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Las fabulas son de gran ayuda para enseñar valores y lecciones morales a los más pequeños de la casa. Y son mucho más fáciles de recordar para ellos si son historias cortas, así que en este articulo encontrarás algunas de ellas.
Caminaba de día un lobo por un lugar solitario justo cuando el sol se ponía a lo lejos, en el horizonte, y, al ver su sombra muy grande y alargada, pensó: “¿Cómo es que le temo al león si soy tan grande? ¡Con unos veinte metros de largo, Yo podría convertirme en el rey de la selva sin problemas!”.
Mientras pensaba orgullosamente, un león se le tiró encima y comenzó a morderlo. Entonces el lobo, pensó: “La presunción es la razón de mis males”.
Uno tiende a engañarse sobre sí mismo
Un cuervo luego de volar por mucho tiempo se encontraba sediento y buscaba agua para hidratarse, de pronto encontró una jarra con un poco de agua. La jarra tenía un cuello muy largo y estrecho que no le permitía beber debido a su largo pico. Luego de muchos intentos, desesperado el cuervo tuvo la idea de empujar la jarra al suelo y beber el líquido pero era muy pesada, así que no se movía con los intentos del cuervo.
Luego de un rato ideó otro plan; recogió con su pico unas pequeñas piedras y para dejarlas caer en la jarra una por una. Con cada piedra, el agua iba subiendo un poco, hasta que finalmente estuvo muy cerca del borde para que el cuervo pudiera tomarla. Felizmente, el cuervo bebió cuanto pudo y continuó su vuelo.
No desesperes ante los problemas, busca una solución
Erase una vez un astuto lobo que pensaba en cambiar su aspecto físico para ahorrase la molestia de buscar comida. Así que decidió, meterse en la piel de una oveja y se fue a comer con el rebaño, sin que el pastor se diese cuenta. Por la tarde, lo llevaron junto con las demás ovejas al granero para que ningún lobo se comiese a las ovejas. Para mala suerte del lobo, por la noche, el pastor fue a buscar su comida para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que se trababa de un cordero, y lo sacrificó.
Si buscas engañar prepárate a recibir daño
Erase una vez una una zorra sedienta en un día caluroso, que se topó con una parra donde colgaban unas uvas verdes, jugosas y grandes. La zorra se paró sobre sus dos patas y de puntillas, estiró sus brazos para alcanzar las uvas, no pudo, ay que estaban muy lejos de ella.
Sin pensar en darse por vencida, la zorra tomó impulso y saltó pero las uvas estaban muy lejos de ella, intentó una y otra vez hasta el cansancio. Entonces, la zorra se sentó cerca de la parra y miró las uvas con asco.
«Fui una tonta. Todo este esfuerzo para alcanzar unas uvas verdes, ni siquiera saben bien.»
Se alejó de la parra muy enojaba por ello.
Piensa bien en lo que quieres antes de actuar
Erase una vez un lobo que estaba mordiendo un hueso, cuando se atragantó al quedarle el hueso metido en su garganta. Sin saber que hacer, empezó a correr de un lado al otro pidiendo ayuda. Se encontró con una grulla y pidió como un favor que lo ayudara, a cambio le prometió una recompensa.
La grulla aceptó y se metió en la boca del lobo, con su pico logró encontrar y sacó el hueso cuidosamente de la garganta del lobo. Luego, reclamó su recompensa; pero el lobo se alejó burlándose de ella y diciéndole: «La recompensa es que te dejara sacar tu cabeza de mi boca»
No confíes en las promesas de malvados, mucho harán con dejarte sano y salvo.
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Una de las mejores formas de enseñar valores como el respeto es recurrir a cuentos o fábulas cortas que incluyan una enseñanza. Esto es así porque los más pequeños recibirán el mensaje en forma de historia, y no solo mostrarán más interés, sino que lo asociarán con el significado que le quieres dar.
Por eso, hoy queremos contarte algunas fábulas cortas sobre el respeto que puedes contar tal cual a tus hijos o transformarlas para enseñarles este valor indispensable en su vida. Las fábulas son cuentos cortos protagonizados por animales o plantas que pueden ser divertidos y ayudar a fijar el concepto.
Foto: iStock
Unos trabajadores decidieron construir unas hachas de talar con la propia madera de uno de los árboles. Con esa nueva herramienta, se dedicaron a talar no solo a sus amigos, sino a él mismo. El árbol, mientras era talado, les decía: “Prefiero incluso el hacha a que me taléis con mi propia carne”.
Esta fábula corta nos enseña a no utilizar a los demás contra ellos mismos, es decir, a respetar lo que se nos dice o lo que se nos da y no utilizarlo para mal.
Un campesino que tenía un corral lleno de gallos compró también una perdiz y los puso a vivir juntos. Los gallos no tardaron en empezar a hacerle la vida imposible, y la perdiz creía que era por ser de diferente especie. Sin embargo, un día vio como los gallos se peleaban entre sí y entendió que era su naturaleza.
Esta fábula nos enseña a analizar el ambiente donde nos metemos y a entender que en ocasiones tenemos que ir con cuidado.
Érase una vez una mula que siempre presumía de que su padre era un caballo muy veloz y que había heredado sus dotes. Pero en cuanto se presentó la ocasión en la que tuvo que correr, se acordó entonces de que su padre en realidad era un asno, y que no era tan rápido como creía.
Esta fábula nos enseña a estar orgullosos de nuestras raíces y a entender cuáles son nuestras limitaciones.
Acabamos con una fábula muy conocida:
Érase una vez una liebre que se reía de la lentitud de su amiga la tortuga. Ésta, un día, la retó a una carrera diciéndole que podría ganarla.