Carta para mi padre ausente: Carta a mi padre ausente

Carta para mi padre ausente: Carta a mi padre ausente

Carta a mi padre ausente

Al hombre al que pertenece el esperma que me dio la vida:

Lo que hubiera dado hace 20 años por llamarte papá;  lo que hubiera dado por darte un abrazo y llenarte de besos todos los días; lo que hubiera dado por presumirte en la escuela, contarte mis problemas, recibir un consejo y sentirme protegida.

Estoy bien. Ahora soy una mujer joven, fuerte y bonita. Cuando nos dejaste era apenas una niña pequeña. Intenta imaginarlo: solo mi mamá me cuidó. Sé que hizo lo mejor que pudo porque trabajaba duro todos los días y no fue fácil. Yo estaba llena furia por no verte, no comprendía por qué te habías ido y me rebelaba contra ella porque te dejó ir. Quizá también me odié a mi misma por tu ausencia, pensaba era mi culpa que un día simplemente desapareciste de mi vida. Recé muchas veces por tu regreso y prometía al cielo que ahora sí sería “buena”.

En mi adolescencia cometí muchos errores. Incluso tendía a salir, beber, fumar y participar sexualmente con los chicos que me hablaban. Fui la pesadilla de mi mamá. Lamento haberla hecho sufrir, pero no me arrepiento de lo que viví, pues fueron experiencias, y hoy comprendo exactamente por qué actuaba así.

Resulta que todo este tiempo había estado esperando al tipo que me abandonó hace años, tú. Creo que fui a buscarte en otros muchachos. En mis tropiezos solo había una niña triste esperando a que su padre regresara algún día. 

Me costó trabajo pero ahora sé que desapareciste y ese fue tu problema, no el mío. Es TU culpa, no la mía ni la de mi mamá. Simplemente no pudiste o no quisiste ser parte de mi vida y solo tú debes cargar con eso. Porque hoy sé que tienes un problema contigo mismo y por eso no puedes ser un padre orgulloso.

Mi vida no ha sido fácil, tu ausencia me marcó, pero hoy quiero que sepas que la pesadilla adolescente en la que estaba sumida se ha ido. Ya no te espero, ya no te busco, cada vez me duele menos tu ausencia. Es un proceso que aún no termina, pero estoy en eso. 

Ahora tengo 24 años, finalmente lo he comprendido. ¡Me tardé, pero por fin entendí! Dejé de buscar a un hombre para llenar el espacio que dejaste en mi mente. Fueron 16 o 17 años con ese problema y después de todo creo que lo he hecho bastante bien

Sabes, mi mamá crió una niña buena con un pequeño lado oscuro en el pasado, la terquedad de querer a mi padre a toda costa, pero bien dice el dicho que a fuerza ni los zapatos entran. Yo no puedo obligarte a quererme, pero sí puedo hacerme responsable de cómo manejo ese rechazo, y cómo reacciono al mismo.

Con esta carta te dejo ir, me despido de la imagen sublimada del padre que siempre estuvo ausente. No sin antes darte las gracias porque me hiciste la mujer que soy ahora.

Así que sí, estoy agradecida de que te hayas ido cuando te fuiste

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Mientras muchos festejan el Día del padre, hay quienes toman esta fecha como un día común, porque no tuvieron esa figura paterna que nos venden las películas.

Yo no celebro el Día del Padre, aunque mi mamá supo llenar ese espacio que otros hogares tienen. Mi papá, largo tiempo ausente, siempre estuvo presente en mi cabeza, corazón y vida, porque no ejerció su papel y cuando quiso hacerlo el trabajo fue más duro para ambos.

Por eso, para ti que ya no estás en cuerpo, pero que tampoco estuviste a lo largo de mi vida, va esta carta.

“Gracias mamá por ser ese padre que nunca tuve”, carta hecha con mucho amor por un hijo a su madre

“Querido papá:

Sí, querido papá, yo te quise y te quiero, a pesar de nuestras muchas diferencias. Siempre odié tu ausencia cuando era niña. Mientras salía del jardín y veía como a otras niñas las recogían sus papás, a mí me recogían mis hermanas, porque mamá debía trabajar el doble para llevar el dinero que tú te negaste a dar.

En mi niñez aparecías de tanto en tanto para inflarte el pecho y decir lo orgulloso que estabas de mí, pero yo no entendía y no sabía cómo empezar a querer a una persona a la que vagamente conocía. Mi mamá nunca te impidió entrar a casa, conocernos y aprender a amarnos como padre e hija, sin embargo, la situación nunca fue la mejor.

Agradezco que en lo académico siempre buscaste lo mejor para mí, me cambiaste de colegio porque pensabas que era lo mejor. Y nuevamente, nos sucedió que la comunicación no fue la mejor, la adolescencia siempre es un problema para los padres, cualquiera que estos fueran. Pero no puedo negar que verte en mi graduación de secundaria con los ojos brillosos me llenó de amor.

Si bien la mayor parte de mi vida estuviste ausente, los pocos momentos que pudimos compartir ya de adultos los aprecio mucho porque, aunque no concordamos en casi nada, entendía que me querías.

Yo renegué mucho tu ausencia, pero cuando estabas me enfurecía más no poder hablarte, contarte mis dudas, sueños y objetivos, porque para eso siempre estuvo mi mamá. Creo que de adulta busqué más veces estar a tu lado, conocerte, entenderte y amarte, pero la vida a veces es más injusta que los seres humanos.

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