A que edad se puede ir al gimnasio: ¿A qué edad se recomienda empezar a entrenar?

A que edad se puede ir al gimnasio: ¿A qué edad se recomienda empezar a entrenar?

¿A qué edad se recomienda empezar a entrenar?

El ejercicio físico es una de las bases del bienestar y la salud. Todas las personas deberían realizar algún tipo de actividad física de forma regular como forma de mantenerse saludable y prevenir enfermedades. Una de las claves de la conscienciación sobre la importancia del ejercicio físico pasa por inculcar sus valores a los niños desde una edad temprana.

De hecho, los expertos aseguran que los niños deberían hacer ejercicio tanto como los adultos. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, los niños deberían hacer al menos una hora de ejercicio todos los días. Esto les ayudaría a controlar el estrés, aumentar la autoestima, mantener un peso saludable, desarrollar un cuerpo saludable y mejorar el sueño.

Una buena opción para hacer ejercicio es apuntarse al gimnasio. Pero ¿a qué edad podemos llevar a los peques al gimnasio? En este artículo tratamos de resolver esta duda.

El ejercicio por edades

Lo primero que debemos tener en cuenta es el tipo de actividad que puede llevar a cabo un menor en el gimnasio, y que debería estar adaptada a su edad y madurez física. Desde nadar, hacer bicicleta estática o ejercicios de fuerza, son muchas las opciones para los niños y niñas, algunas de estas actividades se pueden hacer desde muy pequeños. Por ejemplo, la natación es ideal para los niños más pequeños.

De hecho, a partir de los dos o tres años, ir al gimnasio puede ayudar a los niños a mejorar sus habilidades motoras y tomar consciencia corporal, y no tanto a fortalecer el esqueleto que todavía se desarrolla.

A partir de 4 o 5 años ya se pueden incorporar actividades como como saltar y tocar, además de la natación o la gimnasia sencilla. A partir de los 6 años ya se pueden introducir ejercicios de gimnasia mucho más complejos e incorporar actividades como yoga, escalada en roca o baloncesto y fútbol.

Otro aspecto a tener en cuenta es que a una edad temprana, el cerebro también está en pleno desarrollo, por lo que los niveles de concentración no son los mismos que los de un adulto. Por eso también hay que saber ajustar las actividades a la edad de los niños y niñas.

Ejercicio en la adolescencia

Para los entrenamientos de fuerza, sin embargo, los especialistas recomiendan esperar un poco más, al menos hasta los 12 o 13 años. En este caso deben realizarse bajo supervisión, para asegurarse que este entrenamiento se adapta a su edad, su musculatura y sus posibilidades.

Según el sitio web kidshealth. org, cuando los niños llegan a la pubertad ya tienen las hormonas necesarias para desarrollar músculo a través del entrenamiento de resistencia formal, como por ejemplo el levantamiento de pesas.

A partir de la adolescencia es importante animar a los jóvenes a ir al gimnasio para combatir una vida sedentaria en la que pasan mucho tiempo sentados jugando a videojuegos o mirando Internet. Ya sea correr, nadar o hacer alterofilia, o bien apuntarse a deportes de equipo, todas estas son buenas opciones para que los jóvenes vayan incorporando la rutina del ejercicio físico a su vida.  

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RiverdaleCortesía de The CW

Las series de televisión, los anuncios y la publicidad, las películas de acción, los influencers de redes sociales… En nuestro día a día recibimos multitud de estímulos que conforman nuestro imaginario sobre cómo somos o deberíamos ser los hombres, y a veces esa expectativa no encaja en nuestro mundo. Cuando somos adolescentes, estos discursos tienen especial fuerza, porque nos encontramos en pleno desarrollo de nuestra personalidad, y los cánones de belleza tienen un impacto innegable. Tanto es así que en ocasiones resulta difícil cuestionar esos ideales inalcanzables para la mayoría, diferenciar entre la realidad y lo que es una ficción.

El medio británico The Guardian publicó hace unos días un reportaje que recogía un interesante estudio de la Universidad de California, en Estados Unidos, que afirma que un tercio de los chicos adolescentes entre 13 y 18 años, de una muestra de 15.000 personas, realiza prácticas para aumentar su peso y masa muscular, lo que se conoce como bulking. También incluyen testimonios de jóvenes que, ya con 13 años, se someten a estrictas dietas y rutinas de ejercicios que les restan tiempo a las habituales actividades de ocio y socialización. Algunos reconocen que lo hacen porque buscan el cuerpo que mola, el que se premia.  

La presión de la belleza canónica siempre ha estado ahí, pero, ¿es ahora más apremiante y se ceba en personas más jóvenes? ¿Cuál es la edad ideal para empezar a entrenar a este nivel, y cuáles son los métodos más recomendables? ¿Qué trastornos y conductas obsesivas pueden sufrir? Charlamos con dos expertos en la materia: Paula del Villar, psicóloga general sanitaria y especialista en psicología de la salud y del deporte, y Juan Ruiz López, director del Centro de Entrenamiento Personal JRL y habitual de GQ.

