manifestación.

Para utilizar esta técnica, se aplica el funcionamiento de un semáforo para enseñar al niño a gestionar esas conductas y emociones negativas de las que los pequeños son víctimas. Los niños conocen perfectamente cómo funcionan los semáforos, entendiendo que la luz roja significa no pasar, el ámbar significa se podrá pasar, y el verde significa que puedes pasar. Así:

– El color rojo. El niño ha de parar y comenzar a detectar las señales que hacen que se den sus emociones negativas. Es el primer paso que dar para determinar si propio estado de ánimo.

– El ámbar. Es el momento en el que el niño piensa y toma conciencia de lo que está sintiendo y puede determinar la causa de lo que le está pasando.

– El verde. Dar tiempo a pensar sobre lo que ocurre implica que puedan surgir alternativas o soluciones al conflicto o a los problemas. Es la hora de elegir cuál es la mejor forma de salir de la emoción negativa para volver al estado normal.

Más allá del manejo de la situación emocional del niño esta técnica del semáforo también se enfoca a lograr una mejora del comportamiento del niño como respuesta a las circunstancias que le rodean.

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¿cómo ayudar a los niños a gestionar la rabia y la impulsividad?

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Ayudar a los niños a controlar sus emociones es clave para que puedan mejorar su conducta, ya que la impulsividad y la desobediencia aparecen con frecuencia ante la dificultad de gestionar emociones negativas. Contar con recursos para ayudar a los niños a gestionar y controlar la rabia o la ira es muy importante.

¿En qué consiste la técnica del semáforo?

técnica del semáforo

Esta técnica consiste en ayudar al niño a aplicar el funcionamiento de los semáforos para aprender a gestionar sus emociones negativas, es decir, el rojo significa no pasar, el ámbar prepararse porque dentro de poco se podrá pasar y el verde significa adelante. Si esto lo aplicamos al marco de las emociones, significaría lo siguiente:

– Rojo: con el color rojo se intenta que el niño aprenda a pararse, a darse cuenta de que se está poniendo nervioso, se está enfadando y está sintiendo rabia, ganas de agredir o de pelear. Identificar este momento con la luz roja es un recurso muy visual para ayudarles en la gestión de emociones.

– Ámbar: una vez que se ha parado antes de actuar llevados por la rabia o el enfado, es el momento de pensar y reflexionar sobre qué ha pasado y cómo se está sintiendo.

– Verde: es el momento de intentar solucionarlo de otra forma en vez de dejarse llevar por la rabia. Si el niño ha conseguido parar antes de estallar es más viable encontrar una solución alternativa.

Esta técnica es efectiva para ayudar a los niños a controlar su impulsividad y los ataques de rabia o de ira.

¿Cómo utilizar la técnica del semáforo?

Es importante tener en cuenta que esta técnica es válida para niños a partir de 3 o 4 años, que es cuando pueden comprender bien el funcionamiento de un semáforo.

Para poder aplicarla lo primero es ser conscientes de que el objetivo de esta técnica es aprender a identificar la ira o la rabia: cómo se produce, cómo ser conscientes de que estamos experimentando esta emoción. Por eso, debemos ayudar a los peques a identificar las señales que aparecen cuando están entrando en ese proceso de rabia o de frustración (nerviosismo, tensión muscular, respiración agitada, etc).

En segundo lugar, para poder ponerla en práctica lo ideal es hacer un semáforo de cartón y ponerlo en algún rincón de casa. Debemos hablar con ellos y explicarles que existen las emociones negativas, que todo el mundo las experimenta, pero que se pueden hacer cosas para controlarlas.

Podemos practicar este ejercicio como una especie de juego para asegurarnos de que el niño entiende en qué consiste para después poder recurrir a él cuando sea necesario. Cuando estemos ante una situación en la que veamos que el niño está enfadándose y que puede derivar en un ataque de rabia o ira, podemos anticiparnos y tratar de recurrir al semáforo para ayudarle a gestionar la situación. Este ejercicio puede ser eficaz si nos anticipamos al momento en el que el niño ya ha perdido el control, porque si ya lo ha hecho será difícil intentar que participe en esta actividad.

Es fundamental que los niños no entiendan esta técnica como un castigo, deben haberla aprendido primero en momentos de calma para entender qué significa y después recurrir a ella en momentos de rabia, pero como ayuda, no como castigo.

Debemos tener en cuenta que gestionar las emociones negativas es un trabajo complicado que, en muchas ocasiones, supone una tarea pendiente incluso para los adultos, por lo que debemos tener paciencia y entender que poder recurrir a esta técnica no significa que vayamos a poder acabar con las rabietas y los enfados de los niños como por arte de magia. Tampoco podemos exigirles cosas que a nosotros mismos nos cuestan muchas veces, pero sí podemos ayudarles a entender mejor cómo se sienten y a darles herramientas paras poder gestionar esas emociones.

