Cuentos para halloween infantiles: Cuentos de Halloween — Lo mejor de Cuentopía

Cuentos para halloween infantiles: Cuentos de Halloween — Lo mejor de Cuentopía

▷ 17 Cuentos y Libros de Halloween para niños

¿En vuestra familia sois fans de Halloween? ¿os gusta celebrar el fin de semana con actividades divertidas de miedo (orientado a niños)? Ya tenemos algunos posts terroríficos con películas infantiles para Halloween, otro con manualidades fáciles para Halloween, incluso unos dibujos para colorear, gratis para imprimir. Pero en este artículo os traemos un listado de cuentos y libros de Halloween para niños. Historias de miedo aptas para público infantil y juvenil, tratando el miedo y los monstruos de una manera divertida.

Tabla de Contenidos

Cuentos ilustrados de Halloween para niños

Un vampiro peligrozo

Es la historia de un pequeño vampirito ¡que no consigue asustar a nadie! Pronto tendrá que pasar el examen de la Escuela de vampiros para evitar convertirse en un pelador de plátanos. Menos mal que encontrará una niña que le ayudará a conseguir su objetivo: ¡dar el susto más grande posible!

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La extraña visita

La viejecita está tranquila en su casa una noche de tormenta, pero… ¿quién irá a visitar a la viejecita? Una aventura muy divertida nos espera.

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¡Cómo mola tu escoba!

Un precioso cuento rimado en el que una bruja que va volando en su escoba compartirá viaje con varios personajes que van apareciendo y harán de este vuelo una aventura muy divertida. La autora es Julia Donaldson, responsable del conocido cuento del Gruffalo.

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La mansión encantada

Libro tipo Pop-Up con pestañas para levantar y sorpresas. Como casi todos los libros de Usborne, una pasada de libro, y si sumamos que es pop-up tenemos ante nosotros un libro que dejará a los peques (y no tan peques) enganchados con cada detalle. Momias, fantasmas, esqueletos y monstruos se pasean entre sus páginas.

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Guapa

Guapa es una historia sobre Bruja, una bruja que cuando se mira al espejo se ve realmente guapa. Pero el resto de las personas le dicen que no lo es, y no paran de darle consejos. ¿Puede una verse bien aunque los demás digan lo contrario?

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¡Qué risa de huesos!

Los protagonistas de esta historia son tres esqueletos: un niño, un perro, y un hombre adulto. Les gusta divertirse, cantar, y asustar a la gente de una manera inocente. Aunque lo mejor del cuento llega cuando el niño y el adulto quieren reconstruir los huesos del perro… ¡vaya lío!

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Cadavercita roja

Han pasado muchos años desde que Caperucita era joven. Tanto tiempo que… ¡ya está muerta! Ahora es Cadavercita Roja. Un cuento con unas ilustraciones espectaculares donde de nuevo aparecen la abuelita y el lobo con unos papeles muy diferentes a los del cuento tradicional.

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El esqueleto coqueto

El esqueleto Anacleto tiene una cita, a la cual acude perfectamente perfumado y engalanado. Pero de repente descubre que tiene una mancha en el peroné, y ahí empieza una loca serie de desdichas que harán que Anacleto termine un poco… desmontado.

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Libros de Halloween infantiles y juveniles

Pupi y las brujas de Halloween

En esta aventura de Pupi nos encontramos a la pandilla disfrazada de Halloween, llegarán a un bosque donde encuentran tres brujas muy simpáticas.

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El domador de monstruos

Sergio es un niño que, como tantos, tiene miedo a los monstruos que cada noche aparecen en su habitación, sin embargo un día se le ocurrirá una magnífica idea para acabar con sus miedos.

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La ciudad fantasma

Libro que forma parte de la serie “La casa mágica del árbol”. En este libro nuestros amigos Jack y Annie viajarán a una lejana ciudad del salvaje Oeste. ¿Qué aventuras les esperarán esta vez?

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Serie “Mortina”

Mortina no es una niña cualquiera. Es una niña zombi ansiosa por tener amigos de su edad. Sin embargo, su tía no deja que se acerque a los niños por si les asusta. La noche de Halloween será su gran oportunidad para conocer niños y pasar una noche inolvidable. Este es el primer libro de una serie que tiene más títulos.

