Como tratar a una niña de 3 años rebelde: Cómo educar a un niño rebelde

Como tratar a una niña de 3 años rebelde: Cómo educar a un niño rebelde

Cómo educar a un niño rebelde

Educar a un niño con rebelde se convierte en un trabajo intenso que puede acabar siendo agotador para los padres que se encuentran ante un hijo sistemáticamente desobediente y caprichoso, que no acata normas ni acepta límites.

Un niño que intenta tener siempre la razón o salirse con la suya sin tener en cuenta nada más que su propia satisfacción. La paciencia, la coherencia y la consistencia en las pautas educativas pueden darle la vuelta a una situación que se está volviendo insostenible para todos los miembros de la familia. 

 

– La educación: Entre las posibles causas de la rebeldía infantil están los estilos educativos demasiado autoritarios, laxos o sobreprotectores que acaban generando actitudes de rebeldía, desobediencia y desacato a cualquier autoridad ya sea por exceso o por defecto de normas y límites. 

– Otros factores: Además de los estilos educativos, en la rebeldía infantil pueden incidir y concurrir otros factores como los genéticos, biológicos y ambientales. El Trastorno Negativista Desafiante es el caso más evidente como también podría serlo el caso de un niño que padece el tan polémico Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) 

Pero no todos los niños rebeldes, desobedientes y desafiantes padecen estos trastornos. Sabemos que en la gran mayoría de casos, los niños rebeldes lo son por una necesidad constante de explorar los límites (tanto los suyos como los nuestros), niños que tal vez se encuentran perdidos y asustados que necesitan llamar la atención con su comportamiento como puede ser el caso de un niño que siente celos de su hermano. Los celos pueden ser una de estas causas si no se gestionan adecuadamente.

Dicho esto hay que tener en cuenta siempre la edad del niño, ya que no es lo mismo la rebeldía de un niño de 2 o 4 años que la de uno de 10 o 12. En cada caso debemos actuar de un modo diferente y adecuar nuestro sistema de normas y límites al nivel de edad del niño.

En la gran mayoría de casos los niños rebeldes solo necesitan tener claro lo que deben hacer y cuáles son las consecuencias de su transgresión o de su falta de respeto hacia los demás (sean o no adultos o figuras de autoridad). Ante este tipo de casos debemos:

1. Actuar con firmeza pero sin autoritarismo.

2. Establecer normas claras y bien definidas, no es necesario que sean muchas, podemos empezar con 3-4 normas sencillas y siempre adecuadas al nivel de edad del niño. Por ejemplo: se ven los dibujos después de hacer los deberes o de recoger los juguetes, después de jugar se recoge todo, la ropa sucia va al cesto, se come con los cubiertos … Cuando aprendan a seguirlas iremos incorporando otras.

3. Dar las órdenes de una en una cuando son pequeños.

4. No entrar en la provocación ni ceder ante sus negativas a obedecer, sencillamente aplicaremos la consecuencia que hemos establecido para cada caso, a ser posible consecuencias naturales en lugar de castigos infructuosos como el ‘te quedas sin …’. Por ejemplo, no hay ropa limpia si no quiere ducharse, limpiar lo que ha ensuciado cuando ha tirado algo queriendo 

5. Solo avisamos una sola vez, ni dos ni tres en niños mayores, dar más oportunidades significa dar la oportunidad de seguir desobedeciendo hasta que nos llevan al límite, cosa que queremos evitar.

6. No contradecirnos ni contradecir a nuestra pareja con los límites o las consecuencias que ponemos.

7. Ser un modelo a seguir, por eso debemos evitar gritar, criticar, menospreciar …

8. Potenciar la escucha activa, compartir tiempo en familia, entender qué le puede estar preocupando (miedo, celos, problemas con los compañeros …)

En caso de rebeldía extrema o si nos sentimos desbordados, deberíamos consultar a un profesional de la psicología infantil, quien evaluará la situación y nos ayudará a encontrar las vías más oportunas para resolver nuestro caso.

Puedes leer más artículos similares a Cómo educar a un niño rebelde, en la categoría de Conducta en Guiainfantil. com.

Niños rebeldes a partir de 3 años. ¿Qué podemos hacer?

Los niños rebeldes o desobedientes desesperan a los padres y son fuente de disgusto familiar. Claudia Quiroz, psicóloga del centro Crece, nos da pautas para ayudar a nuestros hijos a hacernos caso.

Los padres, abuelos y educadores somos los “Pepe Grillos” de los niños; inicialmente, hay que acompañarles y corregirles y luego, a medida que van madurando, nuestra función es intentar describir, explicar y ayudar al niño a ser consciente de las consecuencias de sus actos. Todo esto, con el fin de ayudar a nuestros niños para que poco a poco vayan desenvolviéndose de manera más segura e independiente.