Al gym, todos en grupo

Nos centramos en la primera pregunta. ¿Es cierto que los adolescentes que se interesan por el gimnasio y el bulking son ahora más jóvenes que antes? “Yo comencé a entrenar en el gimnasio con 15 años. Hace 16, era muy raro que chicos de mi edad lo hiciesen, y además los pocos que iban abandonaban rápidamente porque los ejercicios clásicos de gimnasio suelen ser algo monótonos y aburridos, y los adolescentes buscan actividades más dinámicas”, recuerda Juan.Hoy en día, es habitual que los chicos se apunten en grupo al gym, y sí creo que hay un aumento más que considerable”.

“Cada vez hay un mayor número de casos de jóvenes que comienzan a practicar deporte. Debería ser una noticia positiva, ya que realizar ejercicio físico es saludable, tanto a nivel físico como mental, pues incrementa los niveles de bienestar y ayuda a un correcto desarrollo en la adolescencia”, explica Paula. “Sin embargo, cuando el objetivo es el culto al cuerpo desde edades tan tempranas, se puede volver un problema”.

“Los jóvenes pasan mucho tiempo delante de las pantallas a través de las redes sociales, donde se bombardea con imágenes de chicos musculados y chicas delgadas, que se toman como referencia y modelo a imitar. Han interiorizado la creencia de que para triunfar, tener éxito y poder, tienes que ajustarte a un canon de belleza concreto, y no lograrlo genera insatisfacción, frustración o inseguridad, que puede influir en la forma de relacionarse con sus iguales y su entorno”. Paula acaba de hacer hincapié en un factor muy relevante que comentábamos antes: los referentes.

Los referentes de belleza y éxito

“Generalmente los chicos ponen más su foco en los deportistas. Uno de los ejemplos suele ser Cristiano Ronaldo. Al final, buscan una figura que aparte de tener un buen físico represente lo que ellos creen que es el éxito. Además de ser considerado por muchos el mejor en su deporte, gana mucho dinero”, asegura Juan. “Cuando el referente es un actor, suele ser porque en la película en cuestión realiza una determinada actividad física. Hace años, muchos buscaban el físico de Brad Pitt en El club de la lucha”. Pensemos hoy en las estrellas de series adolescentes. O de Marvel.

Paula señala la gran influencia de las redes sociales. “Antes las personas se limitaban a ver y recibir la información, siendo agentes pasivos. Ahora somos agentes activos y la comunicación es bidireccional. Interactuamos, compartimos, recibimos comentarios, likes, por lo que obtenemos un refuerzo social. Hemos aprendido que cuanto más nos parezcamos a esas personas que admiramos porque tiene muchos likes o seguidores, más exitosos seremos. Esta conducta genera un gran número de neurotransmisores y nos hace sentir satisfechos”, incide.

Si utilizamos estas aplicaciones de forma habitual se pone en marcha el mecanismo de recompensa, liberando dopamina, que regula el movimiento, la motivación, la emoción y la sensación de placer. Esto puede sobreestimularnos, produciendo una euforia que refuerza fuertemente el consumo”, nos aclara la psicóloga con argumentos científicos. “El refuerzo positivo siempre es a corto plazo y nos engancha a querer más. De igual forma actúa el refuerzo negativo. Si un día no recibimos los likes esperados, podemos llegar a sentir malestar o ansiedad, por lo que la próxima vez utilizaremos las redes sociales para evitar esa sensación”.

La edad para ir al gimnasio

Planteadas estas cuestiones, podemos centrarnos en cómo hacerlo bien. ¿A qué edad se puede empezar a entrenar y cuáles son los métodos más recomendables? “La edad de comienzo de práctica deportiva es muy variable, y lo importante es analizar el motivo de la práctica. El problema no es tanto qué se hace, sino por qué se hace. Siempre que el enfoque sean los valores y el bienestar, será positivo para el desarrollo de los adolescentes”, propone Paula. “No obstante, tenemos que ser conscientes del trabajo o actividad física que realizan los adolescentes con el fin de evitar lesiones y problemas derivados de la mala práctica deportiva”.

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Juan coincide en algunos puntos. “En cuanto a la edad, personalmente no pondría una limitación, incluso por debajo de los 13 años pueden iniciarse en este mundillo, pero hay que elegir muy bien los ejercicios. Siempre se ha creído que el entrenamiento de fuerza tradicional utilizado en el gimnasio limitaría el crecimiento de los niños, y a día de hoy está demostrado que no es cierto, y que incluso podría llegar a estimularlo”, añade. “Hacer ejercicios de fuerza someten al organismo a tensiones similares a las de saltar y los niños están haciéndolo constantemente”.

Pero puntualiza. “Esto no quiere decir que considere que un niño de 13 años deba comenzar una rutina de fuerza intensa. A esa edad tan temprana y aún en formación, lo enfocaría en aprender bien los patrones del movimiento y a mejorar su control motor, que está en pleno desarrollo y hay que estimular”, señala. “El entrenamiento en gimnasio debería ayudarle a mejorar su coordinación, estabilidad e introducirle en las bases técnicas de estos ejercicios para ejecutarlos a la perfección”.

Algo similar propone respecto al tema de las dietas. “En cuanto a la alimentación, a menos que sufriesen algún tipo de patología, deberían llevar una dieta mediterránea normal, sin obsesionarse con la comida, adquiriendo hábitos saludables de cara al futuro. Intento prescindir de la comida basura y la bollería industrial. Más que un régimen debemos inculcar hábitos”.

La importancia de tener un entrenador

Respecto a los jóvenes que aún no tienen edad para apuntarse a un gimnasio y realizan ejercicios en casa, Juan nos indica lo siguiente (aunque varía en función del centro). “Puedes entrenar en un gimnasio siendo menor de 16 años con una autorización expresa de los padres. Generalmente, por madurez, la mayoría de los chicos que comienzan a ir al gym con esta edad lo hacen buscando ese ideal de belleza del que hablábamos. Creen que ligarán más y ganarán más seguridad en sí mismos”.

“Nosotros tratamos de hacerles ver que, al estar en una edad de desarrollo, haciendo deporte y actividad física saludable mejoraran físicamente, pero se debe realizar buscando sus beneficios a nivel salud, y eso les llevará a un resultado estético. Pero este no debe ser el fin”, cuestiona Juan. “De nada sirve estar un tiempo entrenando si después abandonas. Quienes más mejoran son quienes más sostienen en el tiempo el entrenamiento, y esto lo consiguen quienes están concienciados con otras metas y no únicamente la física”.

Trastornos y conductas obsesivas

Teniendo en cuenta esas motivaciones, merece la pena estar pendientes de su evolución. “En los últimos años, los trastornos de alimentación, autoestima y ansiedad han crecido exponencialmente. Lo consideramos un problema cuando los síntomas se mantienen en el tiempo, suponen una alteración del comportamiento y el pensamiento y limitan la vida de la persona que lo padece influyendo en el resto de áreas”, advierte Paula. “Hay ciertos indicios que muestran que la relación con la imagen no es sana. En primer lugar, los cambios en la rutina, en los horarios, en el tipo de actividades y la duración de las mismas, o en las pautas de alimentación”.

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“En ocasiones, esto puede desencadenar vigorexia, donde la persona está obsesionada por realizar ejercicio en exceso y conseguir un cuerpo musculado. También modificaciones en el ciclo circadiano y el ritmo de sueño y vigilia, o en el estado emocional, de la tristeza a la euforia, con aumento de ira, enfado, nerviosismo. ..”, enumera la experta. “Además se puede observar la atención centrada en la comida, aumentando el valor y deseo de ciertos alimentos que pueden llevarnos a trastornos de alimentación como anorexia, bulimia, ortorexia o trastorno por atracón”.

La supervisión de los padres y los educadores es clave. “En estas edades es muy positivo trabajar la autoestima, enseñar el pensamiento crítico para cuestionar los ideales de belleza, acompañarles en un estilo de vida saludable y trabajas las habilidades sociales”, añade Paula. “Asimismo, inculcar los valores del deporte, como superación, esfuerzo o trabajo en equipo, para que lo extrapolen a la vida personal. En el ámbito familiar es importante generar un vínculo de confianza y comunicación donde el adolescente se sienta seguro de compartir sus pensamientos y emociones, mostrándole apoyo, comprensión y ayuda”.

El apoyo de la familia y los educadores

Esto se refuerza en el entorno. Un factor muy importante son las clases de educación física. “Es habitual encontrarnos con un aprendizaje centrado en el resultado y en los logros, y no en el proceso. El problema viene cuando realizamos las acciones guiados por la motivación extrínseca: refuerzo, aprobación, logro u opinión de los demás”, asegura. “Para disfrutar de las actividades deportivas y convertirlas en hobbies, debemos tener motivación intrínseca, donde el mero hecho de realizarla ya suponga placer o bienestar para la persona”.

Por último, un puñado de consejos. ¿Qué le dirían Paula y Juan a un adolescente que quiere iniciarse en el entrenamiento para que lo realice de forma saludable sin obsesionarse por lo estético? “En primer lugar, que acuda a un profesional que evalúe sus intereses y lo guíe en el proceso, orientándolo hacia una actividad física sana que incremente su nivel de bienestar, y apoyado en los valores del deporte. Se trata de educar en el cuidado saludable de su cuerpo”, afirma Del Villar. “Además, debe entender que su autoestima y su autoconcepto no se basan en su aspecto físico, y que lo más importante es que se sienta bien consigo mismo sin la validación de los demás”.

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“Le aconsejo que trate de verlo como un hábito que debe adquirir para tenerlo toda su vida y no como algo puntual”, concluye Juan. “Que los beneficios del ejercicio se traducirán en resultados estéticos, pero que su objetivo debe centrarse en la salud. El deporte y la actividad física tienen que crear momentos de diversión, y hay que disfrutarlos, no sufrirlos”.

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