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Escarlatina, la cocinera cadáver

Román es un niño que, para su 10º cumpleaños, pide como regalo un curso de cocina, pues su sueño es convertirse en chef. Pero lo que recibe es un ataúd con unas instrucciones para resucitar a Escarlatina, una cocinera del siglo XIX, y su inseparable lady Horreur, una escalofriante araña. Román, Escarlatina y lady Horreur viajarán hasta el Inframundo para vivir muchas aventuras llenas de humor.

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Las brujas

Uno de los libros más conocidos de Roald Dahl, autor de otras novelas como Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, o Matilda. En esta historia, las brujas celebran su Congreso Anual, donde planifican acabar con todos los niños. ¡Alguien tiene que detenerlas!

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Serie “Isadora Moon”

Isadora Moon es una niña especial y diferente. Su mamá es un hada, su papá un vampiro y ella tiene una mezcla de los dos. Le encanta la noche, los murciélagos y su tutú negro de ballet, pero también la luz del sol, las varitas mágicas y su conejo rosa Pinky. Cuando llega el momento de empezar el cole, Isadora tendrá que elegir entre ir al de hadas o al de vampiros.

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Serie “El pequeño vampiro”

¿Qué podemos decir de El pequeño vampiro a estas alturas? Un libro mítico de nuestra infancia, escrito por Angela Sommer-Bodenburg. Nos cuenta la historia de Anton, un niño humano que una noche conoce a Rüdiger, un niño vampiro. Poco a poco se hacen amigos y viven aventuras juntos.

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Cuentos de fantasmas

Las tapas acolchadas de este bonito tomo de Usborne encierran una selección de relatos sobre fantasmas, espectros y otras apariciones misteriosas. Historias de miedo ideales para un público juvenil.

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cuento para leer en la noche de halloween a los niños

Aquella fue una tarde bastante inusual. Comenzaré diciendo que, a pesar de la desfavorable predicción meteorológica, cuando Juan Luis salió a la terraza se dio cuenta de que hacía bastante calor y, además, no había rastro alguno de la típica levantera habitual de la zona. De modo que se alegró mucho porque no existía ningún impedimento para que se pudiera celebrar la gran fiesta de Halloween que el Ayuntamiento llevaba anunciando desde comienzos de mes.

Salió del ascensor casi corriendo. Cuando llegó al final del pasillo se giró solo un momento para comprobar si sus padres iban tras él, accionó un pulsador y, después de escuchar aquel molesto sonido que señalaba la apertura de la pesada puerta del edificio, esperó a que sus padres estuviesen a su lado para salir a la calle. «Este año va a ser especial» se dijo con una amplia sonrisa al tiempo que se ponía bien la manga derecha de su disfraz.

Por el camino vieron a Alejandra, una de sus mejores amigas que también se dirigía a la fiesta. Más tarde, cuando estaban a un par de calles de su destino, se les unieron Aitana y Javi que venían acompañados por su prima Adriana y, cuando estaban en la cola para comprar las entradas de la fiesta aparecieron Pablo, Thiago, Nadia y Yolanda.

El parque parecía el mejor lugar del mundo para celebrar ese Halloween, aunque tras haberse suspendido el año pasado, casi todos pensaban que cualquier lugar les hubiera parecido apropiado siempre que estuvieran juntos.

Antes de entrar se giraron para despedirse de sus padres, a los que no les estaba permitido acceder ese día pues se trataba de una fiesta exclusiva para niños. Pero cuando vieron de nuevo la espeluznante puerta completamente decorada para la ocasión, sus miradas se encendieron y sus mentes se centraron en aquella increíble fiesta de Halloween a la que estaban a punto de acceder.

Pasaron a través de un serpenteante camino cuyas paredes semejaban una cueva y de las que, sin previo aviso, salían despedidas pegajosas telas de araña al tiempo que se escuchaban tenebrosos lamentos acompañados de luces estroboscópicas de diferentes tonalidades. Por lo que, a pesar de que ya eran mayorcitos, ninguno pudo reprimir algún que otro respingo del susto.

Al salir de aquel terrorífico laberinto llegaron a la parte central del parque que tan bien conocían: una enorme área circular cuyo perímetro estaba delimitado por bancos, aunque ese día no había rastro de aquellos asientos en los que los visitantes solían pararse a descansar porque estaban completamente ocultos bajo varias tétricas estructuras.