Este proceso se va a ir dando poco a poco. La edad del niño marca la forma en que los padres manejemos la desobediencia. El objetivo es que el niño vaya adquiriendo capacidades que le permitan ir comunicándose e integrándose en el entorno en el que va a vivir.

La desobediencia es normal en todo este proceso.  El niño está descubriendo los límites del entorno, diferenciando lo que es correcto de lo incorrecto, lo que se puede y lo que no se puede hacer. Y el niño no puede encontrar solo estas respuestas, los adultos le tenemos que guiar y ayudar.

¿De verdad es un ‘niño desobedienteo un ‘niño rebelde”?

Muchas veces los adultos tendemos a decir, “qué desobediente es este niño” o “qué rebelde es este niño”, cuando el niño está inmerso en el disfrute de la exploración y descubrimiento.

Con esto lo que quiero que tengáis presente los padres es que el niño, cuando es pequeño, no tiene como motivación incordiar, sino explorar, y para ello tiende a utilizar sus sentidos.

Dejar explorar al niño dentro de ciertos límites es sano para el desarrollo de su autocontrol.

A los 3 años, la obediencia se vuelve más compleja

A partir de los 3 años comienza la etapa de la comprensión de palabras y oraciones, cambia nuestra manera de comunicarnos con los niños.

Si queremos educar a nuestros hijos de esta edad y hacer que nos comprendan, las frases deben estar enfocadas de manera afirmativa, ya que esto les permite comprender mejor los acontecimientos. Por ejemplo: en vez de decir: “no tires tus juguetes, o tus zapatos”, es mejor decirle: “deja los juguetes en la caja, o dáselos a mamá”. Cuando el niño hace lo que le pedimos, siempre hay que acabar con un elogio, como “muy bien”.

A esta edad el niño será mucho más receptivo que en etapas anteriores, comprenderá que ha dado alegría a mamá y a papá y se sentirá feliz y querrá volver a lograr ese momento, y por ende, tenderá a repetir la acción. Cognitivamente, los NO, solo se comienzan a entender a los 3 años.

¿Qué podemos pedir a un niño de tres años?

A medida que el niño crece, las normas se harán cada vez más complejas. Un niño de esta edad debe ser capaz de: recoger sus juguetes solo o con muy poca ayuda, comer solo, no interrumpir a los adultos, ir al baño con ayuda, ir de la mano por la calle, lavarse los dientes, vestirse solo, responder a la primera en instrucciones como irse a la cama, dejar de ver la televisión, ir a ducharse, ayudar a poner y recoger la mesa, ayudar a hacer su cama, no pegar, no gritar al hablar, escuchar mientras le hablan

La actitud de los padres, firmes y afectuosos

Una manera, de hacer que el niño aprenda a seguir instrucciones y posteriormente incorpore el concepto de obedecer, es hacer hincapié en explicarle que los adultos son los que deciden, ya que está bajo el cuidado de ellos.

Para ello, es importante que estos adultos, ya sean los padres, o los abuelos, sean coherentes, firmes y afectuosos en el momento de enfrentar diversas situaciones y pongan los límites in situ manteniendo la calma.

La coherencia es la base del respeto y da seguridad a los niños.

Es muy importante hacer bloque frente a los niños, es decir, que tanto papá y mamá son los que tienen la autoridad de crear los hábitos, y por lo tanto no se debe devaluar a ninguna de estas figuras frente al niño.

La obediencia a partir de los 5 ó 6 años

A partir de los 5 ó 6 años, aún es momento de acompañar a los niños en sus razonamientos. A esta edad, es muy positivo hacer que el niño verbalice las posibles consecuencias de sus actos. El niño es más consciente y tiene capacidad de razonar el por qué y para qué de las cosas.

De esta manera, los niños van aprendiendo a respetar las rutinas y adquieren poco a poco disciplina en sus actividades, lo que va acompañado de la validación, respeto y consideración a lo que los adultos piden, es decir, a la obediencia.

Una lista de normas y rutinas

En resumen, para poder establecer rutinas y hábitos es necesario que ambos padres diseñen un listado con actividades y normas a seguir en la casa.

Estas deben incluir horarios de baños, alimentación, juegos en solitario del niño y juegos de los padres con ellos, de las comidas, de ir a dormir, de salir de paseo, de cuentos, etc.

Es importante que las normas sean pocas y ajustadas a cada edad.

Lo ideal es acompañar estas rutinas con símbolos o rituales, por ejemplo: para leer el cuento, el niño tiene que estar bañado, con pijama y metido en la cama, si no es así…NO HAY CUENTO, aunque llore, patalee y os de tristeza, este es el punto que nos ayudará a transmitir los límites y el encuadre de seguridad a los niños.

La flexibilidad también es necesaria

Dependiendo de las circunstancias o de la estación del año, algunas rutinas son más o menos difíciles de llevar a cabo. Por eso es necesario dejar abierta la posibilidad de flexibilizar.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *