Estrategias para aprender a leer: ¿Cómo enseñar a leer a un niño? 7 claves para padres y maestros

Estrategias para aprender a leer: ¿Cómo enseñar a leer a un niño? 7 claves para padres y maestros

¿Cómo enseñar a leer a un niño? 7 claves para padres y maestros

  • Fecha de publicación: 18 de febrero de 2022

Es posible fortalecer las habilidades cognitivas necesarias en el proceso de la lectura desde pequeños. Sin embargo, cada niño es diferente y atraviesa a su ritmo distintas etapas que pueden acelerar o desacelerar el proceso lector.


Aprender a leer es un hito del desarrollo que generalmente se consolida durante los primeros años escolares. ¿Cómo enseñar a leer a un niño? Detrás de este logro suele haber horas de trabajo, paciencia y dedicación por parte de maestros y cuidadores.

Además, mucha gente piensa que la lectura es un proceso natural que ocurre por sí mismo, y esto no es correcto. Si bien la mejor edad para aprender es entre los tres y los seis años, si el niño no recibe los estímulos adecuados es posible que enfrente dificultades lectoras el resto de su vida.

Es por esta razón que cualquier método para enseñar a leer a un niño debe ser flexible, estimulante y dinámico para los preescolares, pero también apegado a procedimientos pedagógicos de efectividad probada.

¿Qué habilidades cognitivas son necesarias para aprender a leer?

El proceso de lectura involucra una sinergia increíblemente compleja entre diferentes áreas del cerebro que son responsables de distintas habilidades como:

  • Fonética: conocer la relación entre las letras escritas y los sonidos. 
  • Conciencia fonémica: es la capacidad auditiva de identificar, diferenciar y reproducir los sonidos que forman a las palabras o fonemas. 
  • Vocabulario: la capacidad de asociar ciertas palabras completas a determinados objetos, acciones o situaciones. 
  • Fluidez: la precisión y velocidad con las cuales un niño puede pronunciar en voz alta las palabras que está leyendo.
  • Comprensión: la capacidad de entender el significado de lo que se está leyendo y de conectarlo con el mundo real. Poder leer en voz alta las palabras no equivale a entender lo que se está diciendo. 

Aunque enseñar a leer implica tomar en cuenta muchos factores que pueden variar enormemente de un niño a otro (incluidos alguno de tipo psicosocial y emocional), alfabetizar a temprana edad es posible mediante diversas estrategias pedagógicas secuenciales y relativamente sencillas.

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¿Cuáles son los métodos más comunes para enseñar a leer a un niño?

Como ya mencionamos, existen diferentes métodos para la enseñanza de la lectura. Algunos de los más utilizados actualmente en las instituciones preescolares y de enseñanza básica son:

  1. El método fonético

    Es uno de los más extendidos para enseñar a leer a niños que no tienen problemas de audición, en idiomas que usan el alfabeto latino. Se basa en enseñarles primero el abecedario completo junto con el sonido y el nombre de cada palabra.  

     

    Posteriormente, se van mezclando dos o tres letras para ir formando sílabas fáciles de pronunciar. El nivel de complejidad va incrementando poco a poco hasta que el alumno puede comenzar a leer frases sencillas.

  2. El método global o “lectura visual”

    Se enfoca en la habilidad de reconocer palabras completas. Se le muestra al niño una palabra escrita, se le enseña el sonido de la palabra y se le pide que la repita. Generalmente, este método viene acompañado de tarjetas o apoyo audiovisual que une la palabra con un dibujo de su significado.

  3. El método de la experiencia del lenguaje

    Es uno de los métodos más personalizados, pues parte de palabras con las que ya está familiarizado el preescolar para enseñar a leer; por eso en cada caso se inicia con palabras distintas. 

     

    La idea es aprovechar los conceptos aprendidos en experiencias cercanas y utilizarlos para crear textos sencillos que el niño pueda comenzar a vincular con el mundo real. Este método engloba el aprendizaje simultáneo de la lectura y la escritura, por lo que se recomienda para niños algo mayores. 

     

Generalmente, en las aulas se combinan dos o más de estos métodos para adaptarse a los estilos de aprendizaje de cada alumno y a sus procesos de maduración cognitiva. Todos ellos resultan efectivos en la medida en que sean flexibles y personalizados.