También eficaz para adultos

Lo cierto es que esta técnica del semáforo también es muy eficaz para los adultos y nos puede ayudar a pensar y calmarnos antes de enfadarnos con los niños y responder con un grito. Pensar en esa luz roja cuando empecemos a notar que la paciencia nos está abandonando, será un buen toque de atención para ayudarnos a respirar y a mantener la calma. Todos nos ponemos nerviosos o perdemos la paciencia alguna vez, por eso, aprender a gestionar y controlar también nuestras emociones es muy necesario. Somos el espejo en el que se miran, por lo que intentemos que se reflejen en la mejor versión de nosotros mismos.

Enfermedades poco frecuentes: historias de vida en busca de inclusion y acceso a tratamientos

Foto: Cris Sille.

El 95% de las enfermedades poco frecuentes a nivel mundial aún no tienen un tratamiento específico y personas que conviven con alguna de estas patologías como diabetes insípida o el sindrome de Prader-Willi aseguraron a Télam que “cuando no podés tetra accedero a un sentís raro” y pidieron su plena inclusión en la sociedad en el marco del Día Mundial de las Enfermedades Poco Frecuentes (EPOF) que se conmemora este 28 de febrero.

A Giuliana Pota

Cuando fui más grande empecé a investigar y vi que soy uno de los pocos casos que no tiene secuelas severas. Podés quedar con secuelas muy graves si no se toma a tiempo”, dijo a Télam la joven de 26 años que vive en el barrio porteño de Recoleta.

Desde sus primeros días de vida pasó por diversas cirugías y le colocaron una válvula para ajustar del drenaje del líquido, pero a los tres meses contrajo un virus intrahospitalario que le ocasionó una discapacidad motora.

Photo: Cris Sille.

“Hoy me desenvuelvo muy bien, y lo único que necesito es la ayuda de un bastón y de un scooter para trayectos más largos. Pero siempre cuento con el apoyo de mi familia”, agregó Giuliana, quien es licenciada en Ciencias de la Comunicación y sueña con trabajar en algún medio.

En sus redes sociales (@giulipota) difunde su historia para “ayudar a las personas que tengan alguna discapacidad y darles una palabra de aliento”, al tiempo que busca concientizar al resto de la población en temas tan sencillos como la importancia de no obstruir el paso en rampas.

Se consideran enfermedades poco frecuentes aquellas cuya prevalencia en la población argentina es igual o inferior a una en dos mil personas, según la Ley

“En el mundo hay descriptas 8.000 EPOF que afectan al 8% de la población. Si transpolamos esos datos, en la Argentina hay 3.6 millones de personas”, señaló a Télam Roberta Anido de Pena , presidenta de la Federación Argentina de Enfermedades Poco Frecuentes (Fadepof).

Nuestro país cuenta con un listado nacional de EPOF que actualmente tiene las personas con EPOF.

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“Los problemas mayores de esta población son la pérdida de escolarización en los chicos, el desempleo en los padres o en los pacientes adultos, y la estigmatización que muchas veces padecen, junto con una depresión e infelicidad enormes”, alertó Animal Pena.

“La estigmatización está muy presente, cuando no podés acceder a tu tratamiento te sentís raro y te da mucha angustia”, contó Adriana De Franco (37), profesora de Historia que convive desde los 15 años con una diabetes insípida central, enfermedad en la que hay una deficiencia en la producción de la hormona antidiurética y los riñones no pueden mantener suficiente agua en el cuerpo.

Aunque el nombre de esta afección es muy similar a la “diabetes mellitus”, que implica niveles altos de glucosa en sangre, son enfermedades diferentes y solo comparten algunos síntomas como micción y sed excesivas.

“Mi primer sintoma fue sed constante y después empecé a orinar muchísimo. Orinaba 14 litros diarios, no podia dormir. El orín pierde su color, es cada vez más insípido, aseguró Adriana que vive en el barrio porteño de Montserrat.

“Casi me muero. Mi mamá estaba desesperada y estuve casi tres meses sin la atención correcta. Un médico me trató como adicta al agua”, recordó.

Photo: Cris Sille.

Llegar a un diagnóstico certero es uno de los mayores desafíos cuando se tiene una EPOF: en promedio, puede llevar entre 5 y 10 años y requerir hasta 8 visitas a distintos especialistas.

Además, el 95% de las EPOF nivel mundial aún no tienen un tratamiento específico, en nuestro país, el 65% de las personas tienen demoras en ser diagnosticadas y el 35% no recibe apoyo o tratamiento, según datos de Fadepeof.

“Mi medicina es muy costosa y no entra dentro de la cobertura de la ley de diabetes porque es otra enfermedad”, explicó Adriana, quien debe tomar un medicamento cada 6 horas.

Gracias a la medicación pude hacer mi carrera, trabajar en los colegios, casarme, hacer natación, destaco.

Para acceder al medicamento de manera gratuita, Adriana tuvo que tramitar el Certificado Único de Discapacidad (CUD), pero la última vez que intentó renovarlo, la junta evaluadora no lo aprobó.