En la parte sur de la plazoleta central podían verse dos atracciones, una a cada lado del camino que se dirigía a la salida trasera del parque: la que cruzaba lo que, en circunstancias normales, era el parque infantil de juegos. Una de las atracciones era un castillo del terror en la que había un cartel indicando que la edad mínima para entrar era de setenta y siete años, salvo que fueses un niño pues todos tenían permitido el acceso, y la otra, un veloz tren sin techo que giraba en círculos mientras que dos brujas, cuyas melenas parecían electrificadas, pegaban con sus escobas a los viajeros en la cabeza o donde pillasen. A la izquierda del tren varios jóvenes hacían cola para entrar a un fantasmagórico circuito de karts eléctricos con arañas gigantes en las curvas y un par de túneles infestados de murciélagos.

A continuación, dos puestos de comida atendidos por el mismísimo Frankenstein y sus ayudantes: en uno de ellos servían espantohamburguesas y perritomonstruos mientras que en el otro, podían degustar unas magníficas terrorificpizzas y tumbasquebab. En el centro de la plaza, un carcelero tuerto se dedicaba a perseguir a los jóvenes para castigarlos durante un minuto en los numerosos cepos medievales allí instalados, mientras sus amigos se reían de ellos por haberse dejado coger al tiempo que les hacían fotografías con sus teléfonos. Cuando los soltaba, les ponía un sello en la mano que daba acceso a una apartada tienda regentada por una curiosa adivina que leía el porvenir.

En toda la zona noreste había varias pantallas en las que se reproducían algunas de las películas más terroríficas para niños, mientras que en la parte noroeste podían divertirse con un par de teatros de marionetas de otro mundo y un cuentacuentos fantasmal.

La parte sur del parque era un gigantesco laberinto escasamente iluminado en el que advertían a la entrada que solo los más valientes podrían aventurarse. De modo que, como si de una invitación ineludible se tratase decidieron adentrarse en busca de aventuras.

Se internaron en aquella maraña de sinuosos callejones caminando en fila india con la firme intención de llegar a la meta cuanto antes aunque, cuando llevaban un par de minutos, pasaron por la puerta de los servicios y decidieron entrar.

Los primeros en salir fueron los chicos. De modo que Juan Luis, Javi, Pablo y Thiago se quedaron esperando a sus amigas en una pequeña zona iluminada por un único foco a varios metros de la entrada.

—¡Cuanto tardan! —se quejó Pablo.

—Sí que es verdad —afirmó Thiago.

—Vamos a llamarlas —propuso Javi.

Se acercaron a la puerta del servicio de mujeres y comenzaron a llamar a sus amigas, pero no obtuvieron respuesta alguna.

—¿Qué podemos hacer? —les preguntó Juan Luis.

—Yo no pienso entrar —negó Pablo con la cabeza.

—Gritemos un poco más fuerte, a ver si se enteran.

—¡Buena idea, Thiago! —le felicitó Javi, pero por más que gritaron nadie respondió.

Preocupados por sus amigas se armaron de valor y decidieron entrar en el baño tras comprobar que nadie pasaba por allí, pero su sorpresa fue mayúscula cuando lo encontraron desierto.

—¿Dónde se han podido meter? —preguntó Juan Luis en voz alta mirando a todos lados.

—No tengo ni idea. Aquí no hay ninguna otra salida —confirmó Pablo.

—¡Les ha tenido que pasar algo! Esto no es normal —afirmó Thiago.

—Vamos a buscar al personal de seguridad —intervino Javi.

—Sí, pero vayamos hacia la salida. Si hubieran ido hacia la entrada las habríamos visto —propuso Juan Luis.

—Decidido, seguidme —les indicó Javi, haciéndose con el mando del grupo.

Continuaron por el laberinto a paso ligero pues estaban muy preocupados por sus amigas. Tuvieron que darse la vuelta en un par de ocasiones pues el camino elegido no tenía salida. Poco a poco, comenzó a subir una densa niebla que parecía emanar de las mismísimas paredes hechas por ramas y maleza. Las luces se habían atenuado tanto que tuvieron que encender las linternas de sus teléfonos. En cada esquina había al menos un par de focos con molestas luces que no paraban de parpadear; lo que les aturdía bastante. Varios búhos comenzaron a ulular con fuerza y sus pasos se veían continuamente frenados por finas enredaderas que les salían al paso.

