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NOTICIA24.06.2021 – 10:07h Estudios realizados en los últimos años demuestran que sí se puede consumir jamón durante el embarazo siempre que sea ibérico o previamente congelado.
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Sushi, leche cruda, jamón… ¿has pillado alguna vez un embarazo al vuelo por la ausencia de alguno de estos alimentos que antes sí se consumían? Durante el embarazo, uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es la alimentación. Durante este período queda prohibido el consumo de pescado crudo, patés, huevos sin cocinar, carnes poco hechas, mariscos, quesos no pasteurizados. … y por supuesto, el jamón.
Tradicionalmente, por muy amante de este alimento tan patrio que fueses, el jamón, como otros embutidos, quedaba totalmente vetado de la dieta durante los nueve meses de gestación para evitar contraer toxoplasmosis, exceptuando las mujeres que ya han sufrido la enfermedad y que por lo tanto, han generado anticuerpos. Aunque, según los expertos, el cuento está cambiando.
Es más que probable que jamás hayas escuchado esta palabra hasta que te has quedado embarazada, que de repente comienza a aparecer por todos lados. La toxoplasmosis es la infección causada por el parásito Toxoplasma Gondii y que, en el caso de las embarazadas, puede provocar complicaciones tales como problemas visuales, alteraciones de neurodesarrollo o hidrocefalia, toxoplasmosis congénita, o riesgo de aborto.
Aunque se trata de una enfermedad poco común y que quien la contrae raramente sufre síntomas, este parásito se puede encontrar en el agua, en la tierra y en los animales.
De ahí la importancia de lavar bien frutas y verduras, especialmente durante el embarazo, evitar el contacto con animales desconocidos, y, por supuesto, evitar el consumo de carne y pescados poco hechos o crudos.
Aunque tradicionalmente el consumo de jamón ha estado vetado por completo de la dieta de las embarazadas, en los últimos años numerosos estudios sobre la taxoplasmosis y la curación del jamón están arrojando nuevos datos sobre la posibilidad de contraer la enfermedad.
Ya en 2011, los especialista en Nutrición y Bromatología de la Universidad de Zaragoza estudiaron la presencia del parásito en el proceso de curación del jamón. A los 14 meses de curación no se observaron parásitos viables en el producto final, por lo que el riesgo de contagiarse de toxoplasmosis sería mínimo. Cuanto mayor sea la curación del jamón, menor es la posibilidad de contraer toxoplasmosis.
Otra de las opciones que se barajan durante el embarazo es la posibilidad de congelar el jamón para asegurarnos la seguridad del producto. Pero no vale cualquier congelador. Para que una embaraza pueda consumir jamón, habría que congelarlo previamente al menos durante dos días a una temperatura de 20 grados bajo cero.
Además del proceso de congelación, otra de las opciones para consumir jamón durante el embarazo es consumir jamón ibérico. En 2014, un estudio de la Universidad de Granada y de Valencia concluyó que, el método de salado y curación en el proceso de elaboración del jamón ibérico elimina por completo del parásito, por lo que no sería posible contraer toxoplasmosis con un jamón ibérico.
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Durante el embarazo hay que prestar especial cuidado a la dieta y seguir los consejos del ginecólogo en relación a la misma.
Las carnes crudas o poco hechas están totalmente prohibidas durante el periodo de gestación ya que el parásito de la toxoplasmosis se destruye con el cocinado por lo que tradicionalmente los embutido y los jamones ibéricos se encontraban dentro de esta lista de prohibiciones.
Pero ¿se puede comer jamón durante el embarazo? ¿Es beneficioso comerlo o ponemos en riesgo nuestra salud y la del bebé?
La toxoplasmosis es una enfermedad producida por el parásito protozario toxoplasma gondii. Suele ser asintomática o mostrar escasos efectos en quien la padece.Sin embargo si se contrae durante el embarazo puede tener desastrosas consecuencias si se transmite al feto.
Un estudio realizado en el centro TEICA Centro tecnológico Andaluz del Sector Cárnico y avalado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia SEGO, que concluye que “el consumo de jamón ibérico de bellota es positivo para la mujer embarazada, por su aporte en ácido oleico,vitaminas del tipo B, D y E, así como de hierro, magnesio, zinc, fósforo y calciodurante los meses de gestación, ya que por su proceso de curación no hay riesgo de toxoplasmosis”.
Su proceso largo y lento proceso de fabricación, que consta de salado post salado y reposo en bodega durante un mínimo de dos años para el jamón y uno para la paleta ibérica, hacen que el parásito de la toxoplasmosis no pueda sobrevivir. Los jamones ibéricos garantizan esos periodos mínimos de curación para que no haya riesgo de contraer esta enfermedad.
Antes de que estos estudios avalaran que el jamón ibérico no sólo no es malo para la salud de la mujer embarazada, si que es un alimento muy completo que aporta vitaminas del tipo B y D así como minerales.., se usaban otros métodos para eliminar el parásito de la toxoplasma gondii:, que es un parásito protozóico,cuyo índice de prevalencia en las mujeres embarazadas en España se sitúa entre el 11% y 28%. Este índice de prevalencia suele ser mayor en los países menos desarrollados.
Una práctica común es congelarlo a -10ºC durante 3 días (72 horas).
Para facilitar que este proceso se pudiese hacer en casa, los jamones se pueden adquirir ya deshuesado y/o cortados en lonchas y envasados al vacío, evitando así la contaminación cruzada con otros productos que pudiésemos tener en el congelador.Tan importante como congelar bien es el proceso de descongelar que se debe hacer lentamente en el frigorífico.
Otra práctica que destruye el parásito de la toxoplasmosis es el ahumado.
Ya sabemos que la tercera alternativa es el salado que junto con el lento proceso de curación lo elimina.
La toxoplamosis en el embarazo se puede contraer por alimentación a base de carne cruda y/o pescado contaminados crudo o poco hecho, la ingesta de fruta cruda y verduras crudas contaminadas o mal lavadas, también por ingerir accidentalmente heces de gato al estar en contacto con este tipo de animal y su medio, tocar la tierray a continuación tocarnos la cara (boca y manos) sin habérnoslas lavado.