Desde entonces, depende de las prórrogas de vencimiento automáticas que otorga la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), en el marco de un plan lanzado a principios de este año que apunta a desburocratizar y modernizar la certificación.

“Pareciera que por ley no necesito del certificado para conseguir mi medicación, peromi prepaga ya me dijo que no me la cubre sin eso”, agregó, y advirtió que “hay una burocracia que se desconoce”.

“Las leyes son fundamentales, pero tienen grises que posibilitan que la ciudadanía no acceda a ciertos planes médicos, y eso te hace sentir en un constante estado de desamparo”, affirmó.

Sobre trabas en el acceso a tratamientos conoce también Laura Álvarez 9.

Cuando nos dieron el diagnostico no sabía ni cómo se pronunciaba. Lo googleamos, que es lo primero que te dicen que no hagas y todo era tremendo”, recordó Laura en diálogo con Télam .

También contó sobre los amparos que presentaron para lograr que su prepaga se hiciera cargo del tratamiento multidisciplinario que requiere Nicolás.

Es el tratamiento que se necesita para esta enfermedad y punto. Si tenés cáncer no te dicen que no hagas quimioterapia”, apuntó Laura, que vive con su familia en el barrio porteño de Caballito.

Este sindrome, cuya incidencia mundial es de 1 cada las EPOF.

En el mismo sentido, Giuliana remarcó que necesitan “urgente un cambio en la sociedad, que nos escuchen un poco, para que todo se transforme y sea más inclusivo”.

El Día Mundial de las Enfermedades Poco Frecuentes se conmemora el 28 de febrero o el 29, si es año bisiesto, por ser el día menos frecuente del calendario.

Este año la Fadepof realiza la campaña “Yo también tengo #DerechoALaSalud” en redes sociales para dar luz a las realidades de las personas con enfermedades poco frecuentes y sus familias, respecto a las dificultades en el acceso a la salud.

AVANZAN EN LA PRODUCCIÓN DE MEDICAMENTOS PARA ENFERMEDADES POCO FRECUENTES EN LABORATORIOS PÚBLICOS

La Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y el Hospital Garrahan trabajan en el desarrollo de nuevos medicamentos para pacientes con enfermedades poco frecuentes y avanzan en la planificación de la producción industrial de una emulsión oral en el laboratorio público de medicamentos de la provincia de Río Negro.

Se trata de formulaciones terapéuticas para el tratamiento de enfermedades poco frecuentes asociadas a la deficiencia de la Coenzima Q10, un antioxidante muy potente que el cuerpo produce de forma natural y se encuentra en todas las células de nuestro organismo.

Las iniciativas, a cargo del Hospital Garrahan y la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (FFyB-UBA), están especialmente destinadas a pacientes pediatricos, para quienes existe una escasez de fármacos adecuados en tiempo y forma.

Cuando se trata de una patología desatendida, la industria farmacéutica no la toma porque no es redituable desarrollar un medicamento que utilicen muy pocas personas. Resulta difícil investigar y publicar, pero si alguien no toma la posta, ¿quién lo hace?”, señaló a Telam Valeria Tripodi , una de las responsables del proyecto junto con los investigadores Fabian Buontempo y Silvia Lucangioli.

“Para esas familias es el 100%, no es uno cada 2.000. Es uno de tus hijos el que está afectado, es tu mundo”, agregó la investigadora independiente del Conicet y profesora titular de la cátedra de Química Analítica de la FFyB-UBA.

La deficiencia de la Coenzima Q10 ocasiona enfermedades neurodegenerativas que involucran pérdida de la memoria, degeneración motriz progresiva, dificultad en la deglución y diferentes grados de retraso mental.

El desarrollo más avanzado es una emulsión oral de Coenzima Q10, de aspecto similar a un jarabe, que ya se encuentra en la etapa de escalado para luego ser producida industrialmente en el laboratorio Productora Farmacéutica Rionegrina Sociedad del Estado (Profarse).

“En el Garrahan ya usamos la emulsión para los pacientes del hospital. La idea es que se pueda usar en todo el país”, indicó a Télam Fabián Buontempo, coordinador del Laboratorio de Farmacotecnia del Garrahan y profesor adjunto de Tecnología Farmacéutica en la FFyB-UBA.

El investigador estimó que “en el curso de este año” la emulsión estará aprobada técnicamente para comenzar con la producción a escala industrial.

Otro trabajos que aún están en fase de investigación son el desarrollo de minicomprimidos y el de una formulación para lactantes, que fue publicada el mes pasado en la prestigiosa revista científica International Journal of Pharmaceutics.

La formulación consiste en una nanoemulsión de Coenzima Q10 de alta dosis adecuada para complementar la leche de formula infantil agregándole unas gotas y facilitar la administración individualizada del medicamento con la dosis precisa.

También ayuda a superar las dificultades para tragar y, a su vez, podría aumentar la adherencia y la eficacia del tratamiento.

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