Los amigos estaban un poco nerviosos. No eran capaces de averiguar dónde estaba la salida. No había rastro de sus compañeras. No localizaban a nadie que pudiera ayudarles. Aquella fiesta de Halloween estaba comenzando a ser bastante menos divertida de lo que ellos se habían imaginado. Entonces, tras toparse con un nuevo callejón sin salida, las escucharon chillar. Los pelos se les erizaron. Un sudor frío comenzó a caerles por la frente y salieron corriendo mientras gritaban sus nombres para ver si eran capaces de escucharlos:

—¡Alejandra! —llamaba Juan Luis.

—¡Aitana! ¡Nadia! —gritaba Thiago

—¡Adriana, Yolanda! —chillaban Pablo y Javi.

Pero ninguna de ellas contestaba. La oscuridad era total. A la carrera, se tropezaban unos con otros. Temían por sus amigas. Un gran vendaval comenzó a azotar las paredes del laberinto, el ruido era ensordecedor. En ese momento, la enorme preocupación hacía que les hirviese la sangre y los ayudase a correr como nuca hasta que, al fin, luchando contra el viento, el ruido y sus propios temores, llegaron al final del laberinto.

El camino se ensanchó y llegaron a una gran estancia en la que vieron a dos agentes de seguridad mirando a través de una gran ventana. Corrieron hacia ellos, desesperados. Les gritaban para que se diesen la vuelta y los acompañasen, pero el fuerte ruido del viento hacía imposible que los escuchasen. Pablo fue el primero en llegar e intentó captar su atención cogiendo a uno por la manga del abrigo, aunque el de seguridad no se percató. Cuando los cuatro amigos estuvieron tras de ellos, los agentes comenzaron a moverse, con lentitud, pero el espanto que les produjo aquella visión hizo que los cuatro quedasen casi petrificados.

Aquellos no eran agentes de seguridad. ¡Eran zombis! ¡Y ahora que los habían visto iban a por ellos! Un nuevo chillido de mujer se escuchó y la sangre se les heló del miedo. Se giraron y comenzaron a correr sin levantar la mirada, pero cuando estaban a punto de adentrarse en el laberinto dos nuevos agentes zombis aparecieron entre las enredaderas.

Los niños, acorralados, se miraron entre sí y, como si lo hubiesen ensayado miles de veces, formaron un círculo defensivo uniendo sus espaldas. Habían superado el miedo y ahora tocaba luchar. Tenían que salvarse y salvar a sus amigas. Los zombis estaban muy cerca, habían alzado sus brazos en dirección a los jóvenes y sus ojos parecían querer salirse de las cuencas. Uno de ellos babeaba mucho, a otro le faltaba la mitad del pelo y dos cojeaban demasiado. Los amigos levantaron sus puños para defenderse, se armaron de valor, preparados para todo. Era el momento decisivo y lo sabían, no podía haber errores y, cuando los zombis estaban a punto de alcanzarlos… las luces se encendieron, el viento paró, los ruidos cesaron y los zombis cayeron al suelo.

Extrañados, se miraron entre ellos intentando comprender lo que acababa de pasar, pero no hicieron falta muchas explicaciones cuando escucharon las risas de sus amigas que ahora se asomaban por la gran ventana donde, momentos antes, habían estado mirando los agentes zombis.

—¡Me las vais a pagar! —prometió Juan Luis, comprendiendo que habían sido víctimas de una broma.

—¡Eso no se hace! —se quejaban Javi y Thiago.

—Tendríais que haber visto vuestras caras —decían Aitana y Adriana, sin poder parar de reír.

—Ha sido muy poco gracioso —señaló Pablo, molesto por las risas.

—No digas eso, hombre —habló Yolanda—. Yo creo que no ha estado mal.

—Es cierto. Pasasteis del susto a ser los más valientes en décimas de segundo. Ahora sé que estáis dispuestos a defendernos hasta de los zombis —señaló Alejandra, conteniendo un poco la risa.

—Yo creo que no hacía falta hacernos pasar por esto para que os dieseis cuenta —les dijo Juan Luis, que seguía algo molesto.

—Puede, pero ha sido tan divertido que… —afirmó Aitana, logrando que todas volviesen a reírse a carcajadas.

Tras aquel incidente la fiesta de Halloween continuó. Todos se divirtieron mucho, comieron espantohamburguesas y terrorificpizzas, se montaron en el tren de las brujas, vieron un trozo de una peli y les leyeron el futuro después de haber pasado un minuto en el cepo.Aquella noche resultó ser, bromas aparte, tan memorable que todos, por una u otra razón, nunca olvidarían.

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