Abridor de apetito para niños: Los problemas para el niño de utilizar estimulantes del apetito

Abridor de apetito para niños: Los problemas para el niño de utilizar estimulantes del apetito

Los problemas para el niño de utilizar estimulantes del apetito

El término apetito se utiliza para referirse al deseo de comer, existiendo una gran variedad de cosas que pueden influir en este deseo, tanto para aumentarlo como, sobre todo, lo que más preocupa a los padres que ocurre en sus hijos, de disminuirlo. Una disminución de apetito suele afectar la ingesta de comida del niño, ya que, en general, y si se respetan sus deseos, el niño solo comerá cuando tenga ‘hambre’. ¿Qué podemos hacer en estos casos? ¿Se recomienda utilizar estimulantes del apetito para niños? 

En ocasiones, cuando la situación es extrema y el estado nutricional del niño puede verse afectado, el pediatra puede prescribir estimulantes del apetito, que básicamente son medicinas cuya función es aumentar el deseo de comer. Existen terapias médicas específicas para estimular el apetito, aunque son escasos los compuestos cuyo uso es autorizado en la infancia.

– El acetato de megestrol o megestrol es un compuesto químico sintético que reproduce la función de la progesterona en el organismo, y que se ha utilizado en niños en situaciones muy extremas de anorexia o caquexia, en las que su potencial beneficio en el niño supera el riesgo que suponen sus efectos secundarios, que incluyen un aumento en el riesgo de coágulos de sangre o trombos, riesgo de retención de líquidos y otros de aun mayor gravedad.

La ciproheptadina (o el pizotifeno, con un perfil muy similar a este compuesto), que es un antihistamínico antagonista de la serotonina. Este medicamento, cuya función no es específicamente la de aumentar el apetito, se utiliza con este fin en la infancia. Debido a su potencial antihistamínico, este compuesto químico se utiliza ampliamente en episodios de alergia y uticaria, aunque, simplemente ayuda a sobrellevar los síntomas, no sirve como tratamiento ni acelera la recuperación. También, debido a su capacidad para combatir migrañas, también se utiliza como tratamiento para diferentes tipos de cefaleas y, al ser antagonista de la serotonina, tiende a producir un efecto sedante, además de estimular el apetito.

Aunque será el pediatra el que determine la necesidad de recurrir a este medicamento y, como dicen en la revista mexicana Mediagraphic.com en su estudio Nociones sobre filosofía del apetito, ‘el estimulante del apetito debe elegirse dependiendo del paciente’.

Sus efectos secundarios son también algo a tener en cuenta: sequedad en la zona de la nariz, boca y garganta, somnolencia, mareos, náuseas, debilidad muscular y, sobre todo, agitación y nerviosismo. Adicionalmente, algunos efectos secundarios más graves pueden aparecer en menor medida.

Generalmente, el problema de utilizar estimulantes del apetito es que, si bien pueden funcionar durante el tiempo que se utilizan, al dejar de utilizarlos, y si no se ha corregido el problema inicial causante de la falta de apetito, volveremos de nuevo a la casilla de salida, y a la frustración de encontrarnos con un pequeño que, de nuevo, vuelve a mostrar poco o ningún interés por la comida.

Por ejemplo, si el niño ha perdido el apetito por una anemia (falta de hierro), el problema de la falta de interés por la comida no se resolverá hasta que se recuperen los depósitos de este mineral, y, muy probablemente, orientando nuestros esfuerzos hacia una dieta rica en hierro, corregiríamos el problema sin recurrir al uso de estimulantes artificiales del apetito.

En mi opinión, los estimulantes artificiales del apetito nunca deben ser la primera opción como solución a un problema de pérdida de apetito, pero cuando se han probado todas las demás opciones sin éxito, será el pediatra el que valore la necesidad de prescribirlos. Adicionalmente, la falta de algunos micronutrientes puede tener efectos sobre el apetito.

– Zinc
Además de afectar al sistema inmune, y aumentar la debilidad en uñas y pelo, la deficiencia en zinc puede causar pérdida de apetito y, según los estudios sobre el tema, un suplemento de este mineral aumentará el apetito en esta situación concreta.

– Tiamina
La vitamina B1, esencial para el crecimiento y desarrollo en la infancia, puede derivar en una pérdida de peso y apetito cuando falta en la dieta. De nuevo, reponer los depósitos de esta vitamina tendrá un efecto beneficioso sobre el apetito del niño.

– Ácidos grasos omega 3
Algunos estudios sugieren que incluir en la dieta del niño pescado azul, fuente de estos ácidos grasos esenciales, puede tener un efecto positivo aumentando el interés del niño por la comida.

No obstante, y aunque la suplementación de estos micronutrientes puede hacerse de manera exitosa a través de la dieta, no debemos olvidad que es conveniente consultar al pediatra si queremos dar al niño suplementos vitamínicos.

Puedes leer más artículos similares a Los problemas para el niño de utilizar estimulantes del apetito, en la categoría de Trastornos alimenticios en Guiainfantil.com.

Vitaminas, estimulantes del apetito,… ¿cuándo hay que darlos?

Las vitaminas, los estimulantes del apetito, los complejos nutritivos,… para el niño que no come, ¿cuándo son necesarios?

 

Actualizado: enero 2021

La respuesta es simple: casi nunca.

¿Por qué?

Para empezar, si un niño no come hay que averiguar la causa de que no coma y tratarla. Si realmente no come (por un problema digestivo, por una infección,…), las vitaminas, o los estimulantes del apetito no son la solución, y en cualquier caso van a servir de muy poco.

Muchas veces sucede que resulta que el niño sí que come, pero no come cómo, cuándo y lo qué a los padres les gustaría. Entonces estamos ante un problema de actitud del niño y los padres ante la comida. Es pues un problema de conducta, de educación de hábitos,… Así que tampoco las vitaminas, los estimulantes del apetito o los complejos nutritivos van a servir de algo. En este caso hay que replantearse la forma como la familia afronta el tema de las comidas del niño.

(Podéis leer mis artículos sobre el niño que «no come», y qué hacer para que coma mejor.)

¿Cuándo se usan entonces las vitaminas?

Las vitaminas se deben utilizar cuando hay algún déficit vitamínico. En el mundo desarrollado los pediatras sólo vemos déficits vitaminícos cuando son secundarios a alguna enfermedad (malabsorción intestinal,…).

En la actualidad, las vitaminas se usan sistemáticamente en los siguientes casos:
Vitamina K que se administra al recién nacido en el mismo paritorio para prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido (pincha aquí si quieres saber más).
Vitamina D: la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica), recomienda un suplemento de 400 Unidades/día durante el primer año de vida para prevenir el raquitismo, y también porque la vitamina D cumple otras funciones importantes.
Los niños vegetarianos estrictos necesitan un suplemento de Vitamina B12 (y puede que de hierro y zinc).
Ácido fólico en embarazadas para prevenir algunas anomalías congénitas del tubo neural (espina bífida,…).

¿Quiere eso decir que los complejos vitamínicos no se deben tomar nunca?

No. En niños concretos y en ciertas circunstancias (convalecencia prolongada, problemas digestivos, infecciones de repetición…), puede ser conveniente un suplemento vitamínico. El pediatra debe valorar cuándo está indicado.
En cualquier caso, las mejores vitaminas son las que se ingieren con una alimentación variada y saludable. Y por cierto, los zumos comerciales con «vitaminas añadidas» no sirven.

¿Y si le damos un estimulante del apetito?

Los estimulantes del apetito suelen llevar Ciproheptadina, o un derivado, asociado a veces a otras sustancias. Esta sí que tiene un efecto estimulante del apetito, pero también efectos secundarios. Por lo que no se deben usar sin una causa que lo justifique, y no está recomendado su uso en menores de 2 años.

Pero al igual que con las vitaminas, en niños concretos con problemas concretos pueden tener su indicación, generalmente por un período corto de tiempo.

La paradoja de los complementos nutricionales

Se da la paradoja de que en una sociedad donde hay exceso de comida y el verdadero problema de salud es la obesidad infantil, en la televisión se hace publicidad de complejos nutritivos «para el niño que se deja la comida en el plato»,…

El mensaje que trasmite este tipo de publicidad es muy pernicioso. En el «niño que no come» estos complejos nutritivos ni son recomendables ni resuelven el problema. Es más, dan la falsa sensación a los padres de que ya se ha resuelto el problema, «como se está nutriendo bien gracias a xxxxxxx», pues ya está. Y se elude la responsabilidad de abordar el fondo de la cuestión: que el niño no está «aprendiendo» a tener una relación natural con la comida ni a comer bien.

Entonces, «¿qué le damos?,… nuestro hijo no come nada»

Si pensáis que vuestro hijo no come lo que necesita, consultad con el pediatra, acudid a las revisiones de salud. En consulta se valora el desarrollo, el estado nutricional; y si hay «problemas» con la comida se descartar que se deba a una enfermedad.

Si todo está bien, habrá que valorar el tema de la actitud respecto a la comida, del niño y los padres, ver dónde está el conflicto y establecer una estrategia para resolverlo.

Si realmente se demuestra que vuestro hijo no come lo suficiente, consultad con el pediatra para averiguar la causa y actuar en consecuencia.

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