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¿Cómo enseñar a leer a un niño? 7 tips para docentes y padres

Para que la lectura se convierta no solo en una herramienta académica, sino en un hábito de vida, debe ser un proceso divertido, que estimule su curiosidad y fortalezca su autoestima. Por eso, lo más importante es que se trate de una experiencia positiva

Esto incluye elegir materiales de apoyo variados y que le resulten interesantes y atractivos a los preescolares, para evitar el aburrimiento ante ejercicios muy repetitivos. También ser muy cuidadosos con el clima emocional durante la enseñanza. 

Está comprobado que cuando aprendemos bajo presión y sentimos que nos desaprueban, generamos asociaciones muy negativas con la lectura en general. Por ello nunca hay que comparar a un niño con otro que “va más rápido”. Cada uno aprende a su ritmo y el papel del docente es facilitar, no presionar.

Los siguientes consejos no son métodos de enseñanza lectora, sino estrategias para fortalecer las habilidades implicadas en la lectura y para que el niño comience a construir asociaciones emocionales positivas con ella.

  1. Hablar con los niños sobre el mundo que los rodea

    No hay que olvidar que la lectura es parte del lenguaje. Por ello, si el niño está practicando su lenguaje constantemente será más sencillo que aprenda a leer y posteriormente a escribir. Mientras más le hablemos a un preescolar, mayores serán su comprensión y su vocabulario. 

    Por eso, lo ideal es conversar todo lo que se pueda con los pequeños, especialmente si son menores de tres años. Algunos tópicos interesantes para un pequeño de esa edad son: las ilustraciones de sus libros infantiles, lo que ocurre durante un paseo en auto, o las diferencias entre sus juguetes. 

    Posteriormente, es buena idea comenzar a incorporar “historias” en donde puedan explorar diferentes tiempos verbales y narrativas con preguntas cómo ¿y qué pasó después con el búho dormilón?, o ¿por qué el conejo saltarín salió de su madriguera?

  2. Uso de canciones y ritmos

    Para desarrollar la conciencia fonémica, el ritmo y la melodía suelen ser grandes aliados. Esa es la razón por la cual en cualquier institución preescolar las canciones son parte cotidiana de la enseñanza.

    Esto se debe a que el ritmo fortalece la capacidad de diferenciar sonidos y sílabas en los niños, lo que a la larga les facilita aprender a leer con el método fonético. Por ello, así como estimulamos al niño con una buena conversación, también debemos tener a mano canciones aptas para su etapa de desarrollo.

  3. Apoyo visual

    Si las canciones son una gran base para el método fonético, las ilustraciones y materiales gráficos en general son el soporte del método global o de lectura visual. Lo recomendable es que el niño siempre esté rodeado de esta clase de estímulos que le permitan asociar palabras con sus significados. 

    Las tarjetas con palabras e imágenes son de gran ayuda para aprender jugando, pero también se pueden hacer otras cosas como poner etiquetas a las cosas con sus nombres, en tipografía llamativa para el niño. 

  4. Juguetes del alfabeto

    Hacer que un niño se familiarice desde muy pequeño con el abecedario le permite ingresar al proceso de lectura sintiéndose más cómodo con las unidades básicas que lo componen, es decir, las letras.

    Quizá un bebé de un año o dos años no vaya a aprender a leer solo por tener cubos del abecedario o el alfabeto entero disponible en los imanes del refrigerador, pero cuando entre a preescolar estos serán elementos que asocia con el juego y con experiencias positivas en general.

  5. Rutina de lectura

    Leerle a los pequeños todos los días, como parte de la rutina cotidiana, naturalmente causa que pasen de escuchar pasivamente a involucrarse activamente en la lectura. No está de más mencionar que esta es una gran forma de que abracen el hábito de la lectura para toda la vida.

    Con el tiempo, serán ellos quienes quieran sostener el libro y comenzar a deletrear las palabras y a leer las frases en los cuentos que ya se saben de memoria.

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  6. Ejemplos de lectura en el entorno real

    Las palabras no solo están en los libros. Los niños viven en un mundo rodeado de textos interesantes y están ávidos por descubrir qué significan. Un excelente hábito que pueden desarrollar los padres o cuidadores es el de señalar y explicar palabras o números que están, por ejemplo, en la caja de cereal, en las etiquetas o en los juguetes.  

    La idea es transmitir que detrás de cada palabra, aunque de inicio no la entiendan, se esconde información interesante y valiosa. Y también explicarles ese significado para que eventualmente vayan descubriendo por sí mismos.

  7. Incorporar la tecnología

    Finalmente, las nuevas tecnologías tienen mucho que aportar en la enseñanza de la lectura. Existen muchas aplicaciones especiales y libros interactivos para que los niños se familiaricen con el abecedario desde muy pequeños, como un iPad, por ejemplo. 

    Así como en casa y en el aula creamos el hábito de la lectura con diferentes técnicas, podemos potencializar la gamificación y la personalización de la enseñanza gracias a la tecnología. Debemos cuidar, eso sí, que siempre se trate de materiales aptos para su edad y con fines pedagógicos claros. 

En Pearson queremos que tu institución de preescolar y/o de educación básica aproveche todos los beneficios del Método Filadelfia. Enséñale a leer a tus alumnos mucho más rápido y en un ambiente más divertido con un sistema desarrollado por la Mejor Educadora de América Latina y el Caribe.

Estrategias para enseñar a leer y escribir

Nos hemos acostumbrado a pensar que la lectura y escritura son aprendizajes mecánicos y puramente instrumentales, pero en realidad son aprendizajes fundamentales cuya transferencia cognitiva y afectiva va mucho más allá de lo que podríamos imaginar; por algo, a nivel universal, se consideran tres aprendizajes esenciales para la vida: la lectura, la escritura y el pensamiento lógico-matemático.
Estas habilidades son herramientas importantes para desarrollar niveles cada vez más elaborados de pensamiento, comunicación e interacción positiva con los demás y con el medio, además de que son instrumentos muy valiosos para aprender, seguir estudiando y seguir aprendiendo.

En el mundo actual la capacidad para aprender a lo largo de toda la vida es no sólo una necesidad, por la velocidad con que avanza la ciencia y la tecnología, sino que es también un derecho de todos, que tiene que ver con la equidad que tanto necesitamos para acortar las brechas que existen en nuestro país. Garantizar estos aprendizajes en todos los alumnos de nuestras escuelas se convierte en un compromiso sociopolítico y ético primordial, que estamos en obligación de cumplir.

De otro lado, el arrollador avance de la tecnología en el campo de la comunicación y de la información, llevó a argumentar, en algún momento, que la imagen y la palabra hablada reemplazarían ventajosamente a la lectura y la escritura; sin embargo, la realidad demuestra que la habilidad lectora y la producción escrita cobran mayor vigencia en el mundo globalizado, donde el acceso a la información llega principalmente por escrito a través del Internet, un medio cada vez más generalizado. Pero no basta con leer mecánicamente, más importante es desarrollar las habilidades que permitan comprender, seleccionar, organizar, procesar y utilizar la información; de lo que se deduce que el uso de sistemas informáticos requiere la aplicación de habilidades lectoras, de escritura y de pensamiento lógico, cada vez más desarrolladas.

(En el cuadro dice “Ventejas”, debe decir Ventajas. Compartido según fuente original.

(En el cuadro dice “Ventejas”, debe decir Ventajas. Compartido según fuente original.

LA LECTURA, entre otras cosas, es importante para:

  • Desarrollar la atención y concentración.
  • Desarrollar la capacidad de decodificación y comprensión de mensajes.
  • Ayudar al descentramiento, es decir, salir de sí para ponerse en el lugar del otro.
  • Tener actitud dialógica para escuchar y aprender de los demás.
  • Ponernos en contacto con nuestra propia interioridad ya que es, por lo general, una actividad personal, silenciosa, que confronta permanentemente otras ideas y sentimientos con las de uno mismo.
  • Ser, además, un vehículo indispensable para ponerse en contacto con el mundo, con el conocimiento, otras realidades, con el pasado, diversas opiniones, etc. No todo lo podemos ver y comprobar por nosotros mismos, gran parte de información nos llega por escrito (periódicos, revistas, libros, internet).
  • Ponerse en contacto con todo lo anterior, permitiendo al lector ampliar su panorama y desarrollar criterios para comprender e interpretar su propia realidad.
  • Estar actualizados, en esta época en que los avances científicos y tecnológicos avanzan rápidamente, quien no lee queda desfasado
  • Ayudar a incorporar formas y procesos lingüísticos: ortografía, vocabulario, modelos de construcción y de composición, etc.
  • Llevarnos de niveles simples de decodificación a niveles complejos y profundos de análisis, que se pueden transferir a distintas situaciones de la vida.

LA REDACCIÓN favorece:

  • La organización y estructuración del pensamiento.
  • La actitud dialógica. Escribimos principalmente para ser leídos por otros, para comunicar algo.
  • El sentido lógico.
  • La capacidad de argumentación.
  • Niveles de expresión más elaborados.

LA MATEMÁTICA desarrolla:

  • La capacidad de abstracción, es decir, transferir el mundo concreto al mundo de las ideas y de la imaginación, lo que a su vez favorece la capacidad creativa e innovadora.

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