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La piel de un recién nacido pasa por muchos cambios en apariencia y textura.
Al nacer, la piel de un recién nacido tiene:
La piel del recién nacido variará, dependiendo de la duración del embarazo. Los bebés prematuros tienen la piel delgada y transparente, mientras que la piel de un bebé a término es más gruesa.
Hacia el segundo o tercer día de vida del bebé, la piel se aclara un poco y puede volverse seca y escamosa. La piel todavía tiende a ponerse roja cuando el bebé llora. Los labios, las manos y los pies pueden ponerse morados o manchados (moteados) cuando el bebé tiene frío.
Otros cambios pueden incluir:
Los lunares o marcas en la piel coloreadas pueden incluir:
Los lunares rojos pueden incluir:
Características cutáneas del recién nacido; Características de la piel del bebé; Cuidados neonatales – piel
Balest AL, Riley MM, O’Donnell B, Zarit JS . Neonatology. In: Zitelli BJ, McIntire SC, Nowalk AJ, Garrison J, eds. Zitelli and Davis’ Atlas of Pediatric Physical Diagnosis. 8th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2023:chap 2.
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Versión en inglés revisada por: Neil K. Kaneshiro, MD, MHA, Clinical Professor of Pediatrics, University of Washington School of Medicine, Seattle, WA. Also reviewed by David Zieve, MD, MHA, Medical Director, Brenda Conaway, Editorial Director, and the A. D.A.M. Editorial team.
Traducción y localización realizada por: DrTango, Inc.
Este artículo ha sido revisado en profundidad para garantizar que la información presentada sea lo más precisa posible, cumpla con nuestros estándares de calidad y presente datos respaldados por fuentes confiables, reflejadas en la bibliografía y los enlaces dentro del texto. Más información
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Los problemas de salud en los bebés son reales, frecuentes y potencialmente peligrosos. Aprende los principales signos de alarma para acudir al pediatra lo más pronto posible, ¡todo en este artículo!
Escrito y verificado por la psicopedagoga María José Roldán.
Última actualización: 28 marzo, 2022
Cuando se es madre primeriza en ocasiones todo puede parecer alarmante y las visitas al pediatra pueden ser una constante, está claro que si hay algo que te preocupa lo primero que tienes que hacer es acudir a tu pediatra para salir de dudas y saber que tu bebé está bien.
No obstante, hoy queremos hablarte sobre algunas señales que debes conocer, porque si le ocurren a tu bebé tendrás que acudir a tu pediatra inmediatamente.
Si los pies y las manos de tu bebé están fríos deberás poner la mano en su torso y fijarte. Si está cálido y rosa entonces no pasa nada.
El sistema circulatorio de tu bebé aún está en desarrollo y la sangre se desvía más a menudo a los órganos y sistemas vitales, porque es donde más se necesita. Por eso las manos y los pies son las últimas partes del cuerpo en las que se tiene un buen suministro de sangre.
Los bebés pueden tardar hasta tres meses para que la circulación se adapte por completo a la vida fuera del útero. Mientras tanto, es común que los pequeños tengan las manos y los pies más fríos de lo normal.
A medida que el bebé empieza a moverse más empezará a mejorar la circulación. Pero acude a tu pediatra si los labios se le ponen morados (cianosis) y no hay manera de que entre en calor.
Las mismas hormonas maternas que causan la inflamación en los testículos y los labios, también son responsables de que la secreción vaginal de una niña pueda ir acompañado de sangre. No te preocupes si ves una pequeña mancha de sangre en el pañal de tu bebé las primeras semanas de vida.
Este miniperíodo en las niñas bebé solo durarán unos días. A veces parece que la sangre en realidad se puede concentrar en la orina y que parezca más oscura. Pero si la sangre es de color rojo brillante o hay mucha cantidad, entonces deberás acudir a tu pediatra lo antes posible.
Muchos recién nacidos desarrollan un tubérculo o ampolla de succionar mucho tanto en el biberón o en el pecho de la madre.
En algunos casos, la ampolla puede ser también por haber succionado el pulgar en el útero y también al nacer.
Se formará un callo o ampolla en el labio que deberá desaparecer en poco tiempo, si no lo hace, acude a tu médico para buscar la mejor solución posible.
Los bebés de menos de tres meses cuando tienen diarrea pueden estar en riesgo de deshidratarse y que la vida se les vaya, por eso es muy importante que si tu bebé tiene diarrea acudir al médico lo antes posible. Pero hay que saber diferenciar lo que es diarrea de lo que no lo es.
Los bebés amamantados suelen tener heces líquidas, de color amarillo mostaza y no tienen forma. Los bebés que se alimentan a través de leche de fórmula puede tener más movimientos intestinales y su color puede ser algo más oscuro, pero seguirá teniendo una consistencia entre líquido y blando.
Hay bebés recién nacidos que defecan una docena de veces al día, mientras que otros solo lo hacen unas pocas veces a la semana. Lo que importa es que el bebé gane peso y que no tenga dolor de barriga o hinchazón.
En ocasiones puede ser difícil distinguir los movimientos normales del intestino causado por diarreas, sobre todo si estás amamantando a tu bebé.
Normalmente, los bebés que toman el pecho pueden defecar después de cada comida. Lo mejor es conocer al bebé y saber lo que es normal o no para él (frecuencia, volumen, consistencia…) y si algo cambia, se debe acudir al médico.
Pero si estas señales no se dan en tu bebé, ves que hay algo que no es normal y que crees que lo debería ver un médico, no te quedes nunca con la duda de saber más sobre ello.
La fiebre es un síntoma inespecífico, por lo que puede deberse a una gran cantidad de enfermedades diferentes. No obstante, un estudio publicado en la revista Offarm establece que las causas de fiebre más comunes en la infancia son procesos infecciosos y vacunaciones.
Se dice que un niño tiene fiebre cuando la temperatura oral es superior a 37,5 °C o cuando la temperatura rectal es superior a 38 °C. Si la causa de esta sintomatología es una infección, el bebé también puede presentar otros síntomas como tos, dificultad respiratoria, vómitos o diarrea, dependiendo del sistema afectado.
En este sentido, siempre es recomendable llamar al pediatra cuando el niño posea fiebre y no haya recibido una vacuna en las horas previas. Además, es importante no automedicar al bebé para reducir la fiebre, ya que se trata de un mecanismo de defensa del cuerpo y no siempre es perjudicial.
Tal y como sucede con la diarrea, los vómitos constantes también son una señal de alarma por la cual se deberá llamar inmediatamente al pediatra. Los lactantes con vómitos corren el riesgo de sufrir un cuadro de deshidratación aguda si no se corrige la causa lo antes posible.
Si bien los vómitos son muy perjudiciales para el bebé, es importante diferenciarlos del reflujo gástrico. Durante las primeras semanas de vida, es común que los niños expulsen pequeñas cantidades del contenido estomacal debido a la falta de maduración del organismo.
No obstante, el reflujo suele ser predecible y la cantidad es escasa. Por su parte, la cantidad de contenido gástrico expulsado en los vómitos es mucho mayor, de consistencia más líquida y puede ocurrir de forma más seguida.
Además de consultar con el pediatra, las madres deben garantizar la rehidratación oportuna del pequeño. En este sentido, se recomienda darle a los niños menores de 1 año entre 50 y 100 mililitros de suero de rehidratación oral después de cada vómito o de cada evacuación diarreica. Esto forma parte del plan A de rehidratación de la Organización Mundial de la Salud.
La presencia de aunque sea 1 convulsión siempre es una señal de alarma, sobre todo si ocurre en niños menores de 1 año. Las convulsiones pueden dejar graves secuelas neurológicas si no se tratan de manera adecuada, por lo que es necesario llamar al pediatra.
Un estudio publicado por la Asociación Española de Pediatría expone que son la expresión clínica de una disfunción en el Sistema Nervioso Central. Por desgracia, este síntoma puede pasar desapercibido, por lo que es muy importante observar detalladamente al bebé, sobre todo durante el primer mes de vida.
Los bebés suelen tener un estado de conciencia